Capitulo uno

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El movimiento brusco de alguien cayendo a la cama la despertó. Sabía quién era por el perfume que llegaba a sus fosas nasales, Christian.

–¿Estás despierta?–Preguntó Chris detrás de ella.

No quería hablar con él, no tenia ganas, además estaba muy triste.
Sintió qué la abrazaba por la cintura y la pegaba más a él. No llores, se dijo mentalmente.

De pronto sintió una punzada en el estómago; ya no estaba en el cuarto, estaba frente a Christian con un cuchillo en el costado y las manos llenas de sangre. Empezó a hiperventilar, inhalo y exhalo tratando de calmarse pero eso hacía que le doliera más la herida.

-Te amo.–Escucho decir a Christian.

Abrió sus ojos de golpe, miro a un lado y no había nadie, incluso las almohadas estaban arregladas y su lado de la cama solo estaba un poco arrugado por el movimiento de ella.

Todo fue un sueño.

Suspiro pesado e intento dormirse de nuevo, pero una voz extremadamente enojada hizo que me diera cuenta de la realidad.
Había llegado Christian y estaba enojado. Muy enojado.

Se paro demasiado rápido y bajo con esa vocecita en su cabeza que decía lo mismo todos los días: Te va a dar una paliza, de nuevo.

Llegó con los nervios de punta y un Christian muy enojado se encontraba en la cocina.

–¡Emma! ¿Y mi desayuno?–Gritó haciéndola pegar un brinco.

–Christian no sabía a que hora llegarías, así por eso no hice nada pensando que vendrías mas tarde o que comerias fuera como todos los días.

Ella esperaba que no sonará como excusa para él, porque realmente no lo era. Christian jamás llegaba a casa para desayunar, siempre comía fuera. En las noches la mayoría de las veces se iba a reuniones a los restaurantes y llegaba borracho, por lo tanto no comía. Se había acostumbrado a no preparar comida en la casa, siempre pedía comida a domicilio o simplemente no comía.
El la miro furioso y le alzó la mano tratando de pegarle en la cara. Por instinto, ella se cubrió con sus brazos esperando y rogándole a todos los santos que no le pegara en ese lugar, ya que era muy difícil de cubrir.
Christian aunque estaba muy molesto, solo la miro con una cara del demonio y la empujó a la cocina con fuerza.
Ella se tambaleó pero logró agarrarse del refrigerador.

–¡Mi desayuno ahora!–Gritó y ella sólo asintió tratando de no soltar ninguna lágrima.

Y aquí estaba el maldito día a día, recibir gritos, insultos, golpes y llorar.
Prendió tostador y sacó unos sándwiches y los puso por 2 minutos, abrío el refrigerador y sacó el jamón, tomate, mayonesa y demás cosas. El sonido del tostador le aviso que ya estaban los panes, agarro un plato y con cuidado los puso ahí.

Christian solo miraba su teléfono, siempre estaba pegado a él. La verdad es que sabía que no la engañaba; lo había seguido algunas veces a su oficina y nunca lo vio salir con nadie. Reviso también un par de veces su teléfono y solo tenia mensajes de la empresa. Podría borrar las cosas obvio, pero nunca había salido de casa por más de un día, me llevó algunas veces a las fiestas de su trabajo y solo hubo una señora que se nos acercó a querer platicar con nosotros. Entonces no creía posible que lo hiciera, o eso esperaba.

Cuándo estuvieron hechos los panes, los preparo y los puso en la barra frente a Christian. Ella camino hacía la sala de estar y antes de sentarse oyó su nombre, mierda.

–¡Emma!

Camino hacía la cocina de nuevo y el le aventó el plato a los pies, haciendo que se sobresaltara y ahogara un grito.

Golpes » editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora