Capítulo 1 - La mirada y la sonrisa no siempre están conectadas.

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Era un día especial en el Palacio Real del reino de Antares, exactamente era el cumpleaños de la princesa heredera al trono, Sara Helena Absalon Abel.

Familias nobles de distintos reinos de Zelandia llegaron a este país para celebrar esta ocasión, lo que era habitual todos los años, ya sea por respeto, amistad, o puro disfrute. Por lo tanto, el cumpleaños de la princesa heredera al trono era una de las celebraciones más grandes de todo el continente de Zelandia. Además de que su belleza, similar a la de su difunta madre, la anterior reina "Isis Helena", ha traído muchas propuestas de distintos reinos a la futura gobernante del país de Antares.

***
En esta ocasión la celebración se llevaría a cabo en el Gran salón de baile del palacio real, el cual fue adaptado especialmente para la ocasión.

Las paredes fueron decoradas con globos en colores rosa y magenta con alguna que otra variación. Luces que de vez en cuando cambiaban de color, dando un aspecto más íntimo al lugar.

Grandes mesas de madera de abedul se encontraban al fondo del salón, repletas de distintos platos para el disfrute de todo invitado. También, un grupo de damas y caballeros hacían un papel de camareros y servían a las personas presentes.

En una mesa algo alejada de la multitud de nobles, dos jóvenes amigos se encontraban charlando de cosas triviales, la chica de 16 años de edad, vestía un bonito vestido suelto de color amarillo, el joven, de 23 años, vestía un traje de gala hecho medida de color azul.

La joven, llamada Araceli, miraba al chico con cariño y admiración, con dulzura, y muy en el fondo, amor, un amor más profundo que la amistad que han tenido durante años, por otro lado, el joven hombre la miraba con la misma dulzura, un amor profundo que se dirige a más a la fraternidad . Y pues como se ha hecho obvio, Araceli está profundamente enamorada de este joven, un enamoramiento unilateral.

La plática que tenían animadamente fue interrumpida repentinamente por la voz de una mujer, la cual llamaba al joven hombre.

- ¡Dante! Qué alivio encontrarte por fin, has sido malo, ¿cómo osas abandonarme? -  habló la chica con fingido enojo, vestida con un elegante vestido verde bosque.

- ¡Amalia! - Llamaron ambos jóvenes poniéndose de pie.

- Su alteza, discúlpeme, no lo había visto - Pidió disculpas la joven mujer rubia con una reverencia.

-Amalia, mi nombre es Araceli, me diste el permiso de llamarte por tu nombre, y además nos conocemos desde hace años, así que mereces llamarme por el mío dijo con voz suave la joven princesa.

- Gracias su..eh...¡Araceli! - contestó Amalia con una sonrisa.

- Disculpen señoritas, no querría interrumpirlas pero, ¿qué necesitas Amalia? Por algo me buscabas, ¿no cariño? - Preguntó el joven hombre mientras sonreía con dulzura a ambas chicas.

- Bueno, no era nada importante, simplemente te perdí de vista y quería buscarte-

Amalia Ada Heinz,  hija del marqués Alessandro Heinz, es la dama prometida de Dante Altair, el príncipe heredero del Reino de Shaula. Su pelo rubio y ojos café, aunque sencillos, la hacían hermosa.

Araceli sonrío enormemente feliz por ellos, la hermosa pareja ahora reunida charlaba alegremente, Dante sonreía feliz, pero tan feliz, su sonrisa era diferente a cuando platicaba con Araceli y eso hizo que a la de joven chica de 16 años le doliera el corazón, sentía envidia de esa mujer que era la prometida de su amado, pero seguía estando feliz por él. En sus ojos brillaron lágrimas sin derramar, no importaba qué, aunque se quisieran por igual, siempre habría algo que separaría sus mundos, pues a los ojos de todos, Dante y Amalia se amaban, Araceli y Dante también se amaban, obviamente para la sociedad, eran dos tipos de amor muy diferentes. Araceli pensaba, podría conformarse con esa hermandad que siempre tendrían y se le ofrecía, en lugar entonces de preocuparse por sentimientos y emociones completamente unilaterales. Eso pensaba ella y no sabía qué, amigos o no, aún estaban esos sentimientos que aunque quisiera evitarlos, siempre estarían ahí.

***

A lo lejos, la joven princesa heredera observaba a su hermana menor mientras leía avivadamente cada una de sus expresiones, sonriendo alegremente al poder descifrarlas tan fácil como siempre.

Una suave risa escapó de sus labios al descubrir la tristeza en los ojos grises y en la sonrisa alegre de la niña.

- ¿Por qué es tan alegre mi princesa? - preguntó un joven chico de unos 18 años.

- Esa no sería una pregunta muy lógica mi querido Alonzo, hoy es mi cumpleaños, ¿por qué no ha de estar feliz? - Le contestó la princesa al otro joven.

- Sara, preciosa, no intentes tomarme por tonto. - Le susurró el joven al oído - Sé muy bien cuál es la fuente de tu alegría, ahora bien, lo que quiero saber es, ¿qué lo causa esta noche? -

- Mmm, quizá el hecho de que el heredero Altair y la hija del marqués Heinz, están prometidos en matrimonio - Contestó con una sonrisa inocente la princesa.

      Alonzo Amaro Isan, es un joven que en cuestión de meses cumpliría los 19 años, descontando un año más a la espera su papel como futuro duque. Al escuchar las palabras de la princesa heredera, alzó las cejas con desconcierto, lanzando una mirada rápida al lugar donde se encontraban los susodichos.

Y rápidamente, reaccionando a la nueva información, el joven Alonzo no tardó en reírse a carcajadas, logrando que las personas a su alrededor le miraran con disgusto y resignación, negando con la cabeza.

Sangre de reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora