Min Yoongi
Septiembre 2015
—¿Alguna vez has querido algo, Jieun, algo que no podrías quitarte de encima, por mucho que lo intentaras? —Su suave aroma a vainilla, la impresión que sus manos dejan en mí durante días, su ropa ridícula, su risa burbujeante que ilumina mi cuerpo—. Entonces puedes probarlo... —Y te da un maldito escalofrío—. ¿Y olvidas por qué no lo querías en primer lugar?
Lee Jieun abrió la boca y la cerró. —Quieres algo que no puedes tener. —Las palabras salieron de sus labios en pensamiento e incredulidad, como si no creyera que yo no pudiera tener lo que quisiera.
Ella y yo, ambos.
Quité la agitación de los hombros. —Quería algo que podía tener.
—Interesante, usas el tiempo pasado. Tal vez no lo quieres porque siempre has sabido que nunca podrías obtenerlo.
Dejé escapar un aliento sardónico, odiando que Jieun tuviera la maldita razón.
Siempre había puesto a Jimin en un estante inalcanzable, y ni siquiera porque estuviera recién casado con Gongyoo y me ignorara cuando lo conocí, sino porque había algo genuino y astuto en él. Me veía como lo que realmente era. Sucio. Manchado. Veía todo lo que yo había intentado olvidar de mi infancia. Y luché duro para escapar de mi pasado. Me negué a ser arrastrado de vuelta.
Debería estar aliviado de que estuviera fuera de alcance una vez más, pero, con el reciente recuerdo de él acostado en mi cama, finalmente mirándome con ojos dulces y sumisos, no sentí ninguna forma de respiro. Sentí como si me hubieran robado algo.
—¿Así que, te gustó... y asumo que te diste cuenta de que era inalcanzable una vez más mientras estabas en el laboratorio de computación la semana pasada?
Me pasé un pulgar por la mandíbula.
Mi negocio en el extranjero había tardado más de lo que pensaba, pero un mes no debería ser suficiente para volver a casa y encontrar a Jimin casado. Escuchar las noticias, despreocupadamente de Jungkook por teléfono, había sido como un golpe en el estómago. Me robó el puto aliento, convirtió mi sangre en fuego. Lo había perdido. Había destruido todos los malditos ordenadores de esa habitación.
Sabía que, si tocaba a Jimin, se acabaría todo para mí. Sabía que se sentiría demasiado bien para volver. Pero, Jesús, yo no era un santo. Estaba semidesnudo, con su pezones en mi cara, y había soñado con ellos durante tanto tiempo que tenía que saber a qué sabían. Sabían cómo si me pertenecieran, como si fueran míos.
Y ahora, después de esa realización, él era de otro hombre. Podía eliminar ese problema en una hora. Mis manos a veces temblaban con el maldito impulso. Pero Jimin no estaba en esto como yo. No me había llamado cuando estaba en problemas. Apuesto a que ni siquiera se le había pasado por la cabeza. Había estado bajo mi piel durante años, sabía más de él de lo que debería, y ni siquiera estaba en su radar.
De repente deseé estar en Moscú en ese momento—para matar a mi maldito hermano. O mejor aún, no dejar nunca a Jimin desnudo en mi cama para ir a salvarle el culo de los chechenos que se las habían arreglado para mantenerlo como rehén durante el último mes. Pero sabía que nunca podría darle la espalda a Namjoon. Él era el único que entendía lo que me hacía. Debería... debería tener la misma perra de madre.
Jieun me miró y ladeó la cabeza. —Los hombres de los que hablaste en nuestra última sesión, ¿todavía forman parte de tu vida?
—No.
—¿Por qué no?
Porque los maté.
—¿Tus abuelos siguen en tu vida, Jieun?
—No, están muertos.
Dejé que sus palabras llenaran el silencio.
Ella tragó. —He oído que has solicitado el traslado a Jeju. Es una gran decisión.
Sólo podía esperar que un país entero fuera suficiente.
—De hecho, recibí un correo electrónico esta mañana de nuestro director, quien ya aprobó la transferencia en el entendimiento de que yo lo autorice, por supuesto.
Qué pasivo-agresivo.
La CIA me necesitaba más de lo que yo nunca lo he necesitado. No muchos podían soportar sus listas de asesinatos y formas preferidas de interrogatorio, sin mencionar, la limpieza de algunos políticos sádicos. Podía tener cualquier trabajo en cualquier equipo que quisiera, pero la CIA tenía la estructura y el frente que siempre había necesitado. Y pensar que podría haberlo perdido por un maldito doncel...
—Creo que ambos sabemos que tienes permiso para trabajar. Para ser honesta, no estoy segura de por qué te hicieron pasar por esta farsa.
—¿Estás decepcionada?
Metió un mechón de cabello detrás de su oreja, algo ligero y sin aliento en sus ojos. —No. Hace tiempo que quiero meterme en tu cabeza.
Mi risa tenía una nota oscura. —Tienes suerte de que te haya dejado salir.
Al ponerme de pie, enderecé mi puño de la camisa y comencé a salir.
—Hay una palabra para lo que has descrito, Yoongi.
Hice una pausa, mi mano en el pomo de la puerta.
—Obsesión.
Una comisura de mis labios se levantó cuando salí de lahabitación y cerré la puerta detrás de mí.
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Yoongi's Obsession [Yoonmin]
FanfictionJimin teme a la oscuridad. Yoongi la gobierna. Sus pantalones son muy ajustados, sus tacones muy altos. Se ríe demasiado fuerte, come sin decoro y confunde casi todos los dichos. La mayoría no sabe que es solo un disfraz brillante, para ocultar un...