𝐆𝐄𝐓𝐀𝐖𝐀𝐘 𝐂𝐀𝐑 || 𝐉𝐀𝐌𝐄𝐒 𝐏𝐎𝐓𝐓𝐄𝐑

𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

├─᪲─᪶─᪲─᪶─᪲─᪶─᪲─᪶ ⭒⚛⭒ ─᪲─᪶─᪲─᪶─᪲─᪶─᪲─᪶┤

Los copos de nieve caían sobre aquella cabellera azabache. Esa niña de tan solo cinco años armaba tranquilamente un muñeco de nieve. Su nariz estaba ruborizada por el frío viento, sus manos se mantenían calientes gracias a esos preciosos guantes rojos, su cabeza estaba aprisionada por un hermoso gorrito de lana, su cuello rodeado por una bufanda y su cuerpo se mantenía a temperatura por las acogedoras prendas.

Sus padres la observaban de lejos. La alegría que transmitía podría contagiar a cualquiera que pasara por allí.

La niña de ojos verdes cada tanto se giraba para saludar a sus padres.

Ese muñeco de nieve estaba a punto de ser terminado. Saco un par de botones negros de sus bolsillos y los coloco como si fueran ojitos. Una diminuta zanahoria fue la nariz, unos pequeños corazones de plástico fueron los botones de un saco invisible y por último no podía faltar una hermosa bufanda, la bufanda de esa niña fue el último detalle de tan maravillosa obra.

⸺Wow. ⸺una voz junto a ella halago.

La pequeña niña giró su cabeza y se encontró con un niño con cabello alborotado, gafas y muy bien abrigado.

⸺Si haría un muñeco no sería tan bonito como el tuyo.

⸺No lo creo. Creo que tu muñeco de nieve sería tan genial como el mío. ⸺se sincero la azabache.

⸺Sabes le falta una sonrisa.

⸺Oh, me quedé sin elementos para hacerla. ⸺murmuró agachando su cabeza.

⸺Podemos solucionarlo. ⸺sonrió⸺. Por cierto, me llamo James Potter. ⸺estiró su mano.

⸺Soy Freya Emrys. ⸺sonrió tomando la mano del niño.

⸺Ven, busquemos pequeñas ramitas para la boca de tu muñeco.

La niña asintió y ambos infantes corrieron por todo ese parque en búsqueda de pequeñas ramitas.

Se avecinaba el primer año en Hogwarts. Freya estaba emocionada por asistir a ese prestigioso colegio. Y lo que más le emocionaba fue que iría con su mejor amigo James Potter.

Daba la casualidad que ambos niños eran vecinos. Tuvieron demasiadas citas de juego y mientras pasaba el tiempo esos dos extraños se transformaron en unos amigos inseparables.

James se cruzó a la casa de Freya. Estaban por partir al Callejón Diagon. Necesitaban buscar sus primeros elementos mágicos.

Escaló una, no tan larga, escalera y golpeó suavemente aquel vidrio. La niña de once años al ver de quién se trataba sonrió tan ampliamente que se acercó a abrir su ventana.