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Beomgyu subió poco a poco su mirada, encontrándose con un hombre bastante atractivo.

Su piel era bastante pálida lo que favorecía sus labios pues eran de un rojo intenso, sin dejar de lado que era encantadoramente gruesos, su cabello era negro y vestía un traje que seguramente valía más que la vida de Beomgyu.

—Que muñequito tan más bonito —El más alto sonrió y se agacho a su altura. —¿A qué se debe el honor?

Beomgyu se alejó un poco y sin pensarlo aventó un poco de sal al rostro del contrario.

Yeonjun solo miro con una sonrisa burlona mientras negaba y entraba junto a él al círculo.

—¿De quién nos protegemos? —Enseguida abrazó al más pequeño de la cintura y lo pegó a su cuerpo.

Beomgyu trató de liberarse de su agarre pero el contrario sólo enterró más sus dedos.

Suspiro tembloroso y por fin pudo hablar.

—T-te llame porque quiero dinero. —habló cabizbajo mientras jugaba con el libro entre sus manos.

Yeonjun sonrió y alzó su rostro para verlo más de cerca.

—Todos quieren eso, cariño, pensé que al ser bonito ese tema se te facilitaría —El pelinegro sonrió mirándolo.

Beomgyu lo empujó con enojo y se levantó del suelo.

—¿Qué estás tratando de decir? —Se cruzó de brazos mientras lo miraba. —Mejor no me contestes, aquí yo soy el que debe darte ordenes.

Yeonjun soltó una carcajada y fingió hacer una reverencia como si el contrario fuera de la realeza.

—A sus órdenes, su majestad —Yeonjun sonrió y se levantó. —Para empezar, necesitamos presentarnos. —El pelinegro extendió su mano —Soy Kim Yeonjun, mucho gusto.

—Choi Beomgyu —el mencionado acepto el apretón de manos y se sentó en la cama.

—¿Para que quieres el dinero? —El demonio encendió la luz y se cruzó de brazos mirando al contrario. —Debes de tener una buena razón para pedirlo.

Beomgyu se acomodó en la cama mientras lo miraba.

—Tengo una hermana menor, está muy enferma, mi madre falleció hace unos años y yo al ser todavía estudiante y menor de edad no puedo trabajar en cualquier lugar que paguen mas.

Yeonjun lo miro de forma seria, no era ninguna sorpresa el caso de Beomgyu, muchos lo hacían por amor a un ser querido.
No iba a juzgar al menor por eso, simplemente esperaba que su hermana hiciera los mismos por Beomgyu.

—De acuerdo, voy a darte lo que me pides —El pelinegro chasqueo sus dedos y enseguida apareció una tarjeta negra. —Aquí tienes querido.

Beomgyu iba a tomarla pero el demonio la alejó de nuevo.

—Pero debes estar consciente de que después vendré a que me lo pagues —Yeonjun sonrío y enseguida saco un contrato. —Si estas dispuesto a pagar, entonces firma aquí, muñeco.

Beomgyu buscó una pluma para hacerlo, sin embargo, fue detenido por el más alto.

—No necesitas eso —Yeonjun sonrió y con una aguja pincho el dedo de Beomgyu, dejando salir varias gotas de sangre.

En realidad ese proceso era más doloroso, pero Beomgyu sería su consentido, más adelante se aprovecharía de ese lindo chico.

Beomgyu jadeó por el dolor y finalmente puso su huella en el papel que enseguida brilló y desapareció.

—Muy bien, ahora si es tuya —Yeonjun extendió la tarjeta. —Úsala sabiamente, recuerda que debes pagarme después.

Beomgyu asintió mientras miraba la tarjeta, con esto podría pagar sus deudas y el tratamiento de su hermana.

—Bueno cariño, tengo que irme, se me hace tarde para cobrar —Yeonjun dio un guiño y soltó una carcajada. —Ah!, una cosa más —El pelinegro se acercó al castaño y alzó su rostro. —No tiene nada de malo que te gusten los hombres, cariño, así que no te avergüences por eso.

Beomgyu se sonrojó al ser descubierto y asintió tímidamente.

—Tan inocente —Yeonjun lo soltó y con un chasquido desapareció de la habitación.

—Tan inocente —Yeonjun lo soltó y con un chasquido desapareció de la habitación

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Beomgyu miraba la tarjeta mientras estaba sentado a lado de su hermana.

Minjeong comenzó a mejorar desde aquella noche, los medicamentos comenzaron a hacer efecto en ella y pronto volvió a ser aquella niña dulce que tanto amaba Beomgyu.

Desde que se vio con aquel demonio, todo parecía ir a la perfección, cosa que le alegraba pero a la vez le aterraba.

Estuvo pensando en que podría hacer con el dinero, claro, después de pagar todas sus deudas y el hospital de su hermana.

—Beomie, cuando salga de aquí, ¿podríamos cocinar donas? —La pequeña abrazo su peluche de zorro. — Me encanta que cocinemos juntos.

Beomgyu sonrió ante la idea, sin duda su hermana era su mayor fortaleza.

—Si cariño, haremos eso y más. —Sonrió y besó la frente de la pequeña.

 —Sonrió y besó la frente de la pequeña

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Hola hola.
Volvemos con actualizaciones normales después de las semanas tan locas que tuve gracias a mi examen de admisión.

Muchas Gracias por leer y cuídense mucho. 🫶🏻

Devil Doesn't BargainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora