Buenas noches

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Aquella noche Eddie estaba terminando el trabajo que su papá le había asignado a hacer durante todo el día. Al principio pensó que reacomodar los expedientes de las personas que habían sido detenidas durante ese mes sería interesante, hasta que se dio cuenta que todos tenían infracciones mínimas, habían sido acusados falsamente por sus vecinos y en su mayoría eran borrachos. Consecuencia de las vacaciones que ya habían empezado en esa zona.

Pensó que serían pocos los expedientes que habrían en esa pequeña caja sobre el escritorio de su padre, por lo que se distrajo toda la tarde viendo su serie, leyendo o dibujando cualquier cosa en una libreta que encontró por ahí.

Solo había salido una vez durante toda esa tarde para una ida al baño, fuera de eso su papá se encargó de dejarle comida para todo el día. Y agradecía internamente que su castigo ya acabaría.

Menos de una hora.

No podía salir de esa aburrida oficina hasta que su padre terminara la última ronda del patrullaje nocturno –órdenes de su madre–, por lo que decidió que sería bueno empezar a revisar esos expedientes.

Apenas vio las tres cajas llenas de folders y papeles que se ocultaban detrás del escritorio se arrepintió de no haber empezado antes.

¿Cómo es que en un pueblito puede detener a tantas personas?

—Demonios. No acabaré en treinta minutos.

Con una pequeña pizca de esperanza todavía dentro de él empezó a revisar las fechas de todas esas hojas y acomodarlos con base a la gravedad de cada uno.

Este es mi último día aquí, después de esto no volveré a pisar la comisaría.

Motivado por ese pensamiento iba leyendo rápidamente lo que había delante de él, sin cambiar su enfoque en el poco tiempo que quedaba, sin pensar en su libro que ya no recordaba dónde lo había dejado y mucho menos en el chico que recién había llegado a la comisaría escoltado por dos de los amigos de su papá.

Apenas había terminado una de las cajas cuando alguien tocó repetidas veces la puerta de la pequeña oficina.

—Estoy por acabar, de verdad no me tardo nada.

Escuchó a su papá suspirar y volteo su mirada hacia él.

—¿Apenas los estás acomodando, cierto?— vio a su hijo asentir, por lo que no se preocupó por lo que iba a decir—. De hecho, necesito quedarme unos minutos más para fichar a un adolescente que recién llego.

—Pero eso no toma tanto tiempo— le dijo confundido.

—Es menor de edad y tenemos que esperar a que sus padres vengan por él.

—¿Y me tendré que quedar contigo?— cuestionó su hijo, debatiéndose en si quedarse y terminar su tarea o irse y volver mañana. No quería hacer ninguna.

—Es muy tarde, tu mamá me mataría si te dejo toda la noche conmigo. Puedes esperarme en la recepción— Eddie tomó sus cosas rápidamente para salir de ahí, pero antes de hacerlo su padre lo detuvo en la puerta—. No creas que te irás tan fácil, mañana vendrás de nuevo a terminar.

Eddie apenas iba intentar persuadir a su padre para que no lo obligara a venir de nuevo con él, pero se arrepintió apenas recordó el por qué estaba ahí.

Cuando salió de la oficina vio a los compañeros de su padre yéndose, a excepción del oficial Anderson, que parecía que siempre trabajaba más que los demás al igual que su padre. Se despidió de todos los que conocía y tomó asiento cerca de la puerta de salida.

Revisaba que tuviera todas sus cosas en su mochila, sin contar a su libro, cuando sintió una mirada posada en él. Al levantar su cabeza buscando a alguien más pudo notar que del otro extremo de la pequeña sala había un chico esposado viéndolo sin disimulo alguno.

El castaño también examinó a aquel azabache, fue cuando se dio cuenta que aquel estaba bajo la influencia del alcohol.

Con que este es el chico al que detuvieron.

Ambos se seguían mirando fijamente hasta que el de lentes le dio una sonrisa ladina, dispuesto a hablar con aquel lindo chico, puