SANGI ------------- Choi San es un abogado capaz que se enamora de Song Mingi, un ingeniero en sistemas novato.
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—Abogado Choi, ¿qué lo trae por aquí?
Al oír la voz grave y profunda de Mingi y se topó con sus ojos gatunos y una chispa de ilusión en ellos, tan solo entonces fue que San se desconectó un poco de la realidad y muchos pensamientos vinieron a su cabeza, golpeándolo en seco y dejándolo petrificado.
Buena pregunta, pensó: ¿qué hacía él ahí en primer lugar?
Podría dar cualquier excusa, pero para entender mejor sus razones, él debía regresar al momento en el que todo inició. El verdadero inicio, cuando conoció a Song Mingi y su mente, antes repleta con leyes, derechos y artículos de la ley penal y ciudadana, se llenó solo de él. Mingi, con su hermoso cabello café, ojos de gato con un eyesmile inigualable, sonrisa brillante, nariz puntiaguda y labios gruesos y rosados.
San se sentía tan avergonzado de descuidar su trabajo (casi nada, ya que él era un hombre responsable y diligente), debido a que no conseguía enfocarse en otra cosa que no fuera la hipnótica persona frente a sus narices.
Cuando a San se le asignó, junto a sus compañeros Yeosang y Yunho y a su superior Kim Hongjoong, el caso de plagio de KQ LAND, él sinceramente estaba más que todo cansado tanto en el plano físico como en el mental. Llevaba dos meses trabajando sin descanso en un caso de robo a mano armada en el que tuvo que ser parte de la defensa del acusado (y que de milagro no acabaron perdiendo), así que sus ánimos estaban por debajo del suelo. A pesar de que quiso oponerse, no pudo y tuvo que acoplarse al grupo de abogados que formarían la defensa del demandante, una empresa; la empresa en cuestión alegaba tener los derechos de un innovador sistema de seguridad para plataformas digitales que protegerían los datos de los usuarios y que, para mala fortuna, había sido robado.
Era un hecho bastante injusto y San era un luchador empedernido en contra de las injusticias, por lo que no le faltaban ganas de armar una defensa sólida. No obstante, el día de la reunión con el dueño de la empresa y el vicepresidente de ésta, él lucía como un muerto que se levantó de su tumba en busca de venganza: había unas marcadas ojeras en su rostro, ojos adormilados, cabello algo descuidado y su silencio era más pesado que cien losas de cemento. Aún así estaba ahí, haciendo el intento de dar su máximo.
—Las pruebas que nos han proporcionado parecen colocarnos en una buena posición —habló Hongjoong, observando los documentos con un detalle muy propio de él—. Así mismo, debido a los antecedentes de esta empresa y los datos que ustedes poseen, me arriesgo a decir que tienen todas las de ganar. No debería ser un problema mayor.
El vicepresidente suspiró con alivio— ¡debería ser así, abogado Kim! Ojalá la jueza piense lo mismo.
El presidente estuvo de acuerdo— es una pena que muchos se valgan de estas artimañas para crearse un nombre —dijo, pensativo—. Se aprovechan de que KQ es una empresa relativamente pequeña para copiarnos y tomarlo como suyo, creyendo que no habrá repercusiones. —acomodó sus lentes y esperanzado dijo—: Pero las habrá, se hará justicia. Nuestro equipo ha trabajado sin descanso para diseñar este sistema de seguridad como para dejarlo ir sin luchar.
