ROSARIO

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         Rosario, Argentina. (24 de junio de 1987) nace en el seno de una familia considerablemente humilde un niño que no se imaginaría lo que iba a poder ser en el futuro, su nombre era Lionel Andrés Messi Cuccittini.
        Desde pequeño en la casa la comida de la señora Celia María Cuccittini se la daba a Lionel, con el pretexto de tener "dolores de barriga".
Leo disfrutaba como pasatiempo en el hogar jugar en la play, a las escondidas, pero sobretodo le encantaba su mayor pasión, el FÚTBOL. Era el Rey de su barrio y lo más increíble es que él era muy pequeño, pero eso a él no le importaba. Los días pasaban y su habilidad con el balón iba cada vez desarrollándose más, un día su abuela la invitó a ver un juego en vivo de los Newells Old Boys Juveniles. Aquí, comenzó TODO. Resulta que uno de los jugadores del equipo se lesionó durante el transcurso del partido, y no podían hacer cambios porque antes habían expulsado a un jugador. Ante esta situación la abuela acudió al entrenador del equipo que por favor dejara jugar a su nieto, que él era muy bueno y tenía mucho talento para el fútbol, después de tratar y tratar de convencerlo, el entrenador al ver que no le quedaba de otra lo metió al campo. Ahí estuvo, un niño de 7 años jugando contra jóvenes de 12,13,14 años. ¿Y saben qué? La rompió marcando 3 goles dándole la victoria al Newells, un partido donde al ver la agilidad, el regate y el control de balón que desprendía este nene, te quedabas boquiabierto. Su forma de jugar recordaba mucho a Diego, por eso le querían mucho. A sorpresa de nadie, no se sabe cómo, Lionel terminó siendo parte del equipo y a jugar partidos de liga de adolescentes, si, un niñito de 7 años dejaba en el piso a aquel que osaba defenderlo, con sus fintas y recortes Leo le daría al equipo su primer título en la categoría juvenil. Era de otro mundo, simplemente, si se lo proponía podía ser el mejor jugador del mundo. ¿Algún obstáculo? Lamentablemente si. La estatura del jovencito no alcanzaba para convertirse en un futbolista profesional. Lo más triste es que él lo sabía, estaba enfermo. La familia no se podía permitir un tratamiento porque era muy costoso para ellos. Sin embargo Leito no se rindió, se cuidaba mucho, se alimentaba bien y cada día en su cuarto, agarraba un lápiz de la escuela, de esos de punta mocha y se medía en la pared para ver si había crecido algo más ese día. Como es de esperar, no ocurría muy a menudo, el pequeño estaba destinado a quedarse enano para el resto de su vida, algo que le sería muy doloroso para él ya que según él, quería dedicar su vida a la redonda. Ya con 11 años, un Lionel con habilidades más pulidas estaba siendo ojeado por diferentes clubes de alta categoría argentina, pero él no podía jugar en estos porque según estos clubes no se podían "permitir esa cantidad de dinero". En fin, él se encontraba en un callejón sin salida. Pero su padre no se quedaría de brazos cruzados, uno de los mejores clubs de Europa en esa época estaba interesado en él, el equipo español Fútbol Club Barcelona habría mostrado varías veces su interés por la joven promesa. Así que con su hijo viajaron a Cataluña a negociar las condiciones y el pago del tratamiento del jovencito. No era un secreto, que uno de los mejores equipos del mundo claramente se podía permitir este tratamiento, el problema de los entrenadores, es que no le veían con el físico necesario para convertirse en deportista, pasaron los días, semanas meses, y junto con su papá estaban sumergidos en mucha ansiedad sobre la respuesta, al punto de convertirse an algo un poco cansino. El padre estaba molesto e impaciente porque no había respuesta, en una cena, uno de los socios más influyentes del club se reunió con el padre para explicarle el problema de que por qué no podían ficharle a Leo, sin embargo, su padre se hartó de explicaciones y le dijo que si no había respuesta de él asunto en ese preciso momento, él y su hijo se irían de vuelta a Rosario. Aquel senior de traje fino y corbata carmesí se encontraba en un sinfín de dudas y de preguntas en su cabeza, pero el corazón le ganó a la mente, y sacó una servilleta, con un lapicero de tinta oscura estableció el contrato, y así el Rosarino pasó a ser parte del club catalán por una servilleta. ¿Qué hubiese pasado si hubieran quedado en otro establecimiento que no fuese un restaurante? Quizás no nos estuviésemos deleitando de lo que este ha hecho con la historia del deporte.

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2023 ⏰

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El Niño que NO Podía CrecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora