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Hyejoon toda la vida se cuestionó por qué siempre se enamoraba de personas que jamás le harían caso o que eran unos idiotas.
Aunque el término de enamorar no era del todo cierto, solo gustaba de esas personas, sin embargo, cuando Gwinam apareció, por supuesto que gustó de él pero había algo más que ella no lograba captar o comprender.
Hasta ahora.
Estaba, no destrozada, pero sí con aquel sentimiento doloroso de saber que el bastardo imbécil de Yoon Gwi Nam había decidido arriesgarse con tal de vengarse de Cheong San. Ambas partes fueron muy tontas, desde el comienzo en que Cheong San quiso grabar a Gwinam y desde que este último temió de ser descubierto ante la policía de como había asesinado al director.
Pero no quería seguir pensando en el tema, debía correr hasta encontrar a Nam-Ra e irse lo más pronto posible del lugar antes de que fuese bombardeado.
Las posibilidades de volver a ver a Gwinam eran nulas, por eso decidió despedirse antes, no era negativa solo era realista.
Limpió las lágrimas que seguían escurriendo de sus mejillas y al entrar al edificio en construcción, buscó a su amiga y al grupo por todas partes hasta dar con ellos.
Nam-Ra al verla, corrió hacia ella para abrazarla.
—¿Estás bien? —indagó con preocupación.
Ella solo logró asentir.
—¿Ya lo saben, no? Que hay que irnos.
—Sí, démonos prisa. —dijo, tomando su mano y empezando a caminar junto a los demás.
Pero ahí estaba, Gwinam apareciendo y comenzando a atacar a Cheong San.
No iba a decir nada, no había caso, pero si que se asustó al ver que lo había mordido, y todos intentaban hacer algo.
—¿No estaban juntos? —Nam-Ra le preguntó y ella con una expresión frustrada negó.
—Aún así no cambiará jamás su forma de pensar. —acotó.
Cheong San se esforzaba por pelear contra Gwinam, en un momento, debido al sonido de drones, este se distrajo y Cheong San lo empujó fuera del edificio.
Tenía un mal presentimiento, uno muy malo, pero no sabía qué podía hacer.
Todos estaban tratando de salir de ahí y quedarse para ver cómo Gwinam volvería a ignorar sus súplicas sería una perdida de tiempo. Así que también huyó.
Notando que Cheong San se despedía de Onjo y se atrevía a darle un beso. Por fin se confesaba, no era momento para pensar en eso pero siempre supo que había algo entre esos dos, o que podía haber.
