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Vegeta's POV



Desperté un día más para ir al trabajo. Otro día más de trabajo en el que no sé cuando volveré a ver a Gokū. Suspiré y me bajé del metro para ir directo a mi trabajo, en el cual me esperaba con gran regocijo Lapis. Me miró y levantó su mano derecha en ademán de indicarme su ubicación. Me acerque hasta él y me dedicó una gran sonrisa, y no sabía si era porque se había alegrado de mi llegada o por si tenía alguna noticia que contarme. 

—Buenos días, Lapis. Te veo emocionado. 

—Buenos días, compi. Pues sí, lo estoy. 

—¿Se puede saber por qué? —Le pregunté mientras sacaba las llaves de mi mochila. Yo era el único que tenía la llave de las rejas, además de la encargada con la que nunca he coincidido. 

—A mi hermana le van a dar un nuevo tratamiento de quimio. 

Le miré con ojos asombrados y sonreí. De verdad, me alegraba mucho de escuchar esa noticia. 

—Lapis, eso es fantástico. ¿Cuándo empieza? 

—Sólo le queda una sesión de la que está recibiendo. Cuando termine, comenzará con la nueva. 

—¿Y a qué se debe esa decisión? 

—La que tiene ahora no estaba dando demasiado efecto —sujetó el final de las rejas y las alzó hasta arriba—. Los médicos han decidido seguir con un nuevo tratamiento. A ver qué tal le va. 

—¿Vas a ir a visitarla hoy? Me imagino que tiene que estar en su casa junto con Māron. 

—Sí, o bueno... eso espero. Ya sabes como es la encargada con el tema del horario.

Ambos entramos y despejamos la entrada dejando las mesas y las sillas a un lado de la entrada. 

—No creo que diga nada. Y si no, no te preocupes y yo me encargo de cubrirte. 

Lapis me miró sorprendido, pensando que si yo estaba majara. 

—Vegeta, ¿estás loco? —Lo miré ante su atónita voz—. Hoy hay derbi, y vendrán todos los borrachos e hinchas. ¡Cómo vas a poder tú sólo! 

—No te preocupes por eso. Peores plazas he toreado —dije agarrando dos mesas juntadas para ponerlas fuera en la pequeña terraza con acceso a la vía pública—. Además, hasta antes de que llegases tú, yo me encargaba del local hasta la misma noche. Así que no te preocupes, yo te cubro. 

—Compi, no creo que esté bien eso. Tú también deberías de descansar. 

—Ya he descansado lo suficiente, ha habido un finde semana de por medio —dije sin inmutarme en sus réplicas mientras sacaba las sillas—. ¿Vas a ayudarme o te vas a quedar ahí quieto? 

—Sí, sí, claro. —Y con apuro, agarró otras dos mesas juntadas para ponerlas en el otro extremo de la terraza. 

A lo largo de la mañana, la gente entraba y salía después de desayunar. Se notaba que estábamos entre semana. El gentío con sus apuros hacia sus trabajos y no había casi niños en la calle. Limpiaba la barra del bar cuando me percaté de la presencia de una persona que me parecía familiar.  ¿Qué hacía Tāresu aquí?

Boungiorno, angelo —me saludó con una sonrisa atractiva y dulce. Yo pestañeé y le dediqué una sonrisa cansada. 

—Buenos días, Tāresu. ¿Qué haces por aquí? 

 —No mucho. Hacer un descanso en el trabajo. 

—¿Mucho ajetreo hoy? 

—Bueno..., no demasiado —posó su cachete en el reverso de su mano derecha, la tatuada. Él no paraba de mirarme y yo me sentí algo incómodo. 

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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