Día 01 Crush

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Rukia no tenía un amor platónico por nadie, que fuera real, pero si tenía sus crushes ficticios como... bueno posiblemente tampoco tenía crushes ficticios y es que a pesar de estar en la flor de la juventud, cuando las hormonas se están despertando y su cuerpo comienza a empujarla a madurar para en palabras de sus antiguados tíos a "una mujercita" Kuchiki Rukia estudiante de instituto, hermana menor de Kuchiki Byakuya (empresario exitoso), amante de los conejos, los mangas, literatura de suspenso y misterio, integrante del equipo de kendo a sus 16 años no había sentido la atracción platónica por nadie.

No es que le faltaran ojos para ver, podía juzgar que otras personas eran hermosas o atractivas físicamente, pero nada que pudiera interpretarse como algo similar aún enamoramiento a primera vista; lo más cercano a eso era Shiba Kaien el consejero escolar con quien solía ir dos veces por semana ante la su "problema" al intentar relacionarse con otros estudiantes. Y es que Kuchiki Rukia era por ser la chica rara y solitaria que no lograba encajar en ningún grupo en la escuela, incluso formando parte del equipo de kendo, las demás chicas que lo conformaban la evitaban.

"No estás haciendo nada malo Kuchiki. — Había dicho Shiba-sensei en sus sesiones —A veces nos toma tiempo encontrar un sitio y personas dónde encajar, sobre todo en la escuela".

Rukia suspiro desde donde estaba, sentada en la rama de su árbol favorito de la escuela, recordando que Shiba-sensei siempre trataba de animarla, y es que de toda la escuela Shiba Kaien con su sincera sonrisa, cabello negro despeinado y ojos aguamarina que le recordaban al mar hacían que sintiera una sensación agradable en el pecho, le traía un cálido sentimiento en medio de lo que eran rumores sobre cómo era una niña rica mimada, una chica de gustos raros, bonita, pero plana y demasiado atlética tener novio.

Había días en los que deseaba haberse quedado con Renji en su vieja escuela, a su amigo de la infancia no le importaba que fuera bajita, que amaba las películas animadas sobre conejos y su fascinación por la literatura y el manga. A pesar de su distanciamiento, por sus horarios de escuela, verlo la haría sentir mucho menos triste desde que llegó al Instituto Karakura dónde incluso los días agradables de verano como ese dónde el viento era fresco, el sol menos caliente de lo usual y un viento agradable. Incluso hacía que la aburrida construcción de blanco que era su nueva escuela se viera con más vida.

Y es que, siendo sincera consigo misma, los rumores, comentarios malintencionados, lo que decían a sus espaldas, estar alejada de quien por mucho tiempo fue su mejor amigo, le generaba una sensación desagradable en el pecho, era similar a cuando sientes una caída sabes que estás cayendo y esa sensación nace desde el centro de su ser y se expande en ondas hasta el resto del cuerpo llegando a ser doloroso.

Por eso el ir los jueves después del receso con Shiba-sensei eran su tiempo favorito, él siempre estaba allí recordándole que lo que sentía y pensaba era válido, simplemente no se expresaba o buscaba los mismos gustos que la mayoría de sus compañeros... ojalá ellos también entendieran eso.

Jueves después de clases

Rukia caminaba jurando que aún sentía los ecos de su corazón latir como cuando terminaba la clase de educación física, podía jurar que su cara estaba de un gracioso color rojo e incluso que estaba con fiebre (aunque prefería pensar que era por lo rápido que había bajado las escaleras al salir del salón de clases). Tenía unas ganas extraordinarias de ir corriendo al baño de chicas para comprobar cómo lucia en ese momento, pero no podía llegar tarde a la cena de con Nii-sama y socio Isshin-san, quienes querían celebrar en familia que el último proyecto que habían iniciado estaba yendo de maravilla.

O eso es lo que prefería creer en esos momentos.

Al llegar a cambiarse los zapatos estos se le resbalaron de las manos, necesito tres intentos para abrocharlos correctamente, tres respiraciones profundas para calmarse y entonces recordó esos ojos cafés amables, sonrisa brillante y voz gentil.

Recordó su explicación sobre como el terror y el amor son de las emociones más íntimas que siente el ser humano, la influencia que tenían en los tres grandes temas de la literatura, abriendo un paso, aun sin fin de posibilidades, el cómo su rostro se iluminó en ese momento fue como ver las estrellas nacer frente a sus ojos.

Escuchar todo eso le había sido como ver a un hada madrina convertir una calabaza en una bella carroza, había sido como ver sus propios sentimientos verbalizados y expresados en voz alta con los demás. Ella simplemente no fue capaz de contenerse para participar en clase y expresar su opinión... por primera vez las miradas y murmullos de los demás habían pasado a segundo plano.

— ¡Kuchiki!

Ni siquiera supo cuando se volteó al escucharle.

— ¡Te alcancé! —dijo con una sonrisa— Olvidaste tu cuaderno de notas

Tomo su cuaderno murmurando un tímido "gracias" similar al de una niña cuando la avergüenza haber hecho una rabieta.

—No te preocupes. Después de todo —comento con una sonrisa—no podrás hacer el ensayo de Frankenstein sin tus apuntes.

—Sí, yo lo siento. —Trata de levantar la cabeza.

— Deja de disculparte, — menciono restándole importancia— espero tu ensayo sobre Frankenstein el lunes.

—Lo tendrá, sensei. —aseguro con el corazón latiendo feliz en su pecho.

—Eso espero por tu participación de hoy en clase, es un tema, sé que espero algo bueno

La confianza con la que sensei dijo eso último la hizo sentir como si estuviera a punto de bajar de lo alto de una montaña rusa... quería gritar de la felicidad.

Haría su mejor esfuerzo para no decepcionar a sensei.

Con ese pensamiento en mente, Rukia salió deledificio rumbo a su casa con una sonrisa en la cara y un nuevo sentimiento enel pecho. 

Los días contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora