IV

131 16 0
                                    

Al rededor de las onde de la mañana de aquel día martes, la puerta principal de aquella pequeña casa sonaba con un fuerte y corto golpe, un golpe que Sanji desconoció, salió de la cocina donde preparaba la cena, esperando a que Zoro como todos los días viniera del trabajo a almorzar y luego se fuera nuevamente.

-ese no es Zoro... - murmuró con voz baja, frunció un poco el ceño y se acercó, no espera a nadie.

Volvió a sonar una vez más y decidió mirar atravez de la cortina puesta en aquella ventana junto a la puerta, era la silueta de un hombre alto y grande, entre sus manos trae lo que parece ser un ramo de flores rojas.

-¿las abra enviado Zoro? - pensó

Luego de pensarlo un momento decidió abrir, se encontró de frente con aquel hombre, quien rápidamente la observó detalladamente y con mortal seriedad.

-señorita, buenos días - saludo de forma cordial - mi nombre es Sakazuki y me gustaría que acepte este ramo de rosas como obsequio.

Sanji abrió un poco su mirada, algo impresionado, el tipo parecía una especie de máquina de asecinar, se veía peligroso y un frío escalofrío recorrió si espalda, frunció apenas el ceño, aclaro la garganta y justo cuando abrió la boca para rechazar amablemente al señor, apareció su salvador.

-Disculpe - Zoro lo llamo desde atrás, con seriedad y el ceño fruncido- esa bella mujer que ve es mi esposa, porfavor déjela en paz -su voz sonaba mortal, sería como un gruñido de una bestia feroz qué está siendo contenida.

Zoro se apresuró en cuanto vio la escena desde lejos, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y todos sus sentidos se activaron en alerta, otra vez ese feo sentimiento.

Sakazuki dio media vuelta y frunció el ceño, alzó la frente y dio un paso en dirección a Zoro.

-solo he venido a traer un obsequio- hablo con voz clara y dura, ve fijamente los feroces ojos del peliverde y la clara señal de que esta dispuesto a matarlo si no se aleja.

-señor, debe irse - Sanji interrumpió con voz dulce, no quiere un alboroto y menos que Zoro se vea involucrado en una pelea.

El hombre mayor frunció aun mas el ceño, entienden que mientras el tipo del extraño pelo verde se encuentre cerca no podes hablar con su bella dama, por lo tanto decide retirarse en silencio, se despidió de Sanji y paso junto a Zoro golpeando su hombro.

Zoro apretó los puños, su problema era mucho más grave de lo que pensó, el tipo esta interesado en su amada esposa y eso no le gustó para nada. Lo vio alejar sus pasos y rápidamente se acercó a Sanji.

-¿estas bien? - tomo con suavidad sus hombros, Sanji asintió.

Mantenía el ceño fruncido, mordía con fuerza su labio inferior y aunque desvio su mirada para evitar la de Zoro, él pudo ver claramente que estaba a punto de llorar. Entro y luego de cerrar la puerta la abrazo, sintiendo de inmediato las lágrimas humedecer su camisa, en completo silencio.

Solo por un breve momento, Sanji sintió una horrible sensación de ansiedad mezclada con terror y desesperación. Se aferro con fuerza a Zoro buscando refugio.

-todo está bien... - susurró él - te protegeré con mi vida...

***

-ese desgraciado... ¿Porque tenía que llegar justo en ese momento?... ¡Estuvo a punto de ser mía! - gruñó lleno de ira y frustración.

***

Desde ese día, cada salida se ha transformado en una verdadera tortura para Sanji, cada momento que Zoro tiene que ir a trabajar se transforma en una eternidad, se siente insegura llendo al mercado por las frutas y verduras de la semana, ni hablar de regar el jardín, luego de una semana sin acercarse o beber el té junto a ellas, parecen estar marchitandose poco a poco.

CRIMEN Y VENGANZA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora