Calor

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Tres años habían pasado desde que esa persona había atravesado la puerta con sus maletas. Tres largos años y aun la culpa seguía oprimiéndole el pecho de solo recordar.

Esa mañana había decidido salir tan temprano como sus piernas se lo permitieran. Estaba exhausto, sobre todo mentalmente porque no había podido conciliar el sueño en todo lo que resto de la noche. Después de la partida de Erwin sus dedos se habían encargado de sacar todas las fotografías y cartas que aun guardaba en la pequeña caja ya oxidada.

"Siempre tuya"

Recordó la corta frase y sintió fastidio por haber sido feliz cada vez que anteriormente la leía. Era por ese tipo de decepciones tan comunes, por las cuales se encontraba renuente a enamorarse, las personas siempre lastimaban o mentían, no podía creer lo contrario.

— Buenos días capitán —saludo un joven soldado que se encontraba en las puertecillas del palacio.

Levi asintió al saludo y posteriormente siguió caminando hasta el recinto. La luz incandescente que traspasaba cada ventanal siempre le había parecido una molestia, puesto que aquel rayo reflector hacia que sus pequeños ojos se cerraran aún más.

Ya habían pasado algunos años desde que sus pies tocaron las escalerillas de caracol, y pese al correr de los años pudo notar sin problema que ese castillo no había tenido cambio alguno.

La puerta del fondo solía ser la mas grande de todas y era en dicha puerta en donde lo habían citado el día de ayer por la mañana. Sus zapatos habían sido los que terminaron por encontrar el sobre amarillo que se asomada por debajo de su morada, en la cual se encerró todo el día después de leer el mensaje que contenía.

— Deberá esperar un momento, la Reina se encuentra ocupada en este momento.

— Me han citado aquí —informo mientras mostraba el sobre— me han pedido que fuera puntual y lo he sido.

— Lo entiendo, capitán, pero la reina....

La voz del soldado fue apagándose conforme la puerta se abría. Levi se sorprendió al percatarse de que la persona que se salía por la abertura poseía el cabello castaño amarrado en una coleta larga. Fugazmente sus ojos se mezclaron con el color verde que emanaban los orbes de Eren, el cual tenia un rostro mas maduro de como lo recordaba.

— Levi —llamo cordialmente al son en que estiraba una de sus manos para saludarle.

— Eren —secamente le respondió pese a que se encontraba sorprendido por verlo en ese lugar.

— ¿Qué haces en este lugar?

— Me han citado de pronto, supongo que requieren de mis antiguos servicios. —bufo y siguió mirándolo como si buscara algo que no comprendía.

— Ya veo. —rasco su nuca y continúo hablando— a mí también me han solicitado por lo mismo. Me refiero a que de igual forma solicitaban mis servicios.

— Lo he entendido.

— Si.

Levi se quedó inmóvil en el mismo lugar, podía ver los ojos de Eren dirigirse a todas las direcciones menos a él. Estaba mas alto y su rostro ya mostraba mas edad, pero el temblor de sus manos y su inestabilidad solo le demostraban que seguía siendo el mismo mocoso inmaduro. Aquello lo hacia comprender de alguna manera, por qué Mikasa no podía liarse con él, ella siempre había resultado ser mas madura pese a su edad, lo cual hacia de eso un problema más que una bendición.

— ¿Y Mikasa? —pregunto extrañamente y su boca saboreo el amargo trago de la inconsciencia.

— Imagino que ha de estar en casa, el haber descubierto que sus padres le dejaron algo de dinero, le ha permitido vivir la vida pacíficamente.

Si decido quedarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora