❥ Ú̶̶n̶̶i̶̶c̶̶o̶

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Desde que tenía memoria, siempre estuvo junto a una niña, refinada y elegante de una familia millonaria, quién se convirtió en su mejor amiga, alguien que consideraba su hermana mayor por la increíble actitud madura que transmitía, diferente a la de ella.

Siempre estuvo protegiéndola, velando por su seguridad aunque la sangre no las uniera. Como siempre le decía, ella era muy “inocente” para ese mundo. Siempre respetó sus decisiones, ambas vivían la vida como querían sin dejar de cuidarse y porteger a la otra.

Siempre estuvieron juntas, siempre hicieron todo juntas, así que... ¿Por qué jamás notó el enamoramiento de su amiga?

—¿Compromiso? — decía Anya tratando de procesar la información recién dada.

Becky, con una tímida sonrisa, pidió perdón por jamás haberle dicho sobre su noviazgo.

—Ya veo...— sonrió como siempre lo hizo, de una manera radiante que mostraba todo el apoyo que brindaba—. ¡Muchas felicidades!

—¡Anya! — se abalanzó sobre ella para abrazarla—. De verdad, sabía que entenderías, no creí que fuera algo serio...

—No te preocupes, puedes hacer lo que desees.

—Te amo de verdad— dijo con una hermosa sonrisa llena de felicidad.

—Yo igual— respondió con cariño.

No quiso matar los ánimos, sin embargo, en lo profundo de su corazón, el extraño sentimiento de la traición la inundó. No, no era porque su amiga iba a desviar su atención a otro lado, era más bien porque le ocultó una noticia importante hasta el final.

Ellas siempre se contaban de todo, entonces, ¿por qué jamás le dijo sobre su novio?

No lo pensó tanto para no dañar su propio corazón, ella les dio su más sincera felicitación. Becky contaba con veintidós años de edad cuando se casó con aquel joven simpático de dos años mayor que ella.

Aquel azabache gentil, diferente a la personalidad de su amiga, se convirtió en su cuñado. No las unía la sangre, sin embargo, las unía sus sentimientos de hermandad que ambas se tenían.

Aquella boda ante sus ojos fue perfecta, ya sea porque era su única amiga quien se casaba o por los millones invertidos en la decoración. Lloró de felicidad, aunque mintió cuando su hermano la descubrió limpiando sus rojos ojos. Sus lágrimas solas habían rodado cuando la vio ingresando con ese hermoso vestido blanco de tela muy fina que moldeaba su figura al estilo princesa, ella con una sonrisa tomando del brazo a su padre, caminando al son de la música hacia ese joven que la enamoró sin pensarlo.

Su corazón era muy sensible, jamás había imaginado un escenario cómo ese; ella bailando el vals con su pareja, demostrando en sus ojos que se amaban. El escenario frente a sus ojos era cálido...

La recepción terminó y, ahora oficialmente su única amiga había formado una familia y se iría lejos de ella, ahora ya no la necesitaba. Ese era el momento donde ella ya no la cuidaría, dónde ambas ya no se cuidarían, ahora Becky tenía quien la cuidara y ella tenía que cuidarlo a él, como la familia que ahora eran.

Era algo que nunca imaginó, algo nuevo para su pequeño corazón que era cerrado con los demás. La había dejado en buenas manos, nunca se arrepentiría de haber soltado su mano para que fuera sostenida por alguien más.

Fue deprimente cuando se fue a vivir a otra ciudad por la empresa que su esposo dirigía, aunque su mente le repetía que solo eran horas de viaje y, cualquiera se podría dar un brinco y llegar de visita. Gracias a su maduro pensamiento todo malestar desapareció.

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➻ 𝐄𝐥 𝐬𝐨𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐫𝐨𝐭𝐨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora