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—Iremos a alimentar a los conejos de HanGuang-Jun. Es nuestro turno. —dice Lan SiZhui, después de esperar a que todos en la mesa terminarán de comer.


—Está bien. —responde, extrañado, de que había mascotas dentro de los Recesos de las Nubes. Claramente, en la roca esculpida había reglas sobre esto. Pero parecía que este HanGuang-Jun, era la excepción de tenerlas.


Se despide de Lan Zihao y Lan Jon, que lo invitan a salir el uno de agosto, a un festival en la ciudad de Gusu. Siguiendo a Lan SiZhui, fueron atrás del pabellón para recoger los canastos que cargan con verduras y frutas frescas, hojas y semillas para los conejos. En el camino no habló, ni tampoco Lan SiZhui, que estuvo mirándolo de soslayo. Debía encontrar la biblioteca de esta secta, leer y practicar lo que se ejerce, porque si ya no podía regresar a dónde pertenecía. Me conviene conocer y adaptarme a este cambio de vida. Piensa. Caminaron sobre un puente de madera para trasladarse a un prado grande junto a un gran arroyo fluyendo, entreviendo el ciento de bolas blancas con orejas rosadas y puntiagudas. Un gran árbol tupido, y en las gruesas raíces ve a un burro descansando, en la sombra que le brinda las hojas y el ancho tronco. Un paisaje digno para una pintura contemporánea en uno de sus lienzos que siempre cargaba en el trabajo para entretenerse. Si conseguía salir en estos días, y dar una vuelta por la ciudad, compraría o haría el mismo el material para pintar de colores.


Las bolas blancas se acercaron a ellos muy amistosos, al menos, la mayoría. Ya que algunos se alejaron y esperaron a que les dieran la comida para acercarse. Lan JingYi sonrió abiertamente, hincándose y tocando el pelaje suave de las bolas blancas, dando el alimento que les habían traído y que les tocaba trocear, para ir dejando puños de cada vegetal, fruta, hojas y semillas en diferentes aéreas del campo. Para que todos comieran por igual. Incluso Lan SiZhui dejó a un lado un par de manzanas y un monte extraño al burro, que dormía cerca del árbol. Nunca le dejaron tener una mascota, y ver tantos conejos, hizo que se sentará en el pasto, agarrando con cuidado a un conejo manso.


Lan SiZhui que miraba que los conejos comieran, estuvo por decirle a Lan JingYi que se retiraran, pero al verlo sentado y rodeado por los conejos, esbozando una sonrisa bonita. Le temblaron las manos, y desvió la mirada al arroyo. En lo que llevaban conociéndose, no había mirado a su compañero más que un simple compañero de cacería y amigo cercanos, que conoció a una edad muy temprana. Pero el Lan JingYi de este día, había sido tan diferente al de ayer. Es como si por la noche estuviera pensando en querer cambiar su temperamento. Le gustaban mucho las facetas alegres y extrovertidas de Lan JingYi, su compañero era muy susceptible. Aunque a veces lo tenta con darle un manotazo en el brazo para adelantarse a los acontecimientos.


Y a quién había estado mirando en estos días con un enigmático sentimiento fue a Jin Ling, el cual no parecía interesado en liarse con ninguno de la secta Gusu Lan. Suspiró. Puede que las emociones no sean tan fuertes si dejaba de suponer en ellas y en Jin Ling. Se acercó a Lan JingYi, el cual alzó la cabeza y le sonrió.


—¿Qué pasa? —Lan JingYi sofocó la sonrisa en sus labios, colocando el conejo en el pasto con cuidado. —¿Nos vamos, ya?

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