Un nuevo amigo.

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El pelirrojo despertó por los rayos de sol que golpearon su cara. En ese momento se maldijo a si mismo por no haber buscado un lugar mejor para dormir. Se sentía pensativo y mirando hacia la nada, procesando todo lo que había pasado el día anterior.

Su mente volvió de las nubes al recordar a aquel hermoso niño que conoció ayer. La belleza única del moreno, hizo que Diluc quedase pensando en él e incluso lo soñó.

- ¡¿Y si todo fue un sueño?! - se pregunto a sí mismo con pánico.

¿Y si en verdad el había soñado con aquel niño? No... no podía ser, lo de ayer se había sentido bastante real para ser un sueño.

Rápidamente, para calmarse, busco en su bolsa la manzana que le había robado al moreno. Ahí estaba, tal y cómo la recogío del piso el día anterior.

- Uff... con que no fue un sueño, que alivio. - dijo en voz baja tras soltar un pesado suspiro. Realmente se había asustado por la idea de que, de aquel chico solo fuese producto de su imaginación.

Diluc no espero más y ordenó sus cosas en la bolsa, volviendo a acomodar la capucha negra y tapando los hermoso cabello rojizo.

- ¡Debo ir al pueblo y buscarlo! En serio quiero conocerle. - Comentó, levantándose del piso para caminar rumbo al pueblo nuevamente. Necesitaba conocer al moreno, no sabía porqué le causó curiosidad.

¿De donde es? ¿Cuál es su edad? ¿Por qué parece como si no fuese de Mondstadt? ¿Por qué tiene un parche en el ojo? ¿Por qué tiene piel distinta? ¿Por qué me llama la atención? Eran preguntas que frecuentemente aparecían el la mente del pequeño, bastantes preguntas, pero pocas respuestas.

Ya llegado al pueblo, miró por todas partes al que tanto buscaba; aquel peliazul, mas no lo veía en ningún lado ¿Y si se fue? No quería pensar aquello pero quizás era probable.

No se rindió y buscó por cada callejón, tienda, locales y preguntando de casa en casa o a pueblerinos. Nada, no consiguió averiguar nada.

- Buahh... ¿Donde esta? ¡Es cómo si se hubiera esfumado de la tierra! - se dijo a sí mismo haciendo un puchero.

Se sentó en el piso de un callejón a descansar, tanto buscar al peliazul lo había cansado de todos modos.

Decidió por irse del pueblo de una vez, ya había perdido las esperanzas de encontrar al moreno. Realmente estaba triste, pero ¿Qué más podría hacer? Buscó información de todas las formas y no recibió ninguna respuesta a sus preguntas.

Se dirigió al lago de Mondstadt, hace un tiempo junto a sus hermanos había ido a pescar y era un lugar bastante tranquilo. Se sentó en la orilla de un pequeño puerto de madera que solían usar para pescar. Se sacó los zapatos con cuidado y los dejo a un lado. Comenzó a mirar al cielo mientras se remojaba los pies en el agua fría.
Sacó la manzana que le había tomado al moreno dándole un mordisco, realmente tenía hambre, ya que no era lo suyo saltarse comidas.

- ¡Hey! Esa es mi manzana- comentó alguien a lo lejos mientras se acercaba. Era él, era el chico que había encontrado el día anterior.

Diluc se quedo sin palabras, se puso bastante nervioso por verlo de nuevo y sintió como sus mejillas se tornaron del mismo color de su pelo.

- Pff estás rojo, ¡ahora no puedo ni diferenciar entre tu pelo y tu cara! - dijo el adverso entre risitas. Sentándose al lado del pelirrojo.

- E...eres tu... El chico de ayer!- dijo tímidamente Diluc. Volviendo a acomodar su capucha por la vergüenza. Sintiendo como le sudaba todo el cuerpo.

- ¿Mh? Claro que lo soy... creo que soy el único chico así en Mondstadt. ¡Me llamo Kaeya! Es un placer - dijo el peliazul, alzando una mano hacía el pelirrojo en forma de saludo.

Un último baile. Kaeluc ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora