Capítulo 7: Lía, ¡deja de meterte en líos!

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-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz-cantaban todos al unísono. Estaban alrededor de una mesa repleta de comida. Cuando terminaron la pequeña niña sopló las diez velas, una a una, disfrutando del momento, no todos los días cumplías años.

-¡Feliz cumpleaños Issy!-gritaron-. Pide un deseo.

La niña pensó, qué era lo que más quería desde siempre. Una bombilla se encendió sobre su cabecita, susurró su deseo al aire para que nadie la oyera, sino, no se haría realidad.

Cuando acabó los presentes aplaudieron sonrientes, la mayoría tenían sonrisas melladas propias de niños de diez años. Isabela intentaba plasmar esa escena en su mente, ¿cómo? Pues haciendo fotografías. Como si tuviera una cámara entre sus manos, bajó el dedo índice y pulsando un botón imaginario, sacó la primera.

¿Extraño? Muchísimo, pero era que Isabela había querido ser fotógrafa desde siempre. A los cinco años le regalaron una cámara de juguete, de esas que cuando aprietas el botón sale un muñeco de la lente. Pues bien, la niña de cabellos rizados estaba muy ilusionada con su regalo, tanto, que quiso probarla tomándose una foto. Se puso la cámara delante de su rostro y apretó el botón. Juraría que sus gritos se escucharon por todo el vecindario cuando el muñeco le pegó en la nariz. El punto era que desde ese día no había dejado de insistir para que le regalaran una, pero una de verdad.

-Isabela, cariño-La saludó su tía Gloria. Su abrazo era tan reconfortante y su sonrisa tan bonita. Su tía Gloria era fotógrafa profesional, ¡qué esperar después de años de carrera! Ella aseguraba que su sobrina se convertiría en una excelente fotógrafa, por eso era su tía favorita-. Ven, vamos. Tus padres tienen un regalo que creo que te va a gustar. Id cortando la tarta- le dijo a uno de los payasos.

Isabela sacó la última fotografía: un niño castaño y Anna, su mejor amiga; discutían por el último trozo de tarta. Ese recuerdo lo guardaría, tal vez en un futuro lejano lo necesitaba. Los que se pelean se desean, pensó y sonrió ante tal ocurrencia, Anna le había jurado que Nico era odioso.

Su tía extendía su mano hacia ella, la tomó y la siguió a través del jardín. Rodearon el castillo que habían alquilado para la fiesta y pararon un par de veces para saludar a algún padre, seguido por supuesto de tirones de orejas por parte de sus hijos que les acompañaban. Por fin llegaron a la cocina que estaba conectada al jardín por una puerta de cristal, sus padres les esperaban con una caja envuelta en papel azul, al igual que lo que tenía dentro.

-¡Papá, te dije que quería una cámara no unas zapatillas! -exclamó enfadada, sus mofletes se hincharon con disgusto.

-Issy, no son unas zapatillas-Le dijo con una sonrisa, su madre mantenía su mirada fría como siempre pero las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba. Isabela tomó la caja y la sacudió, su padre se la quitó de inmediato abriendo él mismo la tapa, se la tendió despacio-. Cuidado que es frágil.

¿Frágil? Definitivamente no, ya que después de diez años la cámara seguía como nueva, a excepción de unos pocos rasguños. Ella la cogió con sumo cuidado y, sujetándola con una mano, sacó el preciado tesoro que contenía.

-¿Es para mí? -preguntó, todavía ni se creía que esa maravilla era para ella, su padre asintió-. Gracias papi , gracias tita- Sus pequeños brazos rodeaban sus rodillas mientras saltaba. Se acercó hasta su madre y con miedo a su reacción hizo lo mismo, al ver que no se apartaba la abrazó más fuerte-, gracias mamá.

¡¡Una cámara!! Su propia cámara, estaba tan contenta que por poco no la cae al suelo con sus saltos. Salió corriendo hacia el jardín apretándola contra su pecho dispuesta a capturar esos recuerdos que se le habían pasado. Era de esperar que a la noche hubiese tomado más de cien fotos.

Bonds of Friendship -PAUSADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora