Amor

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He clavado una daga en el corazón de mi amada.

Deseaba ver su amor intacto, allí donde juré conservarlo para siempre...

¡Pero no hay nada!

Ni sangre, ni amor.
Ni pena, ni dolor.
Ni gritos, ni odio.

¡Cómo lo odio!

Debí atesorar su dulce rostro,
sus manos tersas,
su cuerpo pútrido en vez de haberlo desechado.
Debí estar sobrio la última vez que la vi para jamás olvidarla...

¡Debí arrancarle los ojos para verla llorar mi tristeza!
Mi tristeza por haber perdido todo de ella... excepto su inútil corazón,
que ya no llora por nuestro amor.

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