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Empezó a atardecer sin que los chicos se diesen cuenta de ello. En cierto momento su abuela había traído algunos refrigerios y refresco, consintiendo a sus nietos que sin dejar de lado la pantalla comieron y bebieron frituras y coca-cola hasta quedar satisfechos y dejar color naranja sus dedos y los controles pegajosos.

—Creo es hora de dormir, chicos, sus padres se enojarán con nosotros si se desvelan tanto.

—¡Ohh, pero aún es temprano Abue, solo déjanos un rato más! —protestó Oliver entretenido.

—No, ya casi son las 12 de la noche, ya les dejé mas de lo apropiado.

—Es verdad, Oli, creo que ya hay que dormir. —Dijo Alvaro dejando el control de lado y levantándose recogiendo los platos y vasos que habían usado.

—Gracias, me alegra al menos uno de ustedes sea maduro al respecto. Lávense los dientes y no tarden en acostarse, por favor niños.

—¡Sí, Abue! —dijeron los chicos al unisono. Aunque en tonos muy diferentes. Alvaro de forma alegre y obediente y Oliver de mala gana.

Mientras Alvaro dejaba los platos en la cocina y se preparaba para dormir, Oliver se sentía nervioso al darse cuenta de la hora que era y de que había tomado refresco antes de acostarse. Había pasado tiempo desde que evitaba tomar cualquier liquido antes de dormir y sabiendo que tenía pequeños accidentes de vez en cuando, pensar que pudiese tener uno mas grande le empezó a preocupar de sobremanera.

Intentó ir al baño, sin éxito. Las ganas no aparecieron y su ansiedad fue en aumento. Poco a poco, sentía que algo malo iba a pasarle. ¿Que tal si se orinaba en la cama? ¿Que tal si lo regresaban a los pañales otra vez? ¿Sería malo no dormir toda la noche? Quizá ese sería un buen plan. Pero sin embargo sabía que podría quedarse dormido e inevitablemente podría tener un accidente. Así que desesperado, revisó entre los armarios de la habitación de Simón, a ver si de casualidad...

—¡Aquí está! —dijo casi gritando en victoria.

Entre la ropa interior de su hermanito, muy muy al fondo, el último de los goodnites salió de su escondite. Con prisa lo escondió debajo de su playera y corriendo al baño se deshizo de su pantalón de la pijama y sus boxers, desdoblando con cuidado el goodnite y metiendo las piernas en los agujeros. Pensó que sería difícil para él entrar en ellos, pero con sus 46 kg de peso, apenas y lo sintió ajustado. Volvió a ponerse el Boxer y la pijama encima y mirándose frente al espejo se dio cuenta de que no se le notaba en lo absoluto. Mas tranquilo pero todavía ansioso, se fue a su habitación. Era una noche calurosa, así que no se sorprendió al ver a su primo solo en boxers y una playera sobre la cama inflable que había instalado papá. Le dio un poco de verguenza estar en su pijama, pero preferia mil veces eso, que arriesgarse a exponer su protección en caso de tener un accidente.

Pensar en aquello no le permitió dormir, así que sin más se quedó en vela toda la noche, con miedo, acostado en su cama con la terrible sensación de aquella "ropa interior absorbente" que sabía igual no le libraría de problemas. ¿Qué pasaría si lo mojaba? ¿Y si no era suficiente para contener su orina? ¿Y si Alvaro se despertaba antes y se daba cuenta? ¿Había sido buena idea ponérselo en primer lugar? Todas esas preguntas le empezaron a llenar de terror, sentía su cuerpo sudar. Y sin darse cuenta, la luz del sol apareció en la ventana.

—¡AAAAgh! —dio un gran bostezo Alvaro, estirandose y levantandose de la cama inflable —. Buenos días, Oli. Wow, sí que eres madrugador y eso que no vi a que hora te acostaste. ¿Seguiremos jugando antes del desayuno?

—Sí, juguemos. —dijo Oliver con rostro serio. Sintiéndose como un zombi.

Ambos regresaron a la habitación de Simón, encendieron la consola y retomaron los controles. En cierto momento, Alvaro aprovechó una pantalla de carga para correr al baño, y aunque Oliver sentía ganas, la verdad es que sentía todo controlado o al menos no sentía urgencia, más allá de la sensación de sueño que empezó a invadirle.

El Bebé de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora