Mi vientre estaba hinchado… de nuevo. Zamas al parecer me había tomado como incubadora de sus hijos y curiosamente aquello no me molestaba. Era un omega, y poseo la capacidad de quedar embarazado, y el la estaba aprovechando al máximo para recuperar a su especie, pues estaba al borde de la extinción. Era un fin bastante noble.
Sentí una sacudida en mi vientre y un líquido viscoso y transparente comenzó a salir de mi parte intima. Sabía lo que eso significaba-Zamas, ya estoy a punto de dar a luz- dije
Una sombra comenzó a arrastrarse entre la selva, y un torso humano apareció entre las hojas. Era de color verdoso. Se acercó más y se vio que la mitad inferior de su cuerpo era de serpiente, de color gris y verde. Se acercó a mi y abrazándome, me dijo.
-Ven, vamos al nido- dijo
Camine un poco y llegamos al nido. Era un enorme círculo rodeado por ramas y hojas, y en el suelo habían diversas pieles de animales, que servian como tapete. Nos acomodamos, el atrás de mi, sosteniéndome por los hombros, y yo inclinado y con las piernas abiertas.
Sentí otra sacudida y una contracción, y comencé a pujar.
Salió más líquido, y algo más, un pequeño y suave huevo blanco.
-Bien, sigue así, Black- susurro Zamasu y me acarició con su larga lengua bífida.
Espere otra contracción, y puje. Esta vez fueron 2. Así seguimos por algunos minutos, hasta llegar a 10 huevos.
-Bien, ya hemos terminado- dije al sentir como mi vientre se relajaba.
-Esta vez solo fueron 10…- dijo Zamasu, al parecer decepcionado.
-Verás que en otros 4 meses pondré más- dije para tranquilizarlo-
- Eso espero- dijo el- bien, descansa, ya sabes lo que te toca en un par de días.- dijo.
Recogió los huevos , y se fue con ellos para enterrarlos.Así es mi vida desde que fui capturado: Tengo relaciones con el, y después de 4 meses expulsó los huevos. 2 meses después, los pequeños nacen, mientras espero a los siguientes. Después de 5 meses, cuando ya son lo suficientemente grandes, se marchan para vivir solos, y vuelta a empezar. Ya habían pasado 2 años desde que comenzamos, y he puesto alrededor de 90 huevos, y no parece que esto vaya a acabar pronto.
Podría parecer extraño, pero espero que esto no acabe pronto. Me siento más cómodo con el de lo que jamás me sentí con otro ser humano. Es lo malo de ser un omega, que eres reducido a ser una incubadora andante, prácticamente sin derechos ni oportunidades. Si siguiera entre los hombres, seguramente cumpliría un rol similar al que tengo con Zamasu, pero no dejarían de humillarme por ello.
Así, pasaron los 2 días, y ya estaba preparado. Eran 3 días de puro tener relaciones, y estaba listo para ello, pues el placer que sentía era indescriptible, posiblemente intensificado por mi celo.
-¿Ya estas listo, pequeño?- dijo la voz serpenteante de Zamasu.
-Si, por supuesto- dije. Estaba completamente desnudo, listo para recibirlo.
-Comencemos, entonces- dijo el. Se acercó a mi y con cuidado, para no morderme con sus letales colmillos, comenzó a morderme el cuello, lleno de marcas por todas las veces que lo hemos hecho. Sin embargo, sabía que no era veneno lo que me inyectaba. Me acosté sobre las pieles, con la intención de que él entrara en mi. Lo hizo con suavidad, y sentí como su semilla me llenaba.
Ya habían pasado los 4 meses, y tenia el vientre abultado de nuevo. Sin embargo, esta vez había algo extraño, pues estaba un poco más grande que de costumbre. Sentí las características sacudidas y aquel líquido saliendo de mi. Llamé a Zamasu y entré en labor de parto. En promedio, ponía de 20 a 25 huevos, en algunas ocasiones 30 a 35, pero esta vez nos sorprendimos cuando salieron 50 pequeños huevos de mi interior. Aquello era extraordinario, sin duda alguna. Zamasu parecía feliz de aquello, y me dijo que mi cuerpo ya estaba completamente adaptado a esta nueva vida, por lo que iba a poder fertilizar más huevos…
El ciclo se repitió, y Zamasu tenía razón. Cada ves ponía más huevos, pues en promedio ponía de 45 a 50, pero llegaba a poner hasta 70 de una sentada. Claro que mi vientre, al principio algo pequeño, ahora estaba más grande y relleno de vida… a ese ritmo, pronto repoblaríamos todo el amazonas
Su objetivo, me dijo después, era llegar a los 100 huevos, pues es lo que ponían las hembras de su especie. A mi me pareció que era imposible, pero no quedaba de otra más que intentarlo.
Y si, después de 7 años exactamente iguales, lo conseguimos: 100 huevos de una sentada. Zamas no podía estar más feliz. Sin embargo, yo era el que más sufría, pues mi vientre tenia el tamaño de el de una mujer de 9 meses y los partos eran bastante largos y pesados. Sin embargo, no podía hacer nada para evitarlo. Si aquel era mi destino, estaba feliz de aceptarlo
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Instinto de supervivencia
FanfictionAlerta de M-Preg y Omegaverse Una historia entre Zamasu y Black, ambientada en el Amazonas