13

295 31 11
                                    

Vegeta's POV.

Son las dos y cuarto en Bélgica y menudo viajecito. Tengo el cuerpo molido de estar sentado durante más de diecisiete horas (con suerte de salir desde el aeropuerto internacional de Tokio) en el avión y hacer escalas. Al menos ya estoy aquí y sé que desde que llegué, podré tumbarme en el sofá. Esperé en la salida del aeropuerto. Hacía un día soleado, no como en Japón que a veces el cielo estaba tan gris que parecía que iba a llorar.

Me senté en uno de los bancos que había en el exterior mientras esperaba a mi padre. No era la primera vez que llegaba impuntual, por lo que decidí ponerme los auriculares hasta que él llegase. Mirrors de Justin Timberlake se colaron por los pequeños altavoces, haciendo que mi corazón se encogiese por echar de menos a Gokū. La tarde de ayer había sido magnífica; me llevó al trabajo, llamó a Katayude diciéndole que iba a llegar tarde a su entrenamiento, se quedó conmigo las tres primeras horas de mi turno y después se fue para volver a la hora en la que terminaba, me dejó en casa y se despidió con un beso corto como deseándome buen viaje. La verdad, a veces me dejaba un poco trastocado. Unos días parecía un ogro y otros no lo reconocía. Supongo que sería por su estancia en prisión, que eso cambia la mentalidad de uno como poco.

Mi música cesó en el momento en que entraba una llamada telefónica. Mi padre. Acepté la llamada, con mis auriculares aún puestos, y respondí con un «¿Diga?». El «¿Diga?» más átono que he soltado en mucho tiempo.

Hijo, ¿dónde estás?

—En los bancos que dan a la salida del aeropuerto, papá.

D'accord. Espérame ahí. —Y colgó.

La música volvió a mis oídos y yo solté un respiro. No es que no quisiese estar en Bruselas con mi familia, en realidad los había extrañado. Pero también quería pasar esa última semana con Gokū antes de que volviese Goten a casa. No quiero que se me malinterprete, adoro a ese pequeño; es enérgico, una ternura y me hace los días arduos de trabajo un poco más felices. Sin embargo, estos últimos días con Gokū habían sido maravillosos. Incluso me propuso que fuera con él a su primera pelea tras salir de prisión.

Un BMW series 5 gris, apareció sin esperármelo y fue reduciendo la velocidad hasta quedar frente a mí. Mi padre había llegado y, rápido, salió de su sitio cerrando la puerta con brío. Era un hombre algo mayor, con algunas canas en su negruzco cabello corto y arrugas que empezaban a formarse en el final de sus ojos. Vestía un polo rojo y unos pantalones vaqueros holgados y algo desgastados.

—Lo siento, hijo. Sé que soy un impuntual, pero pensaba que tu vuelo no llegaba hasta las doce.

Se excusó, y a mí me sonó a historieta.

—Ya, papá. No pasa nada, yo también pensé lo mismo -le dije. Realmente no tenía ganas de discutir con él, ya no tenía quince años para eso.

—¿Ha sido muy agotador? —Cogió mis maletas y las puso en el maletero.

—Bastante. Me duele el cuerpo de estar todo el rato sentado... Y la vista de mantenerme despierto viendo series.

—Tendrías que haberte echado una cabezadita —me abroncó—. Ahora tendrás que mantenerte despierto hasta la noche.

—Ya...

Mi padre cerró el maletero y se subió en el coche después de mí. Arrancó el motor y me dio su móvil.

—Llama a tu madre y dile que ya vamos a casa.

—Vale.

Desbloqueé su móvil y vi que su fondo de pantalla era una foto que se había sacado recientemente con ella. El color rubio de su cabello lucía mucho más brillante con la luz del sol que le daba de lleno. Tecleé el número de teléfono de mi madre (que aparecía con el nombre de «Mon amour» seguido de un emoji de corazón) y puso el teléfono de mi padre cerca de mi oreja. Al segundo toque, ella respondió.

Heal Me [Kakavege Fanfic]EN HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora