1. Desmayo en el cuarto de baño

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La escena se le presentó tan lamentable como ya era habitual desde hacía dos meses. Seo Changbin, su jefe, estaba de espaldas a él, intentando desesperadamente ligar una vez más con el nuevo chico de contabilidad, Felix Lee.

Hyunjin suspiró en silencio y apartó la mirada.

Felix no era un mal empleado, ni siquiera parecía una mala persona; era educado, bueno en su trabajo, y no solía meterse en problemas. O al menos no lo hacía cuando se mantenía lejos de su supervisor, Han Jisung. Lo único malo, malo para Hyunjin pero no para el resto, era que era un omega, y solo por eso prefería fingir que no existía más de lo necesario.

Sin ninguna historia escabrosa detrás. Era solo que los omegas, al igual que los alfas, no le gustaban ni un poco. Ambas clases lo sacaban bastante de quicio con esa manera de ir generalmente por la vida, actuando como si estuvieran en la cima de la cadena evolutiva, cuando, según él, no eran más que unos animalillos ridículos que habían tenido la suerte de nacer con la capacidad de hablar. Los cuales, al igual que el resto de animales, se guiaban casi siempre por impulsos y muy pocas veces por la lógica.

No era que los betas estuvieran demasiado bien parados en comparación a ellos. Todo lo contrario (algo totalmente incomprensible, si se le preguntaba), pero Hyunjin estaba más que satisfecho de ser uno de ellos en lugar de cualquier otra cosa, a pesar de los inconvenientes que implicaba serlo. Porque gracias a que era un beta se ahorraba cosas como la vergüenza de hacer algo como lo que estaban haciendo el alfa y el omega frente a él.

Los miró de reojo, solo para arrepentirse.

Changbin tenía todo el aspecto de estar a punto de bajarse los pantalones y menear el miembro frente a Felix, para hacerle saber lo que se perdía. Lo que en realidad tenía un poco de gracia, porque obviamente, obviamente para todos menos para Changbin, Felix estaba tan interesado en él, como él lo estaba en Felix. Pero era como si Felix hubiera leído algún tipo de guía de una revista barata, sobre cómo hacerse el difícil para generar incluso más interés en el alfa al que quería atrapar.

Hyunjin no podía decir que si ese era el caso, no estuviera dando en el clavo. Pero tampoco podía quitarle mérito a la ceguera que parecía cargar Changbin, incapaz de darse cuenta del elefante en mitad de la habitación que era la forma en la que Felix lo miraba, como si quisiera comérselo allí mismo, por mucho que luego sus palabras fueran vagas y las insinuaciones de Changbin débilmente rechazadas.

Por suerte para su estabilidad mental, empezó a sonar un teléfono móvil. Era el de Changbin pero lo tenía él. Hyunjin lo sacó del bolsillo y descolgó sin detenerse a ver quién era, porque ya lo sabía. Lee Minho, el hermanastro de Changbin, tenía su propio tono personalizado.

—Señor Lee —saludó, volviendo a mirar a su jefe. Changbin ni se había dado cuenta de que lo estaban llamando—. Está terminando una reunión de último momento con el departamento de contabilidad. Estaremos ahí en menos de quince minutos —prometió, antes de despedirse y colgar.

Le concedió a Changbin casi un minuto entero para pavonearse un poco más frente a Felix y entonces carraspeó, acortando la distancia y deteniéndose junto a él.

—Señor Seo, su hermano lo está esperando ya en el restaurante.

Changbin ni le miró.

—Dile que mejor quedamos para cen...

—Señor Seo —le cortó, sin ceder—. Le recuerdo que su hermano no está allí solo.

Hyunjin pudo identificar sin problemas el momento exacto en el que a Changbin se le encendió la bombilla, porque su sonrisa se amplió, perdiendo la picardía y dando paso a la pillería.

Manual del buen alfa | hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora