La fuerza del destino

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Cube era una empresa lo suficientemente grande como para que solo te cruces con un mismo trainee unas cuantas veces si es que no comparten alguna clase. Pero esto ya se estaba haciendo repetitivo, siempre que Hanbin salía de la agotadora clase de canto pasaba por el pasillo un lindo trainee masculino que tenía la costumbre de saludar a toda persona que viera, incluido él.

La primera vez fue muy extraño, salió de su clase bastante afligido debido a uno de los tantos comentarios hirientes que solía soltar ese maestro de danza. Al salir de clase se queda parado al lado de la puerta, limpia su rostro con las mangas de su camiseta de forma brusca y mira hacia arriba tratando de guardar las lágrimas que amenazan con salir justo ahí. Se siente patético en el pasillo solitario, teniendo que aguantar el llanto para no derrumbarse a causa de un solo comentario.

Cuando por fin se siente lo suficientemente tranquilo como para bajar la cabeza nota que alguien camina hacia el. Centra su vista en la figura bajita que aparece de la nada en medio del pasillo, es un chico joven y sonriente, hanbin intuye que no lleva mucho tiempo entrenando. Al verlo tan feliz siente un poco de envidia, de como alguien con la felicidad de estar cumpliendo con tan solo una parte de su enorme sueño puede brillar tanto.

El chico se detiene frente a él con esa enorme sonrisa. Hanbin se siente un poco asustado por el repentino acercamiento, no sabe qué es lo que quiere el jovencito y eso lo hace sentirse nervioso. Pero el chico solo inclina la cabeza y vuelve a sonreír, Hanbin puede escuchar un "buenas tardes, hyung" pero no es capaz de devolver el saludo, está tratando de calmar los latidos de su corazón.





(...)





Su sorpresa es incluso mayor que la primera vez cuando un día a eso de las cinco de la tarde el mismo trainee sonriente se aparece en la puerta de su habitación y esta vez con un par de maletas.

¿Qué tan malvados eran los directivos de Cube? Solamente hace tres días la evaluación mensual había determinado quien seguía y quien no, ahora estaba solo y solo quería un pequeño luto para sus anteriores amigos. Obvio no lo iba a tener, no respetaban a sus artistas, mucho respetarán a sus trainees.

-Ahora vivo aquí- le dice antes de entrar al cuarto y tomar la parte de abajo del camarote libre.

Hanbin no habla y solo asiente con la cabeza sin siquiera mirarlo, no sabe qué decir y lo que dijo el chico lo ha desconcertado un poco pero no quiere pensar mucho en eso. Más bien no quiere pensar en nada, solo quiere estar tranquilo un rato. Llorar en silencio por la ausencia de sus amigos y por la dolorosa y lenta muerte de toda su esperanza, de su voluntad para seguir persiguiendo un sueño que parecía correrse de él. Se pone sus audífonos, la música en máximo volumen y cierra los ojos. Los recuerdos pasan como una película, las prácticas grupales, las conversaciones profundas, las risas luego de bañarse, la despedida, las lágrimas, los sueños rotos.

Sin darse cuenta las lágrimas corren por sus ojos, siente como una parte del colchón se hunde y ahí está el chico nuevo sentado mirándolo fijamente. Ha guardado tanto tiempo estos sentimientos que por mucho que quiera las lágrimas no paran de brotar y los pequeños sollozos hacen eco en la habitación.

-Hyung ¿Te puedo ayudar?- pregunta el chico sonriente, que por primera vez ha cambiado esa dulce sonrisa por unos labios fruncidos y una mirada preocupada.

La fuerza del destino ; MattbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora