Cápitulo tres

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Después de la conversación con Chris se dispuso a cambiarse. Abrió el armario y saco un vestido rosa con falda circular con un poco de vuelo, le llegaba unos dos dedos arriba de la rodilla y unas sandalias para salir de color café.
Con fastidio tuvo que ponerse maquillaje en los moretones que Christian le había hecho. Al ponerse corrector y base por encima apenas y se veían, suspiro triste. Nunca penso hacer eso; solo lo veía en las películas, jamás se le paso por la cabeza que estaría frente al espejo con un maquillaje en la mano, moretones por el cuerpo y aplicándolo en ellos. Era aterrador.

-¡Emma!-Gritó Christian desde la planta de abajo.

Dejo el maquillaje en su lugar y bajo a pasos grandes, no quería una discusión ahora por ser muy lenta. Llegó de nuevo a la sala de estar y lo vio parado viendo su reloj.

-¿Pasa algo?-Trago saliva y el se acerco, alzó su mano y por instinto cerró los ojos pensando que me golpearía, pero no fue así.

Le quito un mechón de cabello que le cubría el rostro.

–Apúrate tengo que llegar rápido a la oficina.–Dijo mirándola a los ojos sonriendo.

–Si perdón, iré a peinarme.–Le sonrió y salió corriendo a la habitación.

Maquillarse todo el desastre le había tomado mucho tiempo, así que ahora tenía que hacerse algo rápido en el cabello.
Se hizo una coleta alta y dejo que unos pequeños mechones salieran en los costados.
Tomo su teléfono y bajo las escaleras.

–Listo–Dijo cuándo estuvo a su lado. El me miro y sonrío. ¡Menos mal no se enfado por tardarme!

Tomó su mano y salieron de la casa rumbo al auto. Caminaron hacía la puerta del copiloto y Christian le abrió la puerta. Lo miró darse la vuelta y subirse al auto. Arrancó y la radio se prendió, al parecer a Chris le gustaba escuchar su música fuerte, porque al salir la música de las bocinas, pego un brinco y su cuerpo se hizo hacía atrás, intentaba taparse los oídos y apagar la musica al mismo tiempo, pero no entendia cual era el bendito boton de apagado. Christian frenó y su cara fue a dar a la guantera. Se quejo por él inmenso dolor en su nariz y su frente, nisiquiera se preocupaba por la marca del golpe que le quedaria, ya tenia demasiadas una mas no haria diferencia.
Le dio un golpe a su esposo en el hombro, quién venía llorando de la risa.

-¡Ten mas cuidado!–Gritó y se sobo mi nariz aún con la música fuerte.

Christian estiro su brazo y la apagó.
Tuvo que estacionarse, porque su risa seguía siendo incontrolable y podríamos tener un accidente.

–¡Eres un idiota!–Dijo molesta.

Eso en lugar de apaciguar su risa solamente la hizo más fuerte.

–¡No le encuentro la gracia!–Gruñó y al parecer eso lo calmo. La miro con sus ojos llenos de lágrimas.

–A ver, donde....–Pauso para tomar aire y no reír de nuevo–.¿Dónde te pegaste?

Una sonrisa burlona salió de su cara y lo miró aún más  molesta.

–En mi nariz y mi frente.

El se acercó a ella y le dio un beso a su nariz y su frente.
Suspiro como una niña enamorada a sus 14 años. Prendió el auto y avanzó de nuevo hacía la carretera.

–¿Lo hiciste a propósito–-Le pregunto. Una nueva forma de golpear, quizás.

–¿Qué cosa?–Frunció el ceño y la miro por un segundo, antes de fijar su vista al frente.

–Nacer–Dijo irónica-. ¡Frenar, obviamente!

El sonrió. Al parecer se acordó y estalló en carcajadas.

-¡Eres un imbécil! Da gracias que no me rompí la nariz y no estamos en el hospital tratando de inventar alguna excusa sobre que mierda me paso en la cara ademas del golpe en la nariz-Dije molesta.

–Exageras.–Dijo ignorando mi comentario.

–Claro que no–Rodó los ojos.–Soy demasiado precavida.

–Se llama ansiedad–La miro por un segundo y siguió manejando.

Suspiró cerrando los ojos. Su nariz seguía doliendo pero trataba de ignorarlo, se había acostumbrado a traer dolor por algún golpe.

–Oye Chris, se que todo esto lo haces porque te sientes culpable. Pero de verdad no hay necesidad..–Le soltó de pronto, la conversación nisiquiera iba por ahí.

–Es cierto que me siento culpable, pero también quiero cambiar sabes, yo me siento muy mal cuando te veo toda triste y se que es por mi culpa.–Suspiró.–Pero no vayas por ahí, mejor dejemos esta conversación para otro día.

Ella asintió–. Bien, tienes razón.

El le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.

Al cabo de un rato, unos diez minutos más o menos después del pequeño accidente con su nariz, empezó aburrirse en el auto.

–¿Christian?–Le hablo para tener su atención.

–¿Qué pasa?–La miro y volvió a mirar la carretera.

–Te amo–Se estiro y le di un beso en la mejilla.

El sonrió y la tomó de la mano para entrelazarlas. Sabía que dentro de unos días todo iba a cambiar de nuevo, cualquier cosa que le molestara en casa o en el trabajo haría que él explotara como una bomba de tiempo; pero a pesar de eso, quería disfrutar el momento.

Golpes » editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora