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Los cielos azules tan extensos cómo el océano, las nubes blancas, grandes y esponjosas son como montañas y la luz del sol ilumina todo. Así es el reino de las Diosas.

Todos en el reino de las Diosas son felices y viven en paz con las demás razas, o eso creían hasta cierto momento.

Una hermosa mujer alada, de cabellos platas y ojos brillantes dorados, piel blanca como la nieve. Particularmente dotada de belleza en todo sentido por su madre, la Deidad Suprema. Ella cuidaba de las pequeñas aves del paraíso. Es una mujer hermosa y querida por todos en el reino celestial.

Distraída en sus cuidados se alejo un poco más del lugar donde habitualmente estaba, todo está tranquilo hasta que un grito captó su atención.

—Lady Elizabeth, ¡los demonios están atacando!— grito uno de los soldados que mantenía guardia en alguno de los jardines celestiales.

Sin titubear corrió lo más rápido que pudo hasta el guardia herido que la llamaba.

—Dime por favor que está pasando, ¿porqué estás herido de esta forma?— pregunto mientras trataba las heridas del pobre guardia que aún tenía el rostro lleno de angustia y miedo.

—Demonios, ellos nos están atacando desde el jardín oeste— su respiración aún estaba descontrolada y su herida mejoraba con la ayuda de la diosa.

—Quedate aquí, hice lo que pude por tu herida, déjame esto a mi— sonrió tratando de calmar el miedo del guardia pero sobre todo su miedo. No era miedo por morir sino por miedo a perder a más amigos en esa pelea.

Desplegó sus alas y voló velozmente hasta el jardín que el guardia le había indicado.
Su mente solo tenía una pregunta, ¿porqué después de tanto tiempo los demonios volvían a atacar?, y sobre todo...¿Meliodas estaba ahí?

Poco a poco el paisaje se iba tornando oscuro y sangriento.

Su rostro de preocupación cambio a uno totalmente perturbado, todo lo que un día fue un bello jardín lleno de animales y flores ahora estaba lleno de sangre, fuego del infierno y muerte.

Al parecer no quedaba nadie en el campo de batalla más que unos cuantos angeles.

—¿Que sucedió aquí?, ¡díganme!— pregunto sin evitar mostrar su molestia con su tono de voz y el seño totalmente fruncido. No obtuvo respuesta —¡Les estoy preguntando que paso aquí!— insistió acercándose a ellos.

—El sucesor del rey demonio nos atacó— respondió uno de los angeles aún temeroso —Meliodas, el comandante de los diez mandamientos nos atacó—

Su rostro cayó en total decepción.

—N-no lo entiendo, ¿están seguros de que fue Meliodas quien nos atacó?— pregunto con la esperanza de que los angeles se hubieran equivocado, sin embargo ellos lo afirmaban con la cabeza —No es cierto, el no nos atacaría de esta manera— sus ojos comenzaban a cristalizarse y su voz se quebraba.

—Lady Elizabeth, venga con nosotros por favor— le extendió la mano uno de los angeles pero ella se negaba —Lady Elizabeth, por favor venga—

—¿Para qué? ¿todavía hay más?— le miraron titubenates, desplegaron sus alas invitándola hacer lo mismo.

Sin entender aún lo que pasaba desplegó las alas y siguió el camino que le indicaron los angeles.

Su mente aún no podía creer lo que pasaba, ¿Meliodas había atacado? ¿Por qué atacó? ¿Meliodas la había traicionado?
El vuelo se detuvo hasta un teatro celestial.

Tenía que ser una broma, una maldita broma.

Ese teatro era el lugar en donde Meliodas y ella se veían a escondidas, era un lugar secreto e incluso sagrado para ella, ¿por qué ellos sabían la ubicación?

Volteó a mirar a los angeles que la acompañan pero su aspecto cambio como si de un disfraz se tratara. Eran demonios.

—¿Qu-que está pasando? ¿por qué...?— ellos no querían atacarla, solo se mantuvieron en su lugar.

—Elizabeth— giro lentamente hasta la voz que la llamaba deseando que la persona detrás de ella fuera alguien mas y no quien pensaba. Al levantar la mirada se llevó las manos a la boca mientras que sus lágrimas salían sin control.

Era él.

—¿Por qué? ¿¡por qué!?— su voz seguía quebrada mientras rogaba al hombre que tenía frente a ella una respuesta.

—Elizabeth, yo...— sin saber que decir solo pudo dedicarle una mirada llena de serenidad que en realidad ocultaba toda la tristeza que llevaba.

—¡Elizabeth! ¡Elizabeth!— un grito lleno el vacío que había en ese momento. Un arcángel descendía del cielo a toda prisa —¡Aléjate de el Elizabeth!—

Tan pronto como llego abrazo a la peliplata sacando la espada para ponerse en defensa contra el demonio rubio frente a ellos.

Tras el llegaron otros arcángeles de los cuales uno de ellos parecía satisfecho.

—Elli, ¿estás bien?, dime qué estás bien por favor— rogó una palabra a la peliplata que se mantenía con una mirada decepcionante al rubio —¿Elizabeth?

—Estoy bien, Mael— desvío la mirada por algunos segundos para tranquilizar al ojiazul que parecía no soltarla.

—No se por qué estúpida razón pensaste que podrías llevarte a Lady Elizabeth, pero ahora estás perdido— hablo el arcángel lider azabache. Su mirada al rubio era arrogante y victoriosa.

—Así que querías llevártela maldito demonio, ya te las verás conmigo— a punto de lanzarse a él, el otro par de arcángeles le detuvieron.

—He cumplido— sin expresión menciono aquellas palabras antes de darse la vuelta e irse volando con sus alas oscuras.

—Meliodas— el rubio detuvo su andar —La deuda está saldada— el arcángel azabache le dijo entes de que esté se marchara entre las tinieblas.

—Ludociel, ¿que es lo que está pasando?— pregunto la peliplata confundida y molesta.

—Lady Elizabeth— aclaro su voz antes de continuar con lo que la ojiazul preferiría jamás escuchar —Meliodas, su "amado" la ha traicionado—

Podía escuchar como su corazón se quebraba, sus lágrimas salían y el aire la abandonaba.

—Meliodas, el líder de los diez mandamientos hizo un trato y el pago con su libertad— su sonrisa era cínica y su voz burlona.

Aún sin entender lo que pasaba y esas palabras retumbando en su cabecita, la peliplata voló lo más rápido que le permitía su cuerpo alejándose de aquel lugar.

—Fuiste muy cruel, hermano— menciono el ojiazul observando la repentina acción de la diosa —No tenías porque reírte de ella así—

—Es la verdad, nuestra raza es pura mientras que ellos son la escoria del universo— se hundió de hombros ante su comentario mientras mantenía su sonrisa burlona.

—Es lo mejor para ella, Mael— tomo el hombro de su amigo el arcángel de cabellos azules tratando de calmarlo.

[•••]

—Perdoname Elizabeth— una lágrima decendia de su rostro hasta perderse en el abismo.











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Hola a todos y todas.

Hemos regresado con una nueva historia que espero les guste porque de verdad me gustaría seguir con el proyecto.

Digamos que la historia se basa en el “que hubiera pasado si...”

Espero disfruten la historia. Nos vemos en el próximo capítulo.

Prometo AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora