III. Entregame tu cuerpo Parte II

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Su subconsciente le gritaba que estaba en territorio prohibido pero a él menos le puede importar, sobretodo cuándo tiene a un gran hombre metiendo su lengua y recorriendo cada rincón de su boca, las manos grandes estrujando su trasero y haciendo crujir tanto el cuero del sillón como el de sus jeans.

— Te vez delicioso — Un golpe fue propinado a uno de sus glúteos, haciéndole gemir y sentir tanto calor — Pero antes... Debemos dejar un par de cosas claras —

Su cuerpo tuvo un ligero bajón de adrenalina, lo cual agradecía, estaba a punto de enloquecer y rogarle a Nick que lo empotre contra el colchón hasta que se olvide de su nombre.

— Entrégame tu cuerpo con lujo de detalles, que no quede ni un centímetro de piel sin recorrer, quiero beberme toda la miel de tus delicias y penetrar tu tierna intimidad — Dijo, bebiendo el último sorbo de licor en su vaso y volviendo a dejarlo sobre la cómoda.

Charlie sintió su garganta tan seca, esas palabras lo sacaron de órbita, un sudor frío corrió por su espina dorsal, sintiéndose tan mareado y unas ganas inmensas de querer vomitar le llegaron, en su corta vida jamás alguien le dijo esa clase de cosas.

— Quiero tenerte todo, definitivamente, que no haya más sonido que el de tu dulce voz, diciéndome te quiero tan amorosamente, tu cuerpo y mi cuerpo bañados en sudor —

— ¿Qué dices? — Preguntó entre jadeos, esas palabras le hicieron sentir tan caliente, su libido llegando al límite, está confundido y excitado.

— Quiero que seas mío, ¿No lo entiendes?, Quiero que seas mi Chiquito, mi Charl, mi bebé, mío y solo mío — Le levantó el croptop, sacándolo y disfrutando de la vista, un top de encaje blanco, la saliva se le volvió agua, reafirmando que solo quería para él al hijo de su socio — Quiero tenerte en un pequeño motel, donde no exista el reloj, juntar tu piel con mi piel, que te queme mi pasión y tener solo para mí tus encantos... Quiero ser tu daddy... —

Si era posible, esas palabras hicieron estremecer aún más a Charlie, él conocía todo eso del Daddykink gracias a Allison, su curiosidad no pasó más allá de investigar pero...

Se dice que la curiosidad mató al gato... Y Charlie estaba dispuesto a morir con tal de conocer todos esos deseos que Nick Nelson tenía para él, quería ser sometido y deseado, quería conocer a ese hombre imponente y lleno de dinero, satisfacer sus necesidades sin involucrar sentimientos, claro.

— Yo... —

— Si aceptas, tendrás que acatar mis reglas, el solo incumplimiento de una de ellas y recibirás un castigo, serás tan mío cómo yo tan tuyo —

Los dedos de Nick viajaban por el top, la piel expuesta era acariciada, haciéndole sentir tan caliente y necesitado, con todo y eso, los dedos fueron hasta el dobladillo de sus jeans, introduciendo su mano y tocando su miembro, que se hallaba erecto, leves caricias eran dadas a su glande y a través del tronco, definitivamente este hombre podría matarlo de tanto placer.

— Abre la bolsa y saca lo que hay dentro — Oyó la voz autoritaria, tan serio cómo si no estuviera haciéndole una paja.

Con dedos temblorosos alcanzó la bolsa, que una vez empezó su sesión de besos la dejó sobre la cómoda, la abrió, removiendo el papel y abriendo los ojos cómo platos al ver de lo que se trataba, su mente volaba a todos lados, una soga color rojo.

— Te haré enloquecer, ésta noche es una prueba de todo el placer que soy capaz de darte —

Dicho eso, se levantó, sosteniéndolo en sus brazos y haciendo que le rodeará las caderas con sus piernas, la lascivia le nubla la vista y siente su cuerpo estremecer con cada segundo, las palmas frías sobre la piel expuesta de su espalda, sus ojos se mantienen renuentes a dejar de ver ese brillo de lujuria en los ojos contrarios, los jadeos que salían de su boca se volvían cada vez más sonoros.

Pequeño Motel | Heartstopper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora