-¿Zoe nos vamos?- gritó desde lo lejos mi compañera.
-Vaa Lea, espérate un segundo que me acabe esto.
-¿Que te espere para que te acabes un cigarrillo? Entre que te entra la vaguería de caminar y te entretienes con el humo no llegamos en la vida, así que andando.
-¡Que mala amiga eres!¡Ya voy!Apagué el cigarro con un gesto molesto y agarré la mochila bruscamente. Odiaba caminar, era algo tan cansado y aburrido... suerte que siempre llevaba los cascos conmigo,la música era parte de mi vida, la voz que me levantaba por las mañanas y me dormía plácidamente. Coloqué un auricular en mi oreja y corrí hacia el lado de mi amiga.
-Siempre con un auricular en tu oreja ¿no me puedes escuchar por una vez a mí?- replico Lea
-No, por algo escucho música, para no escuchar tu voz de pito- respondí riendo.
-Mira que eres cruel... Por cierto...¿que escuchas?
-No creo que la conozcas...
-¿Dudas de mi cultura musical?- pregunto burlándose.
- Concierto para violín de Felix Mendhelsoon.
-Retiro lo dicho. No entiendo cómo te puede gustar la música clásica, no pega con tu carácter.
-Tampoco pega que con tu cara puedas ligar tanto.
-¡Hoy te estás luciendo Zoe!¡ Aplica esa inteligencia en clase y ya verás como apruebas algo!
Empezamos a reír como bobas a carcajada suelta. Era una rutina sonreír a su lado, teníamos nuestros enfados sí, pero al fin y al cabo éramos mejores amigas, a pesar de ser completamente diferentes. Lea era la típica chica rubia de ojos azul cielo, el clon de los clones en mi opinión. Su largo y liso pelo caía en cascada por sus hombros hasta llegar a su estrecha cintura. Era bastante alta, más o menos teníamos la misma altura, rondábamos por un metro setenta i dos. Adueñaba un cuerpo bastante desarrollado, es decir, era la reina de nuestro curso, todos los chicos besándole los pies como memos. Era tranquila y de carácter fuerte, siempre elegía el camino correcto, y a pesar de que siempre bromease con el mito de que las rubias son imbéciles, nadie podía dudar de su inteligencia.
Yo era todo lo contrario: Morena, cabello largo rizado, y ojos marrones café. Me consideraba una persona bastante extrovertida y social, aunque esto a veces me pasaba factura. No tenía un cuerpo de cine, pero tampoco era voluminosa, aunque mi espalda fuese bastante ancha. En cuestión de moda no era regular, un día iba en pantalones pitillo con tacones, otro podía ir descuidada en chándal, y al siguiente en vestido. Pero ese día iba con tacones negros a conjunto de pantalones apretados y un jersey verde oscuro, nada provocativo comparado con Lea, que siempre revelaba una parte de su cuerpo.
Hicimos un sprint hasta la estación de tren, ya que llegábamos bastante tarde y nuestro grupo nos estaba esperando impacientemente.
-¡Lea me ahogo!- dije jadeando por falta de aire.
-Esto te pasa por fumar tanto
-A partir de hoy lo dejo!
-Eso lo dices cada día como unas 4 veces, y por si te das cuenta ya estas cogiendo el paquete para hacerte uno cuando lleguemos.
-¡Lo estoy cogiendo para tirarlo a la basura!
-No me lo creo.
-¿A no?
Me liberé del paquete Malboro dejándolo caer unos pasos atrás. Seguí corriendo junto a la rubia pero mis pies se detuvieron en seco, en realidad necesitaba ese paquete.
-¿Que pasa ahora? - preguntó confundida.
-Creo que se me han caído las llaves, adelántate, en nada te alcanzo.- me excuse.
-Vale como quieras, pero si en cinco minutos no estás en el andén, nos vamos sin ti.
-Solo será un minuto no te preocupes.
Cambie mi rumbo para ir en busca del paquete de tabaco. Bajé la cabeza concentrada en el camino que había recorrido, no podía parar muy lejos.
-¿Dónde está mi paquetito? ¿Donde estas chiquitín? Que me has costado una fortuna.
-¿Buscas esto?- alguien interrumpió mi búsqueda. Por su voz deduce que era una mujer, más o menos de mi edad. Su voz era dulce y toda ella derrochaba una fragancia a caramelo. Levante la cabeza rápidamente quedando hipnotizada por la chica que se paraba frente mis ojos : Adueñaba una cabellera castaña de tonalidad clara que descendía por su espalda. Sus hebras lisas bailaban a la melodía del viento, como si el aire respetase su crin, pero lo que más destacaba en ella eran unos ojos verdes intensos que me miraban fijamente. Eran tan profundos, pero tan hermosos. Su mirada esmeralda dejaba embobado a cualquiera.
-Si gracias- respondí sonriendo estúpidamente.
Me dio el paquete y continúo caminando recto dirección la estación ,haciendo volar su melena elegantemente. Yo, en cambio, me quede paralizada, mis pies quedaron clavados en el asfalto y mi mente se olvido lo que era pensar. Solo podía observar como esa chica se alejaba de mí paso a paso, y contemplar cómo sus esbeltas piernas levantaban las piedrecillas que descansaban en el camino. Quería que se detuviese, pero no podía pronunciar ni una sola palabra, era como un estúpido mimo perdido por la calle, suerte que ella tomo la iniciativa.
-¡Por cierto!-dijo volteando la falda rosada que llevaba-¡Me llamo Marina! Espero verte de nuevo... emm
-Zoe, ¡Zoe Madison!
-Bonito nombre Madison!
Sonrió tiernamente y siguió su ruta como si nada hubiese pasado, hasta perderse entre los coches.
-Marina...- susurre con un hilo de voz- ¿Qué hora es?¿ Han pasado 8 minutos ya? ¡Mierda voy a llegar tarde!
Salí disparada como una bala para la estación sumida en la imagen de esa mirada esmeralda.
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Addicted
Roman d'amourZoe es una chica de 16 años con una vida normal como cualquiera, hasta que se encuentra con una misteriosa chica de ojos esmeraldas. ¿Estas se verán afectadas por la fiebre del amor o se impondrá la amistad por miedo a sentir algo más? ¿Que le ampa...