Papá,
hoy no debo decirte gracias,
había esperado tanto,
para qué te marcharás.
Siempre fue horrible llegar a casa,
porque siempre estaba llena,
de gritos,
de golpes,
de insultos,
y de lágrimas.
Papá,
ahora que estás lejos,
ya no debemos de fingir,
de fingir querer,
ya no debemos de temer,
de temer al dormir.
Recuerdo los días en la escuela.
Cada día del padre,
debía fingir,
debía no odiar,
debía no temer.
Porque volvíamos con un detalle,
para esperar,
para verte caer,
caer, de ebriedad.
Pensé que ibas a cambiar,
pero solo nos pudiste engañar,
queríamos algo diferente,
pero solo perdimos la fe.
Papá,
ya no te odio,
ya no tengo miedo,
ya puedo defenderme,
y defender a mamá.