CERO

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No sabía nada cuando desperté ese día. Solamente tenía un revoltijo de sensaciones incrustadas en mi estómago; temor, confusión, ansiedad y dolor. Esas eran las principales de las muchas que sentía. Tampoco sabía identificar cuál parte del cuerpo me dolía más. Mis pies y mi nuca y mi espalda y mi cabeza estaban con un dolor punzante que me dejaba por unos momentos perplejo, tal vez era el efecto de toda la medicina que me estuvieron inyectando cuando estuve inconsciente.

Para empezar, no podía pensar en absolutamente nada, mi mente estaba en negro y, lo único que podía recordar era el presente. Recordaba lo que veía hace catorce segundos y el dolor que sentí cuando desperté. Fuera de eso mis pensamientos estaban vacíos por más que intentara hacer el esfuerzo por pensar en otra cosa que no fuera un presente. Pero era inútil, era como si volviera a nacer: no tenía nada más en mente, como un bebé que sólo tiene la luz blanca del hospital y los gritos, jadeos y resoplidos de una mujer. No recuerda en absoluto los nueve meses que estuvo en el vientre de su madre. Y llora, llora por la confusión y el miedo, y es la primera emoción que le cruza.

Pero algo en mí en ese entonces al despertar tenía la necesidad de recordar, sin saber quién y que hacía. Claro que era normal al despertar y no saber que pasa; quién eres. Pero era algo como el sentimiento de desesperación después del temor y la confusión, me sentía desesperado por recordar que sentí ganas de vomitar y llorar de angustia. Un tornado en mi estómago que me estrangulaba la garganta y por ende me faltaba el aire. Moría. Literalmente moría por querer recordar. Me estaba asfixiando.

Sentí momentos después mi corazón bombear a un ritmo tan exagerado. Y la máquina a lado mío comenzó a sonar con zumbido tan agudo que me partiría la cabeza y me rompería los tímpanos si seguía sonando. Aún no podía respirar. Entonces llevé mis manos a mi garganta y la agarre con fuerza, me estaba asfixiando aún más, pero no tenía idea. Quería sacar esa cosa en mi cuerpo, quería que se saliera pronto. Aún si moría.

Entonces entraron dos medicos y dos enfermeras a al cuarto. Un deje de preocupación pasearse por sus rostros cuando trataban de ser duros. No supe nada más cuando me inyectaron algo. Ni hice un show por lo que me inyectaron. Estaba bien si volvía a tener vacía mi mente.

Volví a despertar. No supe cuántos días pasaron. Sólo supe que era de día por la ventana de menos de en un metro a un extremo del cuarto. El único rayo de sol entraba por allí y estaba agradecido por eso.

Supe que era un hospital por el olor ambientado del alcohol y el frío del aire acondicionado. También porque la camilla en la que estaba se sentía incómoda y plana, quizás por quien sabe cuántos días que estuve allí, quizás porque mi cuerpo dolía demasiado y esta camilla era poco para mí o quizás porque el hospital en el que estaba no tenía el presupuesto para tener algo más decente. Me dejé llevar por la primera y la tercera probabilidad. Aunque tenía mas sentido la tercera porque las paredes del cuarto en el que estaba no tenían tanto mantenimiento como lo suelen tener los hospitales caros. Pero aún así estaba agradecido de despertar así. No era lo mejor, pero mi situación era difícil de sobrellevar, así que estaba bien.

La ansiedad y las ganas de vomitar seguían ahí, pero ya no estaba alterado, más bien estaba perplejo. No había todavía tratado de digerir lo que me había dicho el doctor pocos minutos después de despertar.

"Estás en un tipo de amnesia, es complicado de explicar. No sabemos nada de ti, ni siquiera tu nombre. Lo siento mucho".

Me había dicho más, pero esas eran las palabras clave. No podía dejar de pensar en ello.

No sabía qué pasaría después de salir del hospital.

¿Quién era?

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2024 ⏰

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4E: SIETE LATIDOS | HEESUN AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora