2. Esto tiene que ser una pesadilla

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Lo primero que vio al abrir los ojos fue el techo de su habitación. Hyunjin apoyó una mano sobre su cara y resopló contra ella. Por mucho que lo intentaba, no conseguía recordar nada de lo que había ocurrido.

—Por fin —dijo una voz, haciendo que se sobresaltara. Se incorporó de golpe—. Estaba empezando a preocuparme.

—Mierda —jadeó, volviendo a tumbarse cuando su visión se volvió borrosa. Todo le daba vueltas.

—Es que cómo se te ocurre moverte estando así —Changbin caminó hasta él y dejó un vaso de agua sobre la mesilla—. A ver. Deja que mire si aún tienes fiebre.

—Quita —gruñó, apartando su mano de un golpe. ¿Por qué olía tan mal? Cerró los ojos con fuerza, intentando deshacerse de las ganas de vomitar.

—Auch —escuchó—. Eso ha dolido.

—¿Qué haces en mi casa? —preguntó, volviendo a abrirlos a los pocos segundos para verlo de nuevo.

—Oh —Changbin sonó divertido, y la sonrisa en su cara empezó a ponerlo nervioso—. Así que eres de los que no recuerdan nada.

Hyunjin frunció el ceño.

—Y viendo lo que tengo delante, casi que lo prefiero.

Lo dijo al menos un poco en broma, como siempre, pero por algún motivo la atmósfera cambió a una mucho más tensa. Los dos se quedaron en silencio; Changbin dejó de sonreír, y Hyunjin aprovechó que parecía estar arrepintiéndose de verdad de estar allí para intentar hacer memoria de nuevo.

¿Qué era lo que había pasado? Changbin desvió la mirada hacia la ventana, y él lo hizo hacia el techo, dándose cuenta de que se sentía tan mal como lo hacía de normal a la mañana siguiente de haber salido de fiesta. Volvió a incorporarse, en esa ocasión mucho más despacio que la anterior. Se sentó, pegando la espalda al cabecero de la cama, notando entonces, cuando le cayó la manta hasta la cintura, que estaba desnudo a excepción de su ropa interior. Su malestar se intensificó. Lo último que recordaba era haber dejado a Changbin en el restaurante, y luego... Cerró los ojos y suspiró con pesadez.

Y luego nada.

Quizá se sentía como si hubiera salido porque lo había hecho. No era raro, lo raro era que saliera entre semana, que hubiera bebido tanto como para no recordar nada al día siguiente, y que encima se hubiera llevado a Changbin con él (porque no se le ocurría ningún otro motivo por el que su jefe estaría allí, y a esas horas (fuera la hora que fuera)).

—Me gustaría pedirte que tengas la mente abierta y que no veas esto como algo malo —habló de nuevo Changbin, usando el mismo tono falsamente calmado que utilizaba siempre que iba a decir algo que sin duda alguna debería preocupar a la persona a la que se estaba dirigiendo. Hyunjin lo conocía bien, le había visto perfeccionarlo durante años con sus clientes. Así que cuando volvió los ojos a él, lo hizo solo para mirarlo con desconfianza—. Sé lo que opinas al respecto, aunque nunca me lo hayas dicho. Pero te prometo que no te pasará nada malo. Yo estaré contigo en todo momento, te explicaré todo lo mejor que pueda y... No sé —su voz vaciló—. Quizá, cuando las cosas se calmen un poco, puedas dejar de verme solo como tu jefe y podamos ser amigos —terminó, con una sonrisa dubitativa.

Qué cojones le estaba contando.

—Nos hemos acostado y me has pegado algo —adivinó. Genial, ahora iba a tener que darle una paliza, luego ir al hospital y después buscarse un nuevo trabajo.

—¿Qué? —la cara de Changbin se transformó en una completamente asqueada—. Pero qué dices, gilipollas.

¿Eso era que no? Sintió como sus hombros se relajaban un poco.

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⏰ Última actualización: May 04 ⏰

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Manual del buen alfa | hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora