La llegada

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Sam veía por la ventana de la BMW hacia el bosque y a los árboles que pasaban rápidamente hipnotizándolo.

Sabía que la había cagado, pero no tanto. Es decir, un internado ¿En serio? Él esperaba que Watson se pusiera de su lado, pero no lo hizo; fácilmente cedió a la idea de su madre, tal vez para mostrar que ahora eran un equipo o algo por el estilo. Fuera lo que fuera no le agradaba. Ni si quiera dejaron que sus hermanos lo apoyaran.

— Sam. -Liz lo llamó suavemente-. Cariño, esto es bueno. Por favor entiende.

— Campbell te gustará. La escuela fue fundada en los 60 ¡esperemos que el "amor y paz" se haya quedado! -Watson intentó bromear mientras conducía-.

No dijo nada. No quería decir nada. No quería ir a ese lugar.

Watson bajó la velocidad del auto a medida que se acercaron a una gran reja de metal negra rodeada de muros de ladrillo. Iɴsᴛɪᴛᴜᴛᴏ Cᴀᴍᴘʙᴇʟʟ, que horror.

El camino por el cual la camioneta pasaba era bastante largo, Sam pudo ver un edificio viejo -bastante viejo-, con muros de piedra y enredaderas en ellos, torres, ventanales, puertas antiguas de madera.

La camioneta se detuvo al dar la vuelta a una fuente justo frente a la gran puerta de la escuela. Frente a ella una mujer alta, de complexión media, tal vez en sus cuarentas, de pelo negro y con algunas arrugas al rededor de los ojos lo esperaba.

— Bienvenido a Campbell, Sam.
Estoy segura de que te gustará aquí. -le aseguró la mujer-.

— si. Yo también lo creo. -afirmó su madre.- Liz Brewer.

— Louise Pretchscott.

— Watson Brewer, un gusto. -estrecharon la mano-.

— Sam. Sígueme, por favor.

La mujer guio a Sam por los antiguos corredores de la escuela, los cuales parecían haber sido invadidos por madera en ellos, decorados con cuadros o estandartes.

— el instituto fue fundado en los años 60 -la señora Pretchscott empezó a hablar-. por Theodore Campbell, que había heredado la casa y el terreno de sus familiares. Originalmente era un internado solo para hombres pero con la llegada de los 70's fue abierto mujeres. Claramente se tuvieron que hacer ampliaciones, al principio era una escuela muy modesta pero con el tiempo creció, ahora tenemos caballeriza, campos tanto de fútbol como soccer, canchas de básquetbol y tennis.

Sam quedó sorprendido, de verdad.

Dejó salir un chiflido de sus labios y hablo.
— ¿Entonces lo suyo es el deporte?

— oh, no solo eso, destacamos en el ámbito académico y artístico por igual. Contamos con aulas de computación y robótica, áreas de cocina, salas instrumentales, salas de danza, aulas de arte, teatro, coro, y una biblioteca amplia. -mencionó lo último como si estuviera vendiendo una gran oferta.-

— ¿Y los alumnos? -preguntó Watson.-

— en sus torres seguramente. Verán, los alumnos pasan toda la semana en el instituto, los fines de semana prefieren quedarse en sus cuartos o salir al pueblo vecino. Aparte también pasan el año aquí incluyendo sus cumpleaños así que suelen festejarlo en la pequeña casa. -la directora señaló a una casa a lo lejos pero aún en el terreno-.

De pequeña esa casa no tenía nada. Era casi tan grande como una casa del vecindario dónde vivían Watson y su familia.

— tuvimos una fiesta recientemente, cumpleaños de una de las mejores alumnas. -explicó-.

— ¿Y estás fiestas están permitidas? -preguntó Liz con una voz curiosa pero a la vez filosa-.

— si en caso de que los padres la permitan y estén consientes de la misma.

Stuck In SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora