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Jina •|• POV

Eran las siete treinta de la mañana y yo quería morirme. Mi cabeza daba vueltas y vueltas, no sabía si quedarme en cama o levantarme y beber veneno, y también la iluminación que entraba de la ventana por culpa del sol no ayudaba, el sonido sin parar de la alarma causaba que mi cabeza retumbe el doble de lo que ya estaba haciendo, sentía mi cuerpo desmoronarse con cada "pip", casi lo tipo por la ventana.

— Buenos días Florecita. — Mi hermano entró en mi cuarto con una sonrisa de oreja a oreja, tenía un vaso con agua y una pastilla, su lado tan atento me llegaba a sorprender demasiado, aunque todos los días me despertaba y la cabeza me daba vueltas, siempre se lo decía, iba a la cocina como un zombie y agarraba el primer ibuprofeno que tocaba mi mano, ya sea vencido o no, iba para adentro. La manta me cubría hasta la cabeza, cuando me destapé pude ver lo que me traía, realmente quise sentarme pero solo extendí la mano con la palma hacia arriba esperando recibir una bolita chiquita pero no sentí nada caer, abrí los ojos y como pude alcé mi cabeza viéndolo. — No seas dramática y levántate, dale. — Hizo una breve pausa viéndome con burla. — ¿Dormiste bien?

De muy mala gana dejé caer mis brazos, agarré impulso y me senté ya viéndolo con un ojo cerrado y el otro casi cerrado, mis ganas de seguir durmiendo no faltaban en ese momento. Volví a cerrar completamente los ojos, bostecé, me estiré, Jimmy aún estaba con la pastilla y el vaso en la mano, esperando a que yo los agarre, que pronto hice.

— Si te digo te miento, gracias Raíces. — Le sonreí antes de tomar el agua y la pastilla, tragué y me ayudé con el agua así pasaba. — ¿Cuándo vuelve dijo?  — Volví a mirarlo, con una ceja arqueada buscando una respuesta en su mueca de labios, estaba dudoso, creo que hasta él sabía que por alguna extraña razón, ella no volvería.

Mi hermano y yo cuando éramos pequeños sufriamos mucho pero una parte específica en nuestras vidas donde esos apodos se quedaron con nosotros fue cuando yo tenía siete y él cinco, pero eso es otra cosa, hasta lo que yo recuerdo, solemos decirnos así desde casi toda la vida.

— Dos semanas, dijo una pero la obligarán a quedarse una semana más ¿Por qué? ¿La vas a extrañar? — Dijo esto en modo de burla mientras su boca sonreía, pero simplemente hice una mueca de desagrado cuando agarró el vaso y también tomó un poco de agua, miró mi celular el cual comenzó a sonar. — ¿Tasha? Es tu nueva amiga ¿No? — Asentí con una leve sonrisa, el chat estaba abierto y de vez en cuando llegaban algunos mensajitos por su parte, mi hermano se asomó para poder verlos mejor pero antes de que lo pueda agarrar él me ganó de antemano, leyendo todo bien pero otra vez, se lo robé.

¿Qué te dijo, qué te dijo? — Se acercó mucho más a mí intentando ver lo que le escribía pero me oculté, sin dejarle ver absolutamente nada. — Se ve que algo te dijo. — Mi sonrisa hablaba por mi, sus "Buenos días" me alegraban, ya había pasado cierto lapso de tiempo, unos cuantos días recién pero aún no podía ganarle en darle los buenos días, ella se levantaba antes de tiempo, siempre.

Nah, una cosa sin importancia, me dio los buenos días y me está contando que va a ir al colegio... — Le decía eso con "poca importancia" porque mi hermano siempre me burlaba con todo lo que yo decía, pero mentiría si dijera que esos actos que ella hacía me alegraban el día. Al parecer él tenía algo que decirme, lo vi levantarse y agarrar el vaso vacío.

Bueno levántate que hay que desayunar, a la tarde vas al trabajo y casi nunca comes nada antes de irte. — Me reí pero tenía razón, casi nunca comía nada, no me daba apetito, y si comía algo me dolía el estómago después y prefería dejar de lado el dolor.

My favorite color is red. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora