Jamás.

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Suguru Geto solía ser una persona tranquila y aplicada. Durante gran parte de su niñez nunca tuvo muchos amigos, y las situaciones ruidosas le irritaban demasiado; sin embargo, le era difícil negar lo mucho que disfrutaba de la compañía de su mejor amigo, quién resultaba ser completamente diferente a él; era ruidoso, inquieto, grosero y un desastre en general. De hecho, el pelinegro estaba completamente seguro de que si se tratara de cualquier otra persona, lo mandaría a volar de una patada en el trasero, pero Satoru por alguna razón era la excepción.

¿La razón? era un poco difusa, pero a diferencia de otros, no importaba lo insufrible que fuera el chico de ojos claros, ya que siempre desprendía una especie de sensación cálida que solo él  lograba transmitirle.

Desde hace algún tiempo, Geto se cuestionaba muchas cosas acerca de su amigo. Era obvio que Satoru había cambiado mucho en lo que a relaciones se refiere, pues, en algún punto, se había vuelto una persona arrogante que aparentaba no tener sentimientos hacia nadie. 

Definitivamente, Geto odiaba esta versión promiscua y deshonesta de él; sin embargo, la amistad entre ellos no había cambiado, así que por el momento estaba bien con eso.

Suguru terminaba de alistarse para asistir a clases cuando...

—¿Diga?—contestó el pelilargo ante una repentina llamada desconocida en su celular.

—Que tal Sugu, dime, ¿qué harás este fin de semana?

Era Satoru llamando desde el celular de alguna de sus tantas novias.

—Estudiaré para los parciales, tal vez debas hacer lo mismo—sugirió.

—Escucha, te prometo que si vienes el fin de semana estudiaremos juntos.

—¿Porque piensas que quiero estudiar contigo?—respondió el moreno, burlándose desde otro lado de la linea.

—No seas aburrido, la pasaremos bien, habrá karaoke, alcohol y muchas chicas. ¡Además el padre de mi amiga es dueño de un penthouse!

—¿Y...?

—Ella dice que podría arrendarlo por un precio mucho más barato solo para nosotros. Imagínate, hasta podríamos hacer una gran org-

—Adiós.





Luego de una larga jornada de clases, el timbre del receso sonó y todos salieron de sus aulas. Como era costumbre, ambos se quedaron en la sala a charlar y comer sus almuerzos en la tranquilidad del salón. Era agradable cuando no había nadie más cerca.

El peliblanco movió su pupitre junto al de su amigo, y frente a él extendió su brazo con una bolsa blanca.

—Es para ti—dijo.

Suguru recibió la enigmática bolsa y la abrió con cuidado.

—¿Takoyaki?

—Tus favoritos. Creo que me pasé un poco con la broma del penthouse, no me odies ¿si?— dijo con cara de arrepentimiento, cómo un perro moviendo la cola después de haber hecho algo malo.

Secretamente, el chico de cabello largo y negro se derretía con este tipo de cosas, pero no debía demostrarlo, jamás. 

—Además, de ningún modo tendría una orgía contigo—soltó Satoru con una gran carcajada.

—¡Qué idiota eres!—contestó Suguru arrojándole un takoyaki sobre la cabeza, el cual voló por la ventana y cayó sobre un profesor.

Al final siempre terminaban riéndose de sus tonterías y así se pasaba el tiempo volando.

—Entonces ¿vendrás?—preguntó el peliblanco poniendo cara de suplica y ojos llorosos.

Al menos estando al teléfono, Geto podía cortar e ignorarlo, pero en persona era completamente diferente, nunca podría decirle que no a esa cara estúpida.

—Esta bien iré, pero seré el primero en irme no lo dudes.

Gojo saltó de su silla y dio brincos de felicidad. Él nunca había logrado llevar a su amigo a alguna fiesta antes, por lo que esto sería algo nuevo para ellos.

—Eres el mejor; ¿Sabes? tal vez hasta consigas una novia. Ahora que lo pienso... ¿has tenido novia alguna vez?—preguntó el albino bastante interesado.

—La escuela es mi única prioridad hasta el día de mi graduación—contestó el moreno con la vista enfocada hacia el vacío, como si hubiese practicado esa frase toda su vida.

—Qué espanto, a veces me pregunto porque somos amigos.—bufó.

—No eres el único que se lo pregunta.



Simulacro de AmistadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora