Broma al novato

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El día había sido largo, Sam había viajado cuatro horas desde su casa en Stoneybrook, Connecticut hasta el instituto en Delawere, su familia lo había dejado casi a su suerte en un lugar totalmente desconocido para el, se hizo parte de un nuevo grupo de amigos, o eso esperaba ¿Lo habían adoptado? Prácticamente había tenido una mini mudanza. Lo único que Sam necesitaba era una larga siesta para descansar, se repondría al día siguiente.

Eran al rededor de las 2:30 de la madrugada y el cuarto de los chicos estaba en completo silencio. La paz del dormitorio se vio interrumpida por un fuerte golpe en la puerta y el sonido de esta misma abriéndose. Al dormitorio irrumpieron cuatro personas vestidas de negro con mascaras baratas de Halloween gritando y haciendo ruido.

— atenle las manos. -ordenó uno de ellos-.

— ¿Que mier-

Sam no entendía que estaba pasando, antes de que pudiera procesar todo ya lo tenían atado de manos y pies.

— ¡Leo! -llamó Sam desesperado-.

— buena suerte Sam. -contestó su compañero adormilado-.

— ¡Trevor!

— ¿Podrían hacer menos ruido? -pidió el chico de rizos aún a medio dormir-.

La boca de Sam fue tapada con cinta antes de salir de la habitación. Sus captores lo tomaron por las piernas y los brazos y lo cargaron por el pasillo y escalera abajo hacia el espacio común mientras, Sam se retorcía y movía luchando para poderse liberar.
Al salir por la puerta de la torre, Sam por un instante pudo ver lo que parecía ser una carretilla antes de que le taparan la cabeza con una bolsa de tela.

Los siguientes minutos para Sam fueron una eternidad. Sentía las piedras y las vueltas del camino por el que la carretilla pasaba. Estaba desorientado, era de noche y no sabía dónde estaba. Con el paso de los minutos la carretilla se detuvo por completo.

— ¿Seguro que está abierto? -preguntó uno de los captores impaciente-.

— si.

Sam oyó el rechinido de unas puertas y sintió como nuevamente la carretilla se movía. El interior de dónde sea que estuviera olía mucho peor que la carretilla, se intensificaba aún más, era como el origen del hedor. Sus captores lo cargaron de nuevo de manos y pies, lo dejaron caer al suelo y lo amarraron a un poste. Le quitaron el saco de la cabeza haciendo que Sam pudiera ver de nuevo, sus ojos trataron de adaptarse a la oscuridad, en la cual pudo ver a aún mas personas, también con mascaras de halloween. Al poco tiempo y como manera de segarlo luces empezaron a parpadear, la luz pareció despertar a lo que descansaba en el lugar.  Los caballos ahora despiertos hacían sonar sus pesuñas contra el suelo y sus relinchos de protesta hacia su sueño interrumpido. Mientras que los captores se acercaban a el riendo y bailando, aventándose espuma entre ellos. Cuando se aburrieron su blanco cambió, ahora era Sam el que estaba lleno de espuma y no solo eso, también de heno sucio, y mierda de caballo. Parecía que habían terminado, cuando dejaron de aventarle cosas, en su lugar ahora tenían los celulares en las manos con el flash prendido, apuntando a él, Sam notó a tres estúpidos con pistolas de agua cargadas con lo que esperaba pero estaba casi seguro era meados de caballo. El liquido amarillo voló desde el cañón de la pistola hasta su pijama mugrienta.

— ¡que abra la boca, que abra la boca! -ideó uno de sus captores y otro se acercó a él-.

Con un agarre fuerte una mano tomó a Sam de las mejillas, le quitó la cinta de manera brusca  intentando que abriera la boca por el dolor y para que pudieran disparar el liquido amarrillo a ella. No cediendo a la voluntad de sus captores, esta calló en su cara. 

— ¡AH! idiota, me salpicaste ¡que puto asco!

