Ciudad de Molinos

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Una mañana como cualquier otra, Dennis despierta y a su lado yace dormida una mujer con el cabello azul, pero solo puede ver su rostro ya que está arropada con una sábana. Divaga un momento viéndola conmocionado, pues siente una extraña sensación al despertar al lado de una mujer tan deslumbrante, luego entra en razón y se levanta rápidamente porque no sabe dónde está ni quién es ella. Nota que la cama está tendida sobre el suelo como una especie de futón, y las paredes son de un color azul profundo como el naufrago mar. Ve una puerta a un costado de la habitación e intenta abrirla para escapar pero está bloqueada, y a unos metros en esa misma pared, casi frente a la cama, ve unas fotografías con marco negro que cuando se acerca para observarlas a detalle, nota que cada una retrata a una pareja desde distintos ángulos realizando una serie de acciones. En una de las fotografías se les puede ver riendo como desquiciados, en otra teniendo sexo salvaje y apasionado, en una discutiendo, y en otra llorando abrazados. El hombre es idéntico a el, con la diferencia de que en los cuadros está vestido de blanco, y el acostumbra a vestir de negro como lo está ahora, por otro lado, la mujer tiene el cabello naranja y una camisa de franjas blancas y naranjas. Se asombra porque además de ser la mujer acostada en aquella cama, el escenario es la misma habitación donde se encuentran ambos, y a pesar de que sugieren un orden cronológico están colocadas en desorden. Pero una fotografía en especial logra captar su atención; está de espaldas a la cámara viendo por una ventana donde el paisaje es un montón de molinos de viento, con las aspas quietas, como si de edificios se tratase. Rodeados de casas pequeñas a primera vista entre un atardecer sombrío y oscuro que puede ver desde un aparente segundo piso. En ese momento, Dennis voltea y diagonal a la parte de la cama pegada a la pared ve la misma ventana obstruida por una persiana, cuando camina hacia ella, tropieza con un vaso de vidrio haciendo que se quiebre y despierte a la mujer acostada en la cama. Como es típico de una persona recién despierta, se estira y la sábana cae dejando ver una camisa de franjas blancas y azules, mientras la marca de sus pezones duros evidencia sus voluptuosos senos, como si estuviera acostumbrada a ello. No vacila mucho en mirar a Dennis que está perplejo, como un niño sorprendido al ver algo que corrompe por completo su inocencia.

-Buenos días- dice la mujer con tono amable.

- ¿Quién eres?

La mujer hace un gesto pícaro pero inocente, se levanta dejando ver sus grandes glúteos descubiertos, y enciende un tocadiscos que reproduce Linger de The Cranberries. Un rock antiguo interpretado por una delicada voz femenina que parece casi conspirar para ablandar la incomodidad de Dennis, amarra su alocado cabello azul, y camina como si supiese exactamente a dónde dirigirse, mientras Dennis sigue todos y cada uno de sus movimientos con la mirada como una cámara en velocidad lenta sigue al protagonista de una película. Por él recorre una cantidad de sensaciones inefables que sólo el brillo de sus ojos, la dilatación de sus pupilas, el palpitar de su corazón y postura de su cuerpo casi inerte podrían describir... padecía el mismísimo Síndrome de Stendhal. La mujer entra por una puerta que está frente a la puerta bloqueada por donde Dennis intentó escapar, que debido a las distracciones que sugiere la habitación, pasó por alto. Se acerca para ver si podría ser una salida, pero se topa con un baño y la mujer completamente desnuda encendiendo la regadera. Recuerda la ventana que muestra aquella misteriosa fotografía, y cuando se dirige rápidamente hacia ella, siente como si un pajar de clavos lo atravesasen desde la planta del pie derecho... había olvidado los pedazos de vidrio esparcidos en el suelo. Reacciona instantáneamente con un fortísimo grito que invade los tímpanos de aquella mujer desde la ducha. Dennis se sienta en la cama y cuando ve su pie ensangrentado, nota que uno de los vidrios penetró bastante, por lo que decide sacarlo desde la parte aún visible con sus dedos en forma de pinzas. Entre tanto dolor escucha que abren la puerta del cuarto, y al asomarse desde la cama, debido a que una esquinera de la pared obstruye la vista; solo logra ver unas manos cerrándola rápidamente, y en un costado una escoba, un recogedor y un botiquín de primeros auxilios. La mujer sale del baño empapada, y toma la escoba y el recogedor para empezar a barrer los pedazos de vidrio sin siquiera mirar a Dennis que está herido, como una especie de autómata. Luego de botarlos en el tinaco de basura, deja la escoba y el recogedor en el mismo lugar para tomar el botiquín. Se sienta al lado de Dennis con cara de preocupación, le toma el pie rápidamente, le limpia la herida con alcohol haciendo que Dennis se retuerza de dolor, le venda el pie con una gaza y lo acuesta para que pueda reposar. Acto seguido, se escucha como abren y cierran la puerta nuevamente de manera rápida, a lo que Dennis hace un esfuerzo para ver desde la cama, y nota que la escoba y el recogedor ya no están.

-¿Qué está sucediendo aquí?- pregunta a la mujer alterado.

- Nada, no tienes de qué preocuparte.

-Que no tengo de que... ¡No se donde estoy ni quién eres tú!- exclamó Dennis confundido.

La mujer se levanta de la cama y deja caer la toalla mirando fijamente a Dennis. En ese momento, sus ojos color marrón penetrante. Su nariz ligeramente chata perforada en la fosa derecha. Sus labios lila como la rima que aletea un carraca. Su cabello azul que como fruto paradisíaco de zumo transparente, parece exprimir las gotas que se escurren por su piel suave color trigo; por sus pezones, su vientre, sus muslos y pies causando envidia a la toalla en el suelo por no poder absorber ni una sola gota de aquel espectáculo..., invaden los sentidos de Dennis. Su mente se ve infestada de pensamientos compulsivos y metáforas, pues se siente como la toalla; un simple trapo que usa aquella mujer para secarse, colgarlo hasta que pueda volver a usarlo y desecharlo luego. Sospecha que de alguna manera insinúa que no tiene otra alternativa que sucumbir ante la incomodidad, la incertidumbre, la desesperación y el miedo... y que en pocas palabras grita con su sensual acto: ¡Suelta la toalla!. Una imagen mental bebiendo semen con sangre en un vaso roto lo devuelve al cuerpo, la mezcla perfecta entre excitación por lo que ven sus ojos y dolor por su profunda herida en el pie.

-¿Ves? Pensar en lo que te preocupa solo te distrae de lo que tienes enfrente- dice la mujer con mirada conmovedora.

- Es que... algo me dice que puedo confiar en ti...

-¿Pero?

- Nunca he estado al lado de una mujer como tú, y es lo que más me atemoriza.

-No es eso lo que te causa temor... es porque estás en el mismo cuarto que tu mayor inspiración y no sabes qué hacer con ella.

-¿A qué te refieres?- pregunta Dennis nervioso.

Dennis siente en el tórax la vibración de un sonido muy fuerte que irrumpe en la conversación, sin saber de donde proviene.

-¿Querías mirar afuera verdad?- pregunta la mujer mientras extiende su mano.

Dennis demora porque recuerda que aquella mujer, acaba de desnudar su patética y absurda existencia con unas cuantas palabras. Pero también quería respuestas de todo lo que estaba sucediendo, así que toma la mano de la mujer que lo ayuda a levantarse de la cama. Se sostiene sobre sus hombros, y esta lo guía hacia la ventana, Dennis se apoya en la pared y lo suelta cuando está seguro, dando unos pasos atrás. Levanta la persiana, y a medida que va subiendo, su rostro va adoptando otra forma; a juzgar por el cielo morado con retazos naranjas esta contemplando un sombrío atardecer. Suelta la cuerda de la persiana boquiabierto al notar que hay un montón de molinos, como en la misteriosa fotografía, pero en este caso las aspas giran cada vez con más fuerza. Todo lo que estaba alrededor de los molinos empieza a destruirse, y Dennis presencia como se acerca una oleada de partes de otras casas, verjas, metales, postes de luz, entre otras cosas. Corre cojeando por la herida lo más rápido que puede hacía la puerta principal del cuarto e intenta abrirla con desespero, sin poder lograrlo. Cuando voltea para buscar otra alternativa de escape, ve a la mujer acostada en la cama en una postura sensual mientras lo mira fijamente, y por una de sus mejillas se escurre una lágrima. La mujer cierra los ojos y la oleada abate bruscamente la casa donde estaban.

Dennis despierta en su habitación, recordando todo lo sucedido. Mira a su lado, alza la sábana y nota que la mujer de cabello azul no está, sin embargo, las paredes son del mismo color azul profundo que ahoga como el mar, pero con una sola fotografía enmarcada. Se acerca para verla mejor y nota que es la misma, ahora con un marco blanco, donde esta de espaldas mirando un paisaje a través de una ventana... pero con una gran diferencia; está vestido de azul, el cielo está completamente despejado, claro, y las nubes blancas le quitan protagonismo a los molinos.

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