diet of sex ↬ chaennie

seis

Jennie gimió cuando sintió la lengua de Rosé recorrer toda su clavícula izquierda, y luego sujetó su mano en su pecho, apretándola más. Cerró sus ojos, y suspiró. Una mirada a ella, tan concentrada en seguir lamiendo, y la menor volvió a gemir al volver a sentirla apretar su pecho, con toda su palma.

El sonido sordo en su habitación donde solo es escuchan sus apenados sonidos, la fricción de sus ropas, y su propia respiración irregular. Jennie sintió que se sonrojó cuando presenció del como los dedos de Rosé desabotonaban su camisa con una lentitud dolorosa, y la deslizó por completo por sus hombros, moviendo el tirante de su sujetador, haciéndole mostrar un poco de sus pechos. Sus brazos desesperados subieron a cubrirlos, pero escuchó a la rubia lanzar una risita, volviéndola a besar.

─ No tengas pena, sólo yo estoy viendo esto.

─ Es porque eres tú, tonta.

─ Jen, ya nos hemos visto desnudas.

La menor evitó su mirada, volteandola a su cesto de basura.

─ Pero no para tener intimidad.─ Rosé se alejó, frunciendo su boca.

─ Está bien, no quieres hacer nada, lo entiendo.─ Acomodó su blusa, se paró, y caminó hasta su mochila, tomándola para irse.─Cuando estés realmente segura empiezas a decir tus tonterías de apresurar las cosas.

─ No, Rosie, ven.─ Una mano en el pecho de la otra, impidiéndole salir de su habitación. Jennie realmente no quería que su amiga saliera de su habitación, quería que la siguiera tocando de esa forma.─Es sólo que tengo pena, ¿Y si no te gusta? ¿No te gusta mi cuerpo, mis gemidos, no te gusta... estar dentro de mi?

Rosé frunció su ceño, volviendo a tirar su mochila por ahí y volver a acostar a su menor en la cama por completo, quitándose su camisa del uniforme por completo. La tomó del rostro, obligándole a verla.

─ Yo igual estoy preocupada por ti, Jen, ¿Si te lastimo, no te gustó, te sentiste incómoda?, pero lo único que quiero hacer es cuidarte de todos y que a ti no te pase nada malo, sé que soy bruta, pero realmente me enojaría conmigo misma si te hago algún daño.─Una mano pasando por su hombro, su falda deslizándose por sus muslos, y una sonrisa encantadora de Jennie, una tierna, atreviéndose a besarla.

─ Ahora sabemos que las dos nos preocupamos por lo que va a pasar ahora.

─ ¿Ahora?─ Rosé pregunta, sintiendo las piernas de la menor enredarse en su cadera, presionando sus cuerpos.

─Ahora.─Sus labios terminándose de mover y después, se besaron, moviendo sus labios de una manera rápida. Eso prendió a la menor.

Al sentir las manos de Rosé recorrer su cuerpo como jamás lo imaginó, sentirla presionar sus pechos sobre su bralette, apretar su cintura, apretar sus muslos, todo. Sus manos bajaban de una manera atrevida por todo su cuerpo hasta su trasero, dando un pequeño brinquito por la sorpresa, sacando una risita a su mayor.

─ Tan tierna.─Otro beso, profundizado por los brazos de la menor que obligaron a la azabache a volver a acercarse a su cuerpo, generando más calor.

Sus manos subiendo por su cuerpo a sus pechos, donde retiró el bralette por completo, viéndolos. Rosé tragó saliva y Jennie se dió cuenta de algo; Rosé la deseaba. Sus dedos ágiles fueron hasta el abdomen de la azabache, acariciándolos.

─ Se sienten más duros que antes.─Un bulto en su falda le avisó que sus abdominales no eran lo único duro de ella.

Dedos subiendo hasta los pechos de la contraria, pequeños. Parpadeó un par de veces, alzando una sonrisa. Estaba pasando.

Un gemido desprevenido salió de sus labios al mismo tiempo que sintió que unos labios iban dirigidos a sus pezones, apretándolos levemente. Una lengua acariciar uno, y después esos dientes apretarlos levemente, casi jugando. Las manos de Rosé volvieron a subir al momento que sus labios abandonaron levemente ese pezón izquierdo, pero ambos fueron consolados.

Sus dos manos apretando levemente ambos pechos, su falo rozando con su entrepierna, y la azabache relamiendo sus labios resecos cada cierto tiempo. Sus barbilla temblando, sus ojos llenos de deseo, y su pecho mostrando una respiración irregular. Jennie se preguntó si Rosé se pondría así con cualquier chica que la mayor viera desnuda, y la otra le tenía una respuesta para eso; no, pero ninguna se atrevería a decirlo.

Sintió que su mayor comenzó a repartir besos desde sus pechos a su abdomen, llegando hasta su falda. Una sonrisa, y sus manos viajaron hasta esa falda, dejando los pechos de Jennie solos y a ella con un puchero. Quitó la tela con cuidado, encontrándose con ese short que la menor siempre se ponía bajo su falda, y sonrió, quitándolo con cuidado también.

Llegó hasta sus bragas, blancas, sin ninguna decoración, y llevó su nariz a ellas, rozándola con el clítoris de la menor y con consecuencia, haciéndola gemir inesperadamente.

Jennie no era de masturbarse, jamás se atrevió a bajar sus manos a su intimidad porque su mamá le advertía tanto de eso, su abuela le decía que tendría un castigo divino si lo hacía y su padre evitaba hablar con ella sobre cosas de la cara para abajo, así que la menor no tenía a nadie con quien hablar, hasta que conoció a Rosé. Pero tampoco había mucho de qué hablar.

La rubia apartó esas bragas, tirándolas por ahí, y después llevó su lengua hasta el clítoris de la menor, ambas temblando. Rosé tampoco era una experta en el tema del sexo, solo había tenido una vez y hace tiempo, así que era prácticamente una virgen. No sabía qué hacer.

No iba a llevar a cabo algo que había visto en el porno, tampoco iba a llevar a cabo algo a ciegas. Volvió a acariciar el clítoris de Jennie con la punta de su lengua, ejerciendo un poco de fuerza, y la escuchó gemir, indicándole a Rosé que de seguro algo estaba haciendo bien. Volvió a hacer lo mismo, y el gemido más fuerte de la menor se encargó de ponerla más dura, tanto que dolía.

Ahora solo estaba pensando en cómo complacer a Jennie.