— cállate y no te quejes -le espetó-.Ponle la cinta otra vez. -ordenó e hicieron caso.- ahora hay que terminar con esto. 

Dicho eso el tipo con la mascara mas desagradable se acerco a Sam a paso lento, sacando una navaja de su bolsillo e hincándose junto a él. El sujeto empezó a acariciar la piel de Sam con la hoja de la navaja, y a pesar de no ser con la parte filosa Sam, estaba aterrado. Gracias a a cinta sus gritos eran distorsionados.

— no te vamos a hacer nada malo. -le dijo el chico con la navaja-. no somos psicópatas o alguna cosas así. Tranquilo. En cuanto nos vallamos podrás liberarte, si lo haces demasiado pronto lastimosamente tendremos que volver y repetir esto. Bienvenido a Campbell.

Los captores empezaron a dejar los establos, el ultimo ahí se aseguró que Sam tuviera lo suficientemente cerca la navaja para que pudiera librarse y se fue. Como pudo Sam logró librarse el amarre en sus muñecas y tobillos, trató de limpiarse lo mas que pudo y caminó a su torre.

Un portazo se oyó en la D-7 de la torre tres.

-— ¿Cómo te fue? -pregunto Leo adormilado-.

— carajo, huele horrible -se quejó Trev-.

— ¿¡Qué putas!? ¡¿por que no hicieron nada!?

— Oye amigo, tranquilo. Es tradición. -explicó Trevor-.

— ¿es tradición secuestrar a la gente, tirarle cagada y meados de caballo? -preguntó aún enojado-.

— secuestrar a la gente, si. -respondió Leon con tranquilidad-. Espera ¿Qué mas dijiste que hicieron? 

— me tiraron miera de caballo y sus meados también, y me pasaron una navaja por la cara.

— ¿qué? -preguntaron ambos confundidos-.

— eso. Huelo a mierda y aparte me amenazaron.

— se supone que solo te tirarían espuma y te mojarían. -.Leon explicó con un tono mas despierto y serio-.

— ¿sabían de esto?

— ¡claro! -respondió Trevor.- todo el mundo sabía, es la broma del novato. A todos nos pasa, solo que no así.

— no te preocupes Sam, nos vengaremos. Ya verás que esos estúpidos la pagarán.

— ¿vengarnos?

— si, eres nuestro compañero de cuarto. -respondió Trev con simpleza-.

 — deberías date un baño. -sugirió Leon-.

— por favor. -pidió Trev-.

[•••]

— hola Sam ¿Cómo te fue ayer? -preguntó Alisa-.

— mal. -fue lo único que podía decir.-

— las bromas de novatos son lo peor. -se quejó Melisa-.

— en mi broma metieron toda mi ropa a la regadera -les dijo Callie añadiendo a la conversación-.

— en mi broma me dejaron sin agujetas -añadió Leon-.

— a mí me tiraron al lago cuando regresaba de clases -mencionó Trevor comiendo su desayuno-.

En la mesa se formó un pequeño silencio mientras todos esperaban que Melisa compartiera su experiencia.

— oh. Me tiraron a la alberca y cuando volví a la habitación mi ropa estaba llena de bolitas de unicel y brillantina.

— ¿Es todo? -preguntó Sam sorprendido y esperando más-.

— si. Pues ¿A ti que te hicieron? -preguntó Alisa-.

— me llevaron a los establos y me tiraron espuma. -respondió él diciendo la verdad a medias-.

— bueno, no estuvo tan mal. -dijo Melisa algo divertida mientras picaba el brócoli de su plato-.

Los tres chicos intercambiaron una mirada maliciosa, las cuales afortunadamente ninguna de las chicas notó. Lo que permitió a los seis adolescentes seguir con su desayuno en paz mientras los tres chicos pensaban en la mejor idea para una venganza.

Ya
Bye!!





Stuck In SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora