Capítulo cuatro.

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Narra Alejandro

Al día siguiente, cuando ya no estaba con Aylén ya que ella estaba con Lucía, no sabía que hacer. No le quería hablar a Tomás y tenía que estar todo el día con Lupita.

Me arreglé y llegó Lupita a decirme que vayamos juntos a la secundaria.
Íbamos en un silencio incómodo, seguíamos caminando hasta que Lupita me agarró de la mano, la miré un poco mal y ella me sonrió un poco nerviosa.

-- ¿Por qué me agarras de la mano? -- Le digo, con un tono molesto y confuso, pasaron muchas cosas y ya estaba harto de todo, hasta de mí mismo.

-- P-pues... Somos novios, ¿no? No tendría porque molestarte. -- Ella dice con un tono enojado y me suelta la mano. La miro con confusión por su actitud.

-- Bueno, perdón. Nunca habíamos hecho esto, solo me pareció raro. -- le dije, solo para tranquilizar, no quería que se diera cuenta que me daba asco el simple hecho de tocarla, ella se calmó un poco y respiró.

-- Okey, lo entiendo pero no me digas eso otra vez, por favor. -- Me dijo, yo asentí y seguí caminando. El camino siguió siendo incómodo, pero ella ya no me agarró de la mano, y menos mal, porque si me agarraba de la mano, la empujaba, por zorra.

Al llegar a la escuela, lo primero que veo es a Tomás hablando con Aylén, justo con esa rara... Ella lo miraba como si le gustara, ¿acaso le es infiel a Lucía? ¿Con mi novio? Imposible.

Tomás me miró, me sonrió y se empezó a acercar. Yo le sonreí de vuelta, cuando ya estaba más cerca mío, mi corazón se empezó a acelerar, pero justo vino Lupita a hablarme, maldita estúpida ¿No me podía dejar en paz un rato?
Tomás se detuvo y dejó de sonreír, se fue y yo solo miraba como se iba.

-- ¡Alejandro! -- Lupita gritó, sonaba enojada, la miré un poco mal.

-- ¿Qué? -- Le dije, me miró de arriba a abajo.
-- Te estoy hablando ¿En que piensas? -- Me preguntó. A ti que te importa, puta.
-- Problemas familiares, no importa. -- Me excuse, solo pensaba en Tomás, mi novio hermoso.

Le sonreí falsamente a Lupita y ella sonrió con ternura. Me fastidia ver su sonrisa estúpida y asquerosa, es tan ilusa.

-- Vamos a clases, amor. -- sugirió ella, la miro con desilusión, sonrío falsamente otra vez y asentí, aún que seguía pensando en Tomás.

Narra Tomás

Cuando vi entrar a Alejandro, sentí mariposas en mi estómago y sonreí como si estuviera viendo a la cosa más maravillosa del mundo.

Me estaba acercando para hablarle y decirle lo que me contó Aylen, ella me contó que ayer habló con Alejandro y que le confesó que lo engañaba con Lucía, me reí hasta que me di cuenta que a mí también me cuernearon. Yo había terminado con Lucía hace tiempo, solo que no le decíamos a nadie porque no queríamos que lo supieran, pero Aylen me dijo que ya estaban de novias antes de que terminaramos, con razón ella me terminó.

Mientras me acercaba a él sonreía como un bobo, hasta que se le acercó la zorra de Lupita. En ese preciso instante se me borró la sonrisa, los miré con una cara seria y me fui.

Después de la increíble noche que habíamos pasado hace unos días, él estaba con Lupita y lo peor es que parecía feliz, me puso un poco mal, pero sé que él no me dejaría.

Narra Alejandro

Estuve caminando por los pasillos con Lupita por un buen rato, se sintió una eternidad estar con ella, era lo más aburrido del mundo. Me hablaba de sus abuelos que se murieron y lloró por tres días, no sé, no entendí nada de lo que me dijo la ridícula esa.

Al llegar al aula, vi a Aylen sentada hablando con una de nuestras compañeras, lo más incómodo era sentarme al lado de ella sabiendo que me estuvo engañando con Lucía.

Aylen solo me miró de reojo, hicimos contacto visual y ella siguió con su charla, yo tuve que ir a su lado, lamentablemente.

Llegó el profesor de literatura y empezó la clase, Aylen y yo no nos miramos mucho, creo que ya ni siquiera le importo, eso es bueno. Lo malo era ver a Lupita muriéndose de celos por no poder sentarse a mi lado, tenía ganas de reírme por lo estúpida que era.

💭

Después de unas dos horas, ya por fin nos podíamos ir y podía ver a Tomás.

Sorprendentemente Aylen se despidió de mí felizmente, no sé que habré hecho para que haga eso, se supone que estábamos mal, pero le devolví el saludo amablemente.

Cuando salí del salón, Lupita estaba atrás mío, parecía acosadora, pero también estaba Tomás esperándome.

-- Mi amor, ¿Queres que te acompañe hasta tu casa? -- Me dijo, la miré sin creer lo que me había dicho, ¿Mi amor? ¿Qué es ese apodo tan repugnante? Bueno, si viene de Tomás, la verdad no me molestaría.

-- Eh, no puedo, tengo fútbol. -- Le dije, con claro sarcasmo que al parecer ella no notó porque me miró con confusión.

-- Pero si vos no haces fútbol... -- Pero que chica tan idiota, no sabe que es el humor o qué?

-- Es broma, hoy no puedo, me va a acompañar Tomás. -- Cuando dije eso, me acordé que Tomás seguía esperándome, lo busqué con la mirada y me estaba mirando muy seriamente, ¿Cómo es que podía ser tan hermoso sin intentarlo?

-- Ah, okey, nos vemos el lunes, supongo. -- Dijo Lupita, después de decir eso se fue caminando, por fin un momento de paz.

Tomás se acercaba a mí y yo sentía que se me iba a salir el corazón.

-- ¿Vamos, amor? -- me propuso él, yo asentí felizmente y nos fuimos.

El camino fue silencioso pero cómodo, él y yo estabamos agarrados de la mano y de vez en cuando nos mirábamos, me transmitía dulzura con sus miradas, Tomás era tan lindo.

Llegamos a mi casa y lo despedí con un beso en la mejilla, él me sonrió y se fue caminando.

Hoy fue un día muy estresante, por Lupita, pero lindo, por Tomás.

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⏰ Última actualización: Jul 01 ⏰

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