Esto es lo que recuerdo de Ethan. Girasoles. Había girasoles en todos los potreros que rodeaban los pozos de petróleo. Y el olor a petróleo. En cualquier sitio de Collins Creek, Oklahoma, se podía sentir el olor. La compañía regaba petróleo en las calles rojas para calmar el polvo o, en caso de lluvia, para combatir el terrible lodo carmín que podía inmovilizar la camioneta del empleado que venía a medir lo que el pozo producía.
Ese verano estábamos esperando la lluvia, pero no llegaba. El sol se convertía en un horno gigante y horneaba aquellas carreterasque cruzaban nuestra comunidad. El olor a petróleo caliente, negro, llenaba el aire.
Ahora solamente es mayo. El verano aún no ha llegado a Oklahoma. Hoy me gradúo de bachiller. Probablemente debería estar revisando al discurso que voy a dar por ser la mejor estudiante de mi clase, pero en vez de ellos mis pensamientos están en Ethan.
Puedo cerrar los ojos y devolverme hasta aquel día de julio, hace casi tres años ya. Y ahí está Ethan. Su familia se mudó a una de las casas de nuestro campamento. No se imaginen de nosotros vivimos en carpas o algo por el estilo, aunque todo el mundo llama a este lugar el campamento. Tenemos casas, doce casas blancas que son idénticas, ordenadas en semicírculo. En el medio hay una especie de área común, hay un parque con una oficina y un cobertizo para guardar el equipo, y el campo de los ductos abajo, hacia la entrada. Hay tres campamentos en Collins Creek. Algunos de los trabajadores de la compañía tienen casas en terrenos arrendados a los agricultores. Me siento afortunada de no vivir en uno de los otros campamentos o en arriendo. Por que en ese caso, Ethan habría sido tan solo un muchacho cualquiera que hubiera estado en mi colegio por un tiempo.
Hasta ese momento, hasta que Ethan llegó, éramos solamente Liz y yo contra el mundo. Ni siquiera me acuerdo de lo que pasó antes de conocer a Liz. Comenzamos al colegio juntas, agarradas de las mano, en el edificio de ladrillo rojo, dos kilómetros más abajo de nuestro campamento.
No era que los otros no fueran amigables pero, visto en retrospectiva, fue allí donde aprendimos que las niñas que conocíamos estaba divididas en dos grupos. Nosotras en un grupo, y el resto en otro.
La mejor manera de ilustrarlo es que cuente sobre la fiesta que Jeannie Marie Tripton hizo cuando estábamos en el séptimo grado.
-Hagamos un círculo y por turnos contamos cómo nos imaginamos nuestro futuro -dijo alguien y Jeannie Marie empezó porque la fiesta era de ella.
-Después de terminar el colegio probablemente me vaya a trabajar a Edmond y ahorre para mi boda. Naturalmente voy a tener que comprar un automóvil, tal vez un convertible Chevy. en el término de un año me caso - hizo una pausa para hacer una gran bomba con su chicle que reabsorbió luego, y continuó-: Puede que me case con Gary Don Stoner o tal vez con mi jefe si es buen mozo. luego, al cabo de dos años, voy a tener mellizos: un niño llamado Mitch y una niña llamada Millie. Viviremos en una casa de ladrillos e iremos a Carlsbad Caverns en las vacaciones.
Le tocaba el turno a Liz. Claro que yo sabía lo que iba a decir, pero de cualquier forma puse mucha atención, porque me gustaba oírselo decir.
-Voy a ir a una universidad que tenga un programa de danza realmente bueno. Puede que no me quede los cuatro años completos, no si antes puedo entrar a una de las mejores compañías de ballet. Y finalmente voy a bailar en ciudades de todas partes, tal vez también en Europa.
-¿No te vas a casar? - preguntó Jeannie Marie.
Liz se encogió de hombros.
-Tal vez algún día, pero no será lo primero que haga.
-serás muy vieja para tener niños -le advirtió Jeannie Marie
-Entonces, bailaré -dijo liz y alguien soltó una risilla contenida.
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Él entre nosotras - Anna Myers
Random- El es tan especial - dije y fui a sentarme con ella -. En verdad yo le gusto. De verdad, verdad. Nos hemos divertido mucho solo estando por ahi. Todo con el es de verdad emocionante - mire a Liz y espere una respuesta. -!Guau, es genial! - se paro...