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Sara y Franco paseaban por el campo en un día soleado cuando escucharon un débil llanto que venía de una caja abandonada cerca de los limites de la hacienda. Al acercarse, vieron a un pequeño cachorro que temblaba de frío y miedo y no parecía tener dueño. Sara y Franco se miraron el uno al otro y supieron que no podían dejar al cachorro allí.

"¿Qué vamos a hacer con él?" preguntó Sara, mientras acariciaba la cabeza del pequeño cachorro.

"Lo llevaremos a casa y lo cuidaremos hasta que se recupere", respondió Franco decidido.

Así que lo recogieron y lo llevaron a casa. Lo llamaron "Coco" por su pelaje marrón y suave como el coco. En casa, lo alimentaron y lo cuidaron hasta que se recuperó por completo. Coco se convirtió rápidamente en parte de la familia, ninguno de los dos tuvo el valor de buscar a un posible dueño que lo hubiese perdido o de ponerlo en adopción, ambos se habían quedado encantados con esa ternurita en cuatro patas.

Pero lo tierno, a Coco le duró poco.

Una tarde, mientras Sara y Franco estaban cocinando, Coco saltó a la mesa y comenzó a comerse la comida. "¡Coco, baja de la mesa!" exclamó Sara mientras lo retiraba de la mesa.

"no sé por qué hace eso", se disculpó Franco mientras intentaba no reírse.

"Sin dua es un cachorro travieso", dijo Sara mientras le daba una palmada suave a Coco.

Otra vez, Coco tomó el control de la casa. Mientras Sara y Franco estaban viendo televisión, Coco saltó sobre ellos y comenzó a lamerlos. Se negó a salir de su regazo y se durmió allí, roncando felizmente.

"Creo que le gustamos mucho", dijo Franco mientras acariciaba la cabeza de Coco.

"Definitivamente", respondió Sara, mientras le daba un beso en la cabeza.

Coco también disfrutaba de jugar con los zapatos y botas de Sara y Franco, y a menudo corría por la casa con ellos en su boca, a pesar de que el calzado era el doble de grande que él, el cachorro tenia una fuerza increible para su tamaño y no tenia problemas en arrastrar las pesadas botas de cuero por toda la casa. Tambien, a veces, Coco se escondía detrás del sofá y esperaba pacientemente a que Sara o Franco lo encontraran.

"¡Coco, devuelve mis botas!" exclamó Sara mientras intentaba quitárselos de la boca del cachorro.

"Parece que tendremos que esconder nuestras botas en el futuro", dijo Franco, mientras se reía de la travesura de Coco.

A pesar de sus travesuras, Coco era un perrito amoroso y leal. Sara y Franco se dieron cuenta de que habían tomado la decisión correcta al traerlo a casa con ellos. Coco había encontrado su hogar para siempre, y Sara y Franco habían encontrado un nuevo miembro de la familia.

Con el tiempo, Coco creció y se convirtió en un perro leal y protector para Sara y Franco. No había nada que no hiciera por ellos, y siempre estaba feliz de estar con ellos.

Una tarde, mientras Sara y Franco estaban jugando con Coco en el jardín trasero, Coco comenzó a ladrar y a correr en círculos.

"¿Qué pasa, Coco?" preguntó Sara, mientras se acercaba al cachorro.

Franco también se acercó a Coco y vio que estaba ladrando a algo debajo del arbusto.

"Creo que hay algo ahí abajo", dijo Franco mientras se agachaba para ver debajo del arbusto.

De repente, Coco se abalanzó hacia el arbusto y sacó un pequeño conejito. El conejito parecía estar herido, y Coco lo sostuvo suavemente en su boca, sin hacerle daño.

Sara y Franco se acercaron al perro y al conejito. "Pobrecito, parece que está lastimado", dijo Sara mientras acariciaba al conejito con cuidado.

Franco tomó el conejito en sus manos y examinó sus heridas. "No parece estar tan mal, tal vez podamos curarlo", dijo Franco mientras miraba a Sara.

Sara y Franco cuidaron del conejito y lo alimentaron, y pronto se recuperó por completo. Coco, quien estaba fascinado por el nuevo amigo, no dejaba de cuidarlo y de jugar con él.

"Creo que tenemos un nuevo miembro de la familia", dijo Sara mientras sostenía al conejito en sus manos.

"Y gracias a Coco, lo encontramos a tiempo", agregó Franco mientras le daba una palmada en la cabeza al cachorro.

El conejito se recuperó por completo y se adaptó a su nueva vida con Sara, Franco y Coco. Lo llamaron "Bugs", por su habilidad para esconderse y aparecer en lugares inesperados. Coco estaba emocionado de tener un nuevo amigo en casa y lo seguía a todas partes, jugando y protegiéndolo.

Una tarde, mientras Bugs estaba jugando en el jardín trasero con Coco, Coco comenzó a correr hacia el estanque. Bugs lo siguió y no pudo detenerse a tiempo, por lo que se cayó al estanque.

Coco se zambulló en el estanque y nadó hacia él. Con una sonrisa en su cara, Coco lo agarró suavemente en su boca y lo llevó a la orilla. Bugs estaba agradecido por la ayuda de Coco y se acurrucó junto a él, sintiéndose seguro y protegido.

Sara y Franco observaban la escena desde la ventana de la cocina y estaban encantados de ver a sus mascotas juntas.

"Son tan adorables juntos", dijo Sara mientras miraba a Coco y Bugs jugar en el jardín.

"Definitivamente, son una gran familia", respondió Franco mientras sonreía.

Con el tiempo, Bugs se convirtió en un miembro más de la familia y se unió a Sara, Franco y Coco en sus aventuras. Coco lo protegía de cualquier peligro y Bugs confiaba en él por completo.

Una tarde, mientras Sara y Franco estaban preparando la cena, Bugs saltó a la mesa y comenzó a robar comida. Coco lo observaba con una sonrisa en su cara, recordando cómo él también hacía lo mismo cuando era cachorro.

"¡Bugs, baja de la mesa!", exclamó Sara mientras intentaba agarrar al conejito.

"Parece que tienes un amigo travieso, Coco", dijo Franco mientras reía.

La familia disfrutó de la cena juntos, con Coco y Bugs jugando alrededor de la mesa y Sara y Franco disfrutando de la compañía de sus mascotas. Para Sara y Franco, Coco y Bugs se habían convertido en más que simples mascotas, eran miembros valiosos de su familia, y estaban agradecidos por el amor y lealtad que les brindaban cada día.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2023 ⏰

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𝕞𝕚𝕟𝕚 𝕙𝕚𝕤𝕥𝕠𝕣𝕚𝕒𝕤 𝕕𝕖 𝕤𝕒𝕣𝕚𝕥𝕒 𝕪 𝕗𝕣𝕒𝕟𝕔𝕠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora