II

156 13 0
                                    

Ambos volvimos a con Han, pues Lando había aterrizado hace un par de minutos, una alegría me invadió al verlo. Me volvía a sentir aquel chico inmaduro que siempre miraba al horizonte.

—¿Dónde están los niños?— Pregunté antes de todo, Calrissian río con ternura.

—Con Leia y Ahsoka poniéndose al día— me contestó el moreno.

—Preferiría dejarlas fuera, no quiero exponer a Leia en esto.— Comentó Han, disimulando su preocupación.

—En tal caso, Lando y yo nos pondremos en marcha.—

—Cuenten conmigo.— El mandaloriano dio un paso al frente, Han rodó sus ojos.

—Vaya, me gusta como vistes.— Le guiñó el ojo Lando, no esperaba menos de él y su particular pero carismática forma de ser.

—Lando, ¿Te encargaste de investigar algo?— pregunté esperanzado, pues él era el de los contactos.

—Un planeta en las regiones desconocidas, Pasaana. Pero me temo que no sé más allá de su ubicación.

Un recuerdo, como si un dejavú fuera, llegó a mi mente; la operación ceniza.

Salí de allí inmediatamente, obteniendo miradas confusas por dejarlos a todos con las palabras en la boca. Solo fue Mando quien me acompañó a mi choza; los niños ya no estaban allí.

Atrajé hacia mí un pequeño artefacto que ahora cobraba sentido, una brújula que había tomado del arsenal personal del emperador.

Quizás esto podía llevarnos al lugar, incluso podría ser que Pasaana era tan solo una pista falsa y una trampa.

Tenía que meditarlo y considerarlo, pero si algo estaba claro es que un presentimiento me confirmaba aquello, más no deseaba involucrar a los demás al punto de arriesgarlos. No ahora que contaban con, familia o allegados. No éramos los mismos jóvenes de hace años.

Suspiré encogiendo mis hombros.

—¿Qué pasa? ¿Qué es eso?— preguntó el Mandaloriano.

—Es una brújula, me llevará hasta donde creo que está la siguiente pista; partiremos mañana. Infórmale a Lando que vaya a Pasaana, yo lo encontraré allí. Han se quedará aquí con Ahsoka, Leia, Ben y Grogu.

Él asintió y salió disparado a su encuentro.

Mi estómago comenzaba a revolverse y necesitaba claridad.

Me dirigí otra vez al ojo del bosque, escuchando con tranquilidad los animales salvajes que vivían en armonía. Mis pasos sobre las hojas secas eran suaves y constantes, me perdí hasta no reconocer dónde estaba y allí, me senté de mariposa en el suelo natural.

Mi mente divagaba de preguntas y suplicaba a la fuerza de brindarme la suficiente claridad como para afrontarme a este nuevo desafío.

Más por primera vez desde hace mucho tiempo, no tuve respuestas. No negaré que eso me frustró, mi manipulación de la fuerza empezó a ser inconciente y, empecé a flotar, las cosas más cercanas a mí como rocas, ramas o incluso las hojas de los árboles que caían en esos momentos, estas levitaban a mi alrededor en una burbuja de mis habilidades en el uso de la fuerza.

Algo era diferente, ¿Es que acaso me temía? Un dolor familiar, un dolor fantasma me invadió en mi mano robotarizada. Eso iluminó mi cerebro.

Corrí de inmediato a la nave, informándole a R2 a través de un transmisor que compartíamos para que fuera preparando la nave discretamente.

Era egoísta pero, ya me la pasaba haciendo misiones en solitario y esta sería una más. Incluso el Mandaloriano tenía una familia a la que rendirle cuentas, y yo pese a contar con mi hermana ..., Ella ya había formado su familia.

Corrí, dando un par de grandes saltos con volteretas en medio. No estaba de más practicar por si me encontraba con algo desagradable y tenía que estar abierto ante cualquier posibilidad.

Tan pronto llegué a mi nave, despegué en el letargo de la noche, discreto y en lo que cabía, silencioso. Solo sería por un par de días, probablemente.

//

Noté cuando se fue, pero me temía que era tarde. Su nave surcó de los cielos y salió de la atmósfera. Él me notó, tan solo frunciendo su ceño decidido antes de elevarse.
Suspiré en mi casco, Leia se acercó a mí. Vestía un lindo camisón para dormir.

—¡Mandaloriano! ¿Luke se fue?— Preguntó curiosa y desconcertada. —¿No se iría contigo mañana?

—Eso se suponía..., Solo espero esté bien.

Ella me examinó, con unos ojos entre juzgadores como amigables. ¿Cómo podía hacer eso?

—Él sabe lo que hace, esperemos vuelva pronto.—Palmeó mi hombro, que fue amortiguado por mi armadura que la hizo sonar.

Asentí con mi cabeza, limitandome a esa acción mientras miraba la fogata en frente de nosotros.

—Descansa, Mando. Nos vemos mañana.— Dijo cálidamente, dirigiéndose hasta su linda choza que un droide le había preparado a ella y su familia.

Grogu estaba dormido en nuestra choza; yo estaba inquieto, lleno de incertidumbre. ¿Por qué se había ido solo? ¿Ese intrepido Jedi era un lobo solitario o se había incomodado por "nuestro momento"?

Suspiré otra vez, mi alma estaba atribulada. Regresé a mi choza, pero Grogu podía sentir mi angustia. El pequeño se despertó con un chillido preocupado, saltando a mis brazos. Lo acuné contra mi pecho, confortado por la presencia reconfortante de mi hijo.

Yo había arriesgado demasiado, revelando casi todo mi corazón en un intento de construir algo entre nosotros. Y Luke simplemente se disculpó y se fue. Sus acciones decían claramente que no sentía lo mismo.

Sin embargo, mi corazón se negaba a escuchar la razón. Se aferraba a la esperanza de que todo no había terminado, de que Luke no podría renunciar tan fácilmente a mí.

Pero ¿qué más podía hacer? ¿Seguiría a Luke en cada misión, como un cachorro perdido y ansioso, rogándole una oportunidad que nunca podría recibir?

Eso no era digno de un mandaloriano. Ni siquiera era digno de mí. Tenía que recuperar mi orgullo, aunque me rompiera el corazón en pedazos.

Aunque Luke no estaba presente, su recuerdo permaneció en mi mente. Sabía exactamente lo que quería de él, y estaba dispuesto a luchar por ello. Estaba acostumbrado a soportar desafíos y a superar obstáculos, y Luke Skywalker no sería el que acabara destruyéndome.

Grogu sonrió cuando pensó en Luke, pareciendo leer mi mente, iluminando mi corazón. Realmente era feliz con él como maestro, y yo era feliz viendo su felicidad. Luke era la razón de nuestra permanencia en este planeta, no solo para protegerlo a él, sino porque era importante para mi hijo.

Aún así, mi corazón tenía sus propias necesidades. Un día, encontraría el valor y el coraje para revelárselas a Luke, para darle todo de mí como él lo merecía. Y si él no podía corresponderme, entonces al menos habría sido honrado al extendernos mis emociones antes de marcharme.

El camino no sería fácil, pero estaba decidido. No dejaría que mi reserva ni mi orgullo de mandaloriano interfirieran con la posibilidad de algo verdadero. Ya había perdido demasiado en mi vida para renunciar a eso por miedo.

Cuando volviera a ver a Luke, mis ojos reflejarían su determinación. No habría duda de mis intenciones ni de mi firme voluntad. Podría haber tenido que ocultar mi rostro, pero mi corazón sería transparente.

Estaba listo para luchar por lo que quería, y dispuesto a aceptar cualquier resultado que pudiera surgir. La historia aún no estaba escrita.

Your eyes [DinLuke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora