Pronombres personales en singular | Osano x Ayano

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¿𝙴𝚂 𝙽𝙴𝙲𝙴𝚂𝙰𝚁𝙸𝙾 𝚀𝚄𝙴 𝙽𝙾𝚂 𝚃𝙾𝙼𝙴𝙼𝙾𝚂 𝙳𝙴 𝙻𝙰 𝙼𝙰𝙽𝙾?
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- Me gusta una niña de mi clase.

Osano se rasca incómodamente la palma de la mano, su madre lo mira unos segundos y vuelve a su periódico, ella sabe de quién se trata, no es como si su hijo tuviera muchos amigos.

- ¿Ah, sí? ¿Y se lo vas a decir? -él solo estaba en cuarto grado, no sabe exactamente de que se trata el amor, por eso balancea su pie arriba y abajo esperando una respuesta.

- Me da vergüenza, -¡Oh, por supuesto que le da vergüenza! Es un niño, por eso es adorable su enamoramiento- ¿Qué se supone que debo hacer si me gusta alguien?

- Mmm, no sé, ¿Por qué no le dices que es bonita?

Su madre lo mira unos segundos y ríe porque él se a puesto un poco rojo.

- Solo si quieres, claro.

-... Está bien.

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Él no logra decírselo, Ayano está terminando de hacer el último punto de la actividad grupal en la que estaban ambos, muy concentrada para escucharlo.

-...Oye, Yan-chan -Osano mueve sus manos inquietas debajo de su mesa, él la mira directamente con el ceño levemente fruncido como si estuviera enojado, a diferencia de las expresiones escépticas que ella siempre le daba- ¿Puedo decirte algo?

- Si, está bien.

- Yo creo q-que... Que tú eres... -antes de que él pueda terminar, todo el valor desaparece de su cuerpo y el timbre para salir de la escuela lo interrumpe- ¡Olvídalo!

Los nervios lo hacen actuar torpe y con rapidez comienza a recoger sus cosas, la goma de borrar con forma de barco, la caja del almuerzo y su cuaderno de matemáticas, lo mete todo en la mochila a sus pies y cuando termina corre rápido hacia la salida, no la miro ni una sola vez incluso si se esforzó.

Ayano lo mira irse, él siempre está actuando tan extraño a su alrededor que simplemente cree que es otro de sus comportamientos habituales.

Cuando Ayano llega hasta la salida de la escuela, Osano está sentado en el suelo junto al cambiador de sus zapatos, tiene las mejillas rojas y frota sus manos contra su uniforme, sus pensamientos se desvían hacia los cordones de los zapatos de su amigo, todos mal sujetados y sin un amarre seguro, él solía meterlos en los costados del propio zapato para evitar amarrarlos correctamente, está un poco sorprendida de que aún siga en la escuela.

- ¡Eres muy lenta!

- No sabía que me estabas esperando, creí que ya te habías ido.

Osano la mira sin cuidado y sujeta sus manos a las tiras de su mochila- Vamos te acompaño a tu casa. -Ayano lo mira en silencio, interrogante por su cambio de actitud al de hace un rato, cuando ambos estan por fin fuera de la escuela, siente su mano tímidamente sujetar la suya.

- ¿Es necesario que nos tomemos de la mano?

- ¡No lo hago por qué me gustes o algo así! ¡Solo lo hago porque eres muy descuidada y no quiero que tardemos demasiado!

- ¡Oh, bueno! -Ella ajusta el agarre en su mano y engancha cada uno de sus pequeños dedos en los del pelirrojo, Ayano no lo sabe, pero durante el resto del camino, Osano le dará pequeñas miradas sus palmas juntas.

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A Ayano le gusta la casa de los Najimi.

Osano no es cuidadoso con ella en lo absoluto, considerando que Ayano es una chica, él le grita constantemente y le da apodos ofensivos, a veces sus empujones son demasiado fuertes y cuando él amenazaba con quitarle el control remoto jalaba con demasiada brusquedad, pero no le importaba, en realidad le gusta un poco.

Él tira de su mano sin cuidado y a veces de su cabello, la arrastra por el parque de su vecindario cuando salen solo ellos dos los fines de semana y no teme en burlarse de ella cuando él le gana en algún juego. Una vez, la madre de Osano lo escucho llamarla "tonta" en voz alta, ella jalo sus orejas y lo hizo disculparse, Ayano no tomo su perdón, ella sabe que él no lo dice enserio y le gusta que que Osano no tenga miedo de romperla. La mayoría de los adultos cuando la miran piensan que en cualquier momento ella puede desmoronarse, la hacen ver demasiado indefensa.

Osano sabe que él agarre firme de su mano no la lastima y sabe que los moretones que ganan en su pelea no son graves.

Es su último año antes de empezar la secundaria, hace demasiada frío afuera porque son las vacaciones de invierno y ambos optaron por quedarse dentro de casa, ven una película que Ayano eligió, Osano se quejo en voz alta por unos minutos, pero ella lo forzó a mirarla.

- ¡Ush, que asco! ¿Cómo pueden hacer eso? -Osano grita y Ayano entrecierra los ojos hacia la pantalla con duda, solo eran dos personas besándose- ¡Jamás lo haría!

Aishi se echa hacia atrás con esa declaración, a diferencia de de la madre de Osano, Ryoba la crío para ser cierto tipo de niña, su madre la educó con filmes románticos e historia con el mismo buen final, en dónde los protagonistas se aman y luego se besan.

- No creo que sea asqueroso, mis padres se besan a veces, ¿Los tuyos no lo hacen?

- ¡No, claro que no! Bueno si, pero no todo el tiempo. -Osano saca la lengua y señala el interior de su garganta con el dedo, hace todo tipo de gestos de asco hasta que la película finalmente acaba y la canción lenta de los créditos comienza- ¡Al fin! pero que tortura, creí que jamás acabaría.

- ¿Pero nunca te has preguntado que se siente?

- ¿Qué se siente qué? -Osano se levanta y toma el control remoto y apunta a la pantalla, está pasando rápidamente por el amplio catálogo de películas que existen cuando ella habla de nuevo.

Los ojos de Ayano están hacia abajo con vergüenza- Besar.

El pelirrojo se detiene un momento, puede sentir las suaves hebras de alfombra azul contra sus pies incluso a través de sus calcetines, que su casa huele diferente porque su madre cambio de limpia pisos recientemente por uno con fragancia a lavanda o que el cabello de Ayano está solo un poco más corto de lo que estaba la semana pasada, ¡Ah! Y que tiene labios bonitos.

Osano estaba seguro de que su cara era del color de un tomate y sintió sus orejas calentarse, a él le gustaba Ayano, ¿Se podía besar a la chica que te gusta? Era incluso más vergonzoso que los abrazos.

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Osano espera a que Ayano se ponga los zapatos, ella ata los cordones con calma y asegura su mochila sobre sus hombros antes de despedirse con la mano, cierra la puerta y su madre lo mira desde la sala de estar, una de sus cejas levantadas y la sonrisa tirando de las esquinas.

- Entonces... No quieres besar ¿Eh?

- ¡Mamá!