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Paso el tiempo...¿cuánto?, no se sabe, en realidad para ellos el tiempo no importa como avanza.

Una pequeña azabache de ojos color miel curoseaba en el laboratorio de su maestro de cabellos rubios. Sentado en la silla de ruedas miro a la pequeña paseando a escondidas.

-¿Buscas algo en especial •••?- pronuncio el inusual nombre poco pronunciable de la pequeña captando su atención sin dejar de realizar su acción.

-Nada en especial maestro, además ya le he dicho que no me llame de esa manera, prefiero que me llame Merlín- se quejo saliendo a la vista del mayor.

-¿Tanto te gusta que te llamen así?- la pequeña asintio y el sonrió a su respuesta -Meliodas tiene buen gusto para los nombres...- la pequeña se sonrojo causando un ligero sonido de emoción -¿por qué no estás con el?-

-No está, tenía que ir con el príncipe Zeldris al bosque del diablo a cazar dragones- sin emoción respondió captando la atención de su maestro.

-No te agrada el príncipe Zeldris por lo que puedo ver- la pequeña no respondió a sus palabras -no lo entiendo, si es tan parecido a Meliodas, ¿por qué no te agrada tanto como el?- nuevamente la pequeña mostraba su sonrojo. El mayor había logrado su objetivo, sabía que había algo más en ella al ver al rubio príncipe, pero esperaba admiración o hermandad pero ahora estaba seguro, por algo amaba estudiar los sentimientos. La pequeña Merlín estaba enamorada de Meliodas.

-Maestro...- su vocecita infantil llamo su atención.

-¿Que sucede Merlín?- timida y con un ligero rosado en las mejillas apretó los puños.

-¿Los demonios son capaces de amar?- sus ojos suplicaron una respuesta y sus mejillas se encendían cada segundo. Sabía que era directa pero su pregunta si que lo tomo por sorpresa.

-¿Te interesan los sentimientos?- uso un tono más juguetón tratando de calmar los nervios de la pequeña que prefirio no contestar -Bueno, ignoro la razón por la que quieres saber eso pero...- parecía pensar una buena respuesta para la pequeña que se impacientaba con la espera.

-Por favor maestro dígame, solo quiero aprender mas- lejos de ser mentira era una verdad, ella quería aprender sobre el amor de los demonios, quería aprender sobre los sentimientos, quería aprender a amar a Meliodas.

-El amor existe para todas las razas, este sentimiento puede ser tan bueno como malo, si algún día lo sientes debes saber identificarlo y sobretodo manejarlo correctamente- cada palabra que salía de su boca podía entenderla correctamente pero ella quería algo más...

-¿El amor en distintas razas puede ser posible?- otra pregunta que lograba insetar la duda en su maestro.

-Si y no, el amor es posible en todas las razas sin embargo vivimos en una época en la que todas las razas no son muy queridas entre si- la pequeña insisto en saber más con sus miel curiosos -la aceptación entre razas es difícil pero no imposible, el día en que dos seres de distintas razas se enamoren será una verdadera revelación para el mundo- sonrió satisfecha. Era justo lo que quería escuchar.

Así que sí podía amar a alguien distinto a ella, si podría fijarse en alguien como ella...

•••

La diosa esperaba al demonio de sus sueños. Sentada en los escalones del antiguo teatro miraba las suaves y esponjosas nubes.

Su mente solo tenía una imagen girando constantemente, era el demonio rubio y que desde la primera vez robo toda atención. Suspiraba al recordar lo tanto que había cambiado por ella, desde hablar de si mismo hasta mostrarle aquellos ojos verdes jade que ocultaba con esa oscuridad demoníaca. Eran sin duda los ojos más hermosos que jamás imaginó ver en toda su vida.

Prometo AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora