||4||

958 43 0
                                    


«Narra Marie»


-¡Marie, por el amor de Dios, date mas prisa!-Gritó Kendra


-Eso es lo que trato de hacer, pero estas cosas son cansadas.- Dije mirando mis tacones.- Además hoy no es mi día, hace unas horas casi me matan


-Eso no es nada, deja de quejarte que en unos cuantos minutos abrimos.- Respondió ella moviéndose ágilmente entre las mesas


Cuando termine de recoger todas botellas que sobraban, comencé a limpiar cada mesa, después acomodé cada silla y limpie la barra, donde dentro de unos cuantos minutos estaría sirviendo a todos esos deprimidos que se quejan de la vida y de todas las chicas que los botaron. 


-Ya terminé.-dije sentándome en el banquito


-Esta bien, toma.-Dijo dándome unos converse del mismo tono de mis jeans. Negros.- Te servirán de algo


-Gracias Kendra.- Sonreí quitándome los tacones


Kendra es como mi "jefa" pero era más mi amiga, su cabello es rubio y ruloso, sus ojos son verdes y su piel es blanca, es muy bonita. Casi todos los hombres se fijan en ella. 


¿Y yo? Yo soy de esas chicas de dieciocho que tienen el cabello hecho una mierda y siempre lo tienen sujetado, mis ojos son azules


-En cinco minutos vamos a abrir, ponte en tu lugar.- Avisó y yo me levante


Era viernes muchas personas vendrían, ya eran las 10:00 y como dijo Kendra en cinco minutos ya estaba abierto. Poco a poco las personas comenzaron a entrar y muchas se dispersaron por todas partes, la música sonaba a todo volumen.


Media hora después me encontraba escuchando las malas experiencias de amor de todos los hombres de allí.


-Nunca te enamores, si lo haces...-Dijo el señor pero no pudo terminar la frase porque se quedo dormido


Llame a alguien de seguridad y se lo llevo, siempre los ponían en taxis y llegaban bien a casa; tome el dinero que había dejado en la barra y lo guarde en la caja.


Pronto un hombre con capucha y gafas negras se sentó en el banco que hace unos minutos ocupaba el otro señor.


-Quiero un whisky.-Pidió y yo me di la vuelta para sacar el vaso, los hielos y el licor


Lo serví rápidamente y se lo entregué-


-Aquí tienes.-Dije dándoselo


Este lo agarro y se lo tomo rápidamente


-Dame otro.-Ordeno 


-Vamos ¿Quieres quedar como el señor que estaba en tu lugar?


-Joder, quiero...-Protesto; su voz se me hizo conocida


-¿De donde te conozco?-Pregunté acercándome a él


-¿No entendiste? ¡Quiero otro!-Gritó enojado


Me sobresalte y volví a repetir la técnica de hace unos segundos y se lo entregue, me senté en el banquito y quede enfrente de él, solo que divididos por una barra.


-¿Qué te pasa?-Pregunté interesada


-Creí que tu lo único que hacías era servir tragos, no una maldita psicóloga.- Dijo sacándose las gafas y tomando de su vaso.- ¿Sabes? ¡Odio los psicólogos!- Prosiguió y cuando termino me miro a los ojos


-¿Quién, no?-Pregunté y él me seguía viendo.- Espera, ¿Eres Justin Bieber?


-Tú...-Dijo apenas


-Yo...-Repetí mirándolo sorprendida


-¿Cómo...?


-¿Qué?-Pregunté nerviosa


-¿Cuál...?-Tartamudeo 


-¿Estas bien?


-¿Tú...nombre?-Logró decir por fin


-Marie Bower...-Respondí


-¿Te conozco de algún lugar?-Pregunto rápidamente


-Del aeropuerto, me salvaste de ese idiota.-Contesté - Fue muy desagradable, pero gracias por lo que hiciste.-Dije sonriendo


-De allí no, ¿De alguna otra parte?-Dijo interesado


-No lo creo, tú eres famoso y yo solo soy una chica de Detroit que tuvo que venir a Nueva York a trabajar.- Respondí


-Joder ¿Eres real?-Preguntó y yo reí


-Creo que mi respuesta sería ilógica si te dijera que no.-Respondí.- ¿Qué te pasa? ¿Te sientes bien?


-Tienes que venir conmigo.-Dijo decidido


-¿Cómo sé que no me quieres secuestrar?-Pregunté


-Nunca lo haría, soy Justin Bieber.-Respondió sonriendo

La chica de mis sueños «Justin Bieber»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora