Capítulo 1: Te vuelve loco, lo quieras o no

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—Sensei Aritomo, este ejercicio es muy difícil...

Ahí está otra vez, haciendo su burikko mientras mordisquea la punta del lápiz y me mira fijamente. Es lo mismo cada día. Una rutina que ambos conocemos demasiado bien.

Momoe Mori es apenas una omega de 17 años, pero sabe exactamente lo que provoca. En una alfa como yo, su burikko es letal... y el aroma dulzón que emite, una fragancia deliberadamente embriagadora, puede encender deseos en cualquiera: alfas, omegas, incluso betas. Y yo no soy la excepción.

Estoy convencida de que ha dejado de tomar sus supresores. Quiere dificultarme el autocontrol, inundando el aula con esas feromonas dulces, retándome a cada instante, deseando que pierda la cabeza y la tome aquí mismo, frente a toda la clase, sin importar las consecuencias. Esa imagen me atraviesa como un rayo, encendiendo mi deseo.

Pero no puedo ceder. No lo haré. Soy una profesora con una carrera intachable, no una bestia dominada por sus instintos. Además, ella es tan joven...

Aunque odio admitirlo, mi alumna Momoe Mori tiene el poder de enloquecer a cualquiera. Y lo sabe muy bien.


Conozco bien a los padres de la alumna Mori.

Mi ex esposa, Soyo, era amiga de la infancia de ellos. Durante años, compartimos cenas, salidas, vacaciones juntos. Éramos cercanos, como una familia. Pero mi matrimonio no funcionó y me alejé. Ahora, es posible que mi ex siga en contacto con ellos, pero yo me aparté por completo.

Vi crecer a Mori. Cuando era pequeña, me llamaba "Tía Gumín" con esa vocecita dulce que derretía a cualquiera. Pero ella no recuerda nada de eso; el distanciamiento ocurrió justo cuando cumplía cuatro años. Hoy no sabe que su Sensei Aritomo es la misma "Tía Gumín" que solía mimarla.

Incluso entonces, sabía cómo usar su burikko para conseguir lo que quería. Bastaba un puchero para que sus padres, abuelos y tías corrieran a consentirla. Ahora, esa táctica la utiliza de forma más calculada, más sensual, con un propósito claro: seducirme.

—Sensei... —la escucho susurrar, más un gemido que una palabra.

Otro día de clase, otro día de tentaciones.

—Sí, ¿en qué puedo ayudarla, alumna Mori?

Ella se levanta de su asiento y camina hacia mi escritorio, moviéndose con una gracia provocadora. Su falda, como siempre, es demasiado corta, revelando más de lo que debería. Mis ojos recorren sus muslos, suaves y pálidos, arrancando suspiros no solo de mí, sino de toda la clase. Alfas y omegas la miran por igual, embobados, y yo no soy la excepción.

Se inclina sobre mi escritorio, invadiendo mi espacio personal, tan cerca que su aroma me envuelve, dulzón y embriagador. La tensión en mi entrepierna es casi dolorosa; siento el bulto bajo mis pantalones y lucho por mantener la compostura.

—Awww, este ejercicio es tan difícil... ¿podría ayudarme, Sensei? —ronronea, su aliento cálido rozando mi oído, enviando un escalofrío por mi columna.

Mis manos tiemblan al sostener el libro. Quiero empujarla contra el escritorio, sentir su cuerpo temblar bajo el mío, pero me obligo a contenerme.

—Claro, alumna Mori —respondo con voz apenas controlada.

—Gracias, Sensei. Usted es la mejor.

Se acerca aún más, rozando mi brazo con un contacto intencionado. Siento el calor de su piel, y mi mente se llena de imágenes indecorosas. Deseo poseerla, hacerla mía. Pero me contengo.

—¡Uhmmm, qué difícil, qué duro! —exclama juguetona, llevándose el lápiz a la boca y chupándolo lentamente, de una forma que no deja dudas sobre sus intenciones.

Prohibido - G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora