𝕮𝖆𝖕. 𝟏

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—Lee Felix, ¿aceptas a Hwang Hyunjin como tu legitimo esposo para amarlo y respetarlo, en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza, hasta que la muerte los separe?

—«No». Sí acepto.

—Y tú, Hwang Hyunjin, ¿aceptas a Lee Felix como tu legitimo esposo para amarlo y respetarlo, en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza hasta que la muerte los separe?

—Por supuesto.

—Bien, en ese caso, por el poder que se me ha sido conferido, los declaro unidos en santo matrimonio. Puede besar al novio.

Entonces Hyunjin tomo con delicadeza el rostro del pecoso pelinegro delante suyo y unió sus labios como de costumbre, notando que una lagrima se deslizaba sobre su mejilla, pero sin darle relevancia como tal.

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Como se ve desde el principio, esta no es una historia de amor, pues ¿cómo podría ser una historia de amor un matrimonio forzado y planeado incluso antes de tu nacimiento?

Todo lo que Felix tuvo que aguantar desde sus primeros días de estadía en la tierra y hasta el final de estos, no se lo deseo a nadie en cuanto a cuestiones de amor, y en parte, de vida.

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Lee Felix, el único hijo del joven y desafortunado matrimonio real Lee, que, a pesar de formar parte de la realeza, quedaron gravemente afectados al termino de la gran guerra, y fue esta misma razón por lo cual se vieron en la forzada necesidad de ser ayudados por uno de sus reinos vecinos. El reino de la familia real Hwang.

Si los padres de Felix hubieran sabido cual seria el precio a pagar por la restauración de su hogar y su pueblo, hubieran preferido una y mil veces que todo permaneciera sin arreglo. Desafortunadamente no fue así.

Los primeros meses fueron acogidos en el gran palacio de los Hwang sin ningún problema y con todas las comodidades que ya gozaban, tales privilegios aumentaron cuando la reina Lee se enteró de que pronto se convertiría en madre; el gusto le duro poco a la pobre mujer, esto tras una noche escuchar por accidente la conversación que su esposo sostenía con su colega, el rey Hwang, en donde este último indicaba la unión en matrimonio de sus dos primogénitos, sin importar que y como precio a pagar por su ayuda, pero principal y únicamente con el único objetivo de apoderarse de los yacimientos de oro que existían bajo el territorio de sus refugiados.

Una vez que el rey William regreso a sus aposentos, su reina le cuestiono a cerca de lo que había oído, pero no pudo hacer mucho al respecto pues el trato ya estaba hecho.

El bebé que cargaba ahora en su vientre estaría atado de porvida al pequeño príncipe Hyunjin, quien, para ese entonces, tenía tan solo días de nacido.

Los nueve meses de gestación de Edith Lee habían pasado en un abrir y cerrar de ojos, para cuando estaba a punto de dar a luz ya se encontraban de vuelta en su hogar, por lo cual pensó que todo lo del trato había quedado en el olvido, sin embargo, no fue de este modo.

Fue en esa misma oscura y tranquila noche de primavera en que trajo al pequeño Felix al mundo que lo arrebataron de sus brazos. Por más que lloró, rogó e imploró al rey Hyeon que no se llevara a su hijo, nada pudo hacer para evitarlo.

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El pequeño niño de cabellos negros y ojos cobrizos creció como uno más de la familia de su prometido. No conoció a sus padres sino hasta que tuvo tres añitos de edad, a partir de ahí se les permitió a sus progenitores visitarlo únicamente el día de su cumpleaños, aunque posterior también en fechas festivas, de este modo, con el tiempo se acostumbraron y resignaron a que las cosas fueran de esa manera.

𝐌𝐚𝐭𝐫𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐀𝐫𝐫𝐞𝐠𝐥𝐚𝐝𝐨 [𝐻𝑦𝑢𝑛𝑙𝑖𝑥]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora