Aurora

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¿Que es el amor? Esa es una pregunta que siempre me he hecho desde que llegué aquí, una simple mortal en el reino de los dioses.

La respuesta fue simple: es un sentimiento de afecto, una atracción emocional o sexual, también puede ser ambas. Ahora tengo otra pregunta: ¿Un Dios alguna ves sintió lo que era el amor?

Ahora mismo él me tiene sometida en una enorme y bastante cómoda cama, sus caricias son muy bruscas, sus manos están frías al igual que su mirada, no importa que haya pasado un largo tiempo desde que empezamos a hacer esto, él no tuvo un solo gesto en todo el acto, mantuvo esa mirada distante y seria, como si no lo estuviera disfrutando aunque tampoco parece querer detenerse.

En cuanto el acto terminó él con una voz cortante y entre notorios jadeos dijo: "vete". Obedecí y salí de esa habitaciónen ningún momento él me había desnudado por completo, caminé descalza hasta mi habitación, una pequeña pieza en un rincón del gran palacio en medio de un océano casi infinito, me acosté en esa pequeña cama y recordé como había llegado hasta aquí.

Hace no mucho

Aurora era una joven que vivía en el campo, era la hija de dos campesinos pobres, su madre había muerto por tuberculosis cuando la joven tenía solo 5 años, se vió forzada a trabajar para mantenerse, con un padre alcohólico, no había opción.

Su nombre se debe a que sus padres se casaron en una noche mágica dónde las auroras boreales se hicieron visibles por el mundo, la madre recordando aquella vez llamó a su primera hija por ese nombre.

Ella contaba con 22 años ahora, tenía el cabello castaño tan largo que le llegaban a las rodillas, sus ojos eran grises, pestañas largas, labios rosados y algo agrietados, delgada, bajita, vestía un vestido blanco muy simple que le llegaba a los tobillos.

Aurora siempre solía caminar por un largo río al llevar lo que había cosechado al pueblo más cercano preguntándose hasta donde llegaba ese infinito río. Aurora quiso descansar, se sentó en una roca y miró como los peces nadaban con la corriente, agitando sus aletas con alegría y libertad.

–Son muy hermosos– Murmuró ella viendo a los peces, sus ojos brillaron de la felicidad y al mismo tiempo por las lágrimas que cristalizaron sus retinas, una de sus lágrimas cayó en su mano, de inmediato Aurora se secó los ojos y continuó su camino hasta su hogar.

Al llegar a la cabaña ella buscó a su padre por todo sitio pero no lo encontró.

–De seguro está en el bar, papá...– dijo con tristeza, no soportaba ver a su padre siendo adicto, era algo que la torturaba todos los días, él no poder hacer nada por su padre.

Pasaron un par de días en los que el padre no llegó a casa provocando que Aurora se desesperara y saliera de la casa en busca de su progenitor, por el camino se escuchaba a la joven llamando a su padre y preguntándole a las personas si lo habían visto, no hubo respuestas

–¡Papá!– Gritó al ver a su padre durmiendo debajo de una casa en ruinas, fué hacia él y lo ayudó a levantarse del suelo, el hombre se veía bastante mal, a la joven le dolió verlo así y apoyándolo contra ella ambos se fueron a casa donde ella curó algunos raspones en el rostro de su progenitor, él constantemente murmuraba el nombre de su esposa, aún le dolía haberla perdido y se culpaba por dejar que se marchara así nada más.

Aurora trataba de consolar a su padre pero sus intentos eran en vano.

Una tarde de invierno la jóven escuchó las palabras preocupadas de la gente acerca de una inundación muy cerca del pueblo que había ahogado a muchos animales de una granja y el dueño de la misma estaba desesperado.

–Esa es una noticia horrible– Escuchó a una señora decir.

–¿Que le hizo ese pobre hombre a los dioses para que le den tal castigo?– Dijo enojado un señor.

Aurora sin decir nada solo siguió caminando mientras algunas gotas de lluvia caían, ella estaba preocupada por su padre así que apresuró el paso, pero a medio camino la atrapó la tormenta y no hubo más opción que refugiarse debajo de una choza abandonada entre el bosque y el río que por la tormenta tenía un movimiento furioso.

–Oh no, mi padre, espero que no esté bebiendo– Aurora soltó un estornudo y esperó pacientemente hasta que la lluvia calmara.

Una vez el clima cambió ella fué corriendo hasta su hogar y al llegar estaba muy preocupada, no le importaba estar toda mojada, lo único que le preocupaba era su padre, lo buscó por toda la casa y ahí lo vió...

–¡No! ¡Papá!– Su padre había muerto por una intoxicación, Aurora se culpó una y otra vez el no haber llegado antes para evitar esto, pero él se veía tranquilo, como si solo estuviera durmiendo.

Aurora no salió de su hogar en muchos días, entró en una profunda depresión. Una mañana ella vio por la ventana a un zorro mirando fijamente a su casa

–¿Y este animal?– Preguntó Aurora mirándolo, sus ojos tenían unas notorias ojeras y su cabello estaba algo despeinado y descuidado, salió de la casa y el zorro se fué corriendo.

–Bien, como tú quieras– Dijo ella y cuando quiso entrar a su casa sintió un tirón en la parte más baja de la falda de su vestido, Aurora miró hacia abajo y ahí estaba ese zorro de nuevo molestando.

Ella notó rato después que es lo que quería el animal, quería que ella lo siguiera

–Bien, iré contigo– Dijo con molestia y siguió al zorro hasta el río, deteniendose justo en el borde, ella vio como el animal se preparaba para saltar y se metió en el río dejando a la joven boquiabierta al verlo saltar así de repente.

Después de un rato de estar en shock ella sintió un golpe en el cuello cayendo inconsciente, lo último que pudo ver fué unas telas blancas agitarse con el viendo y una voz que dijo algo que ella no pudo entender muy bien.

Cuando Aurora despertó sentía el cuerpo pesado, abrió lentamente los ojos y vió un techo brillante y lujoso, lo mismo se veía en las paredes, se levantó de inmediato del suelo de ese glamuroso lugar, no sabía dónde estaba ni como llegó ahí, solo se arrepentía de perseguir a ese animal, ahora solo había un objetivo, salir de ahí.

𝑬𝒏 𝒆𝒍 𝒐𝒄𝒆𝒂𝒏𝒐 - 𝑷𝒐𝒔𝒆𝒊𝒅𝒐𝒏 𝒙 𝒐𝒄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora