1.

4 0 0
                                    

Gritos, coléra, impulsividad, ruina, venganza...

La pequeña niña no entendía que pasaba en su dulce y cálido hogar, que le pasaba a su encantadora y cariñosa madre, y el por qué su padre estaba recogiendo sus cosas de valor.

Su querido padre la dejaba atrás, sin un último abrazo o un simple adiós.
Lo único que quedaba del padre al que tanto quería era la fotografía que estaba en el recibidor del que un día fue un hogar lleno de luz y alegría y que ahora no era más que una simple casa oscura y fría.

La niña atesoraba esa fotografía con la esperanza de reencontrarse con aquel recuerdo de su padre sonriente.

La madre no podía evitarlo, sentía que iba a explotar, llena de furia y con un sentimiento de venganza que la consumia poco a poco buscaba destruir todo lo que le recordaba al hombre que tanto daño le había hecho.

Temprano en la mañana y sin hacer un solo ruido se apresuro hacia el vestibulo, y destruyó el único recuerdo que a su hija le quedaba del padre al que tanto admiró, aquél retrato del recibidor, para después dirigirse a la habitación de la pequeña niña, que dormía plácidamente entre sus cálidas mantas.

Un sueño sin fin y una eternidad para reencontrarse con su padre, eso es lo que la inocente y risueña niña ahora debe afrontar, rodeada de flores y lágrimas de sus seres queridos que le brindan una dulce despedida, un último adiós, el que su padre jamás le dio.

Navegando Entre VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora