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cuando su amigo había presentado la oportunidad de visitar su pueblo allá en córdoba y salir de fiesta todos juntos, lisandro no pudo decir que no.

más teniendo en cuenta que desde los tres años que logró conocer a nahuel, jamás lo había escuchado hablar tan animado sobre volver a su pueblo.

él por supuesto sabía que su familia no se había tomado muy bien el hecho de que su hijo menor sea gay, mucho menos que haya abandonado la tradición de estudiar leyes para irse a capital a perseguir su sueño de ser docente.

fue así como un día, buscando lugar en la cafetería de la universidad, nahuel se topó con la sonrisa de lisandro y de sus amigos.

ellos ya se conocían por haber vivido su primer año en la residencia de la universidad, hasta que pudieron conseguir trabajos y compartir un alquiler no muy lejos del campus. rodrigo y julian no habían hecho más que incluir a nahuel apenas vieron que se sentó en la misma mesa que ellos.

recuerda que esa hora de almuerzo definió lo que hoy sería una amistad muy fuerte.

a partir de ese entonces, el moreno pasaría a formar parte de todos sus planes, sus tardes de estudio y noches de salidas.

algo que siempre notó en él era su disciplina y necedad. más tarde, entendería que se debía a la crianza que tuvo.

y también al rechazo.

— en mi casa siempre nos manejamos como soldaditos.— le contó una noche de estudio, con una cerveza en la mano y varios libros esparcidos en la mesa.— mi padre estudió leyes pero mi abuelo nos crió como soldados, era veterano. supongo que no solo me acostumbré a levantarme temprano y ser prolijo. pareciera que tomó parte de mi personalidad también.— había dicho, con una sonrisa amargamente nostálgica.

él nunca lo aclaró, pero sabía que había una parte de nahuel que se escondía por miedo a volver a sentir el rechazo. una parte más colorida eclipsada por una nube negra que lo perseguía a pesar de que él intentara deshacerse de ella.

varias veces intentó entender esa parte de nahuel, pero era difícil. era como tratar de entender el lado oscuro de la luna, nunca se veía esa faceta suya y si se dejaba ver, era en tan solo unos pocos minutos donde el moreno bajaba la guardia.

cabe destacar que nunca bajaba la guardia.

en todo el tiempo que conocía a nahuel, no recuerda un solo momento de haberlo visto decaído o abatido.

nunca pidió favores, nunca había desaprobado ni siquiera un trabajo práctico y sobre todo, nunca pidió ni aunque sea dos pesos prestados.

lo último no le extrañaba, porque nahuel era disciplinado manteniendo bajo control su carrera y su trabajo, lo que sí llamaba su atención era que no solía recaer en los demás ni encomendarse con nadie.

él decía que si necesitaba algo hecho, lo haría él. que si pasaba necesidad en algún aspecto, era responsabilidad de él hacerse cargo.

no le pareció muy descabellado al principio, porque no lo conocía tanto y entendía que fuera una persona más cerrada y chapada a la antigua.

pero cuando su personalidad fue floreciendo, cuando conoció el nahuel que se escondía atrás de la timidez y supo que él confiaba y se sentía cómodo con ellos para mostrarse, seguía sin contarlos.

así que parte del viaje, para lisandro, significaba descubrir esa parte que su amigo se negaba a dejar ver. tenía todo un fin de semana para descifrar el pasado de nahuel para así entender su versión actual.

y quién mejor para ayudarlo a entender que el hombre en el asiento de conductor con los ojos viendo y a la vez esquivando su mirada a través del espejo retrovisor.

bresh. (cuti romero y licha martinez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora