PRÓLOGO

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JungKook sentía que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento. Había reunido el valor necesario para acercarse a JiMin en uno de los jardines de la universidad, con la intensión de expresarle sus sentimientos.

Desde el primer día de clases, cuando lo vio entrar al salón y tomar asiento a sólo unas filas delante de él, supo que estaba perdido. Esa delicada y angelical figura, el peculiar color rosado de su cabello y esa sonrisa capaz de iluminar hasta el día más oscuro, se habían adueñado por completo de sus pensamientos. Había pasado largas horas imaginando cómo sería probar esos labios que parecían petalos de flor.

Tras semanas de miradas furtivas, sonrisas tímidas y breves pláticas de camino a los dormitorios, por fin había encontrado el valor para sincerarse y expresar lo que su corazón gritaba cada vez que lo veía pasar. Sólo esperaba que JiMin sintiera, aunque fuera un poco, de todo lo que él tenía para darle.

—JiMin...quisiera hablar contigo —comenzó nervioso, una vez que el chico de cabellos rosados se hubo sentado en la banca—. Desde el primer día en que te vi, no he podido dejar de pensar en ti. Tu sonrisa, tu dulzura, la forma en que siempre buscas ayudar a los demás...me tienes completamente hechizado. Sólo necesitaba que lo supieras. Me gustas, JiMin. Y me preguntaba si...tal vez...tú sientes lo mismo por mí.

JungKook esperaba ansioso, su corazón latiendo violentamente en su pecho. Pero la respuesta de JiMin fue una que jamás hubiera imaginado...

—Lo siento JungKook, pero no correspondo a tus sentimientos —respondió JiMin sin rodeos—. Me halaga que te fijaras en mí, y lamento si te he dado alguna impresión equivocada con mi actitud. Pero la realidad es que tú no eres lo que estoy buscando en una pareja.

JungKook lo miró desconcertado. ¿Cómo podía ser posible? Estaba seguro de que JiMin también sentía la conexión entre ellos, esa química que parecía encender el aire cada vez que se encontraban.

—¿A qué te refieres con que no soy lo que buscas? —preguntó, intentando comprender dónde había fallado en conquistar a ese chico de sueños.

—Mira JungKook, eres muy dulce y tierno. Pero yo no estoy interesado en una relación puramente romántica o sexual. Mis intereses son un poco más...complejos —explicó JiMin, mirándolo fijamente con esos ojos que tanto lo cautivaban—. Soy lo que llaman un «sumiso», y busco un compañero que pueda ser mi «amo»; alguien que disfrute dominándome y haciendo realidad algunas de mis más profundas fantasías. Tu inocencia y ternura no va con eso. Lo siento.

JungKook sintió que el alma se le caía a los pies. Jamás habría imaginado que detrás de esa delicada apariencia, se escondieran intereses tan oscuros. Y aunque no los comprendía del todo, le quedaba claro que él nunca podría ser lo que JiMin deseaba y necesitaba.

Había perdido su oportunidad incluso antes de tenerla...

Cómo ser un buen DominanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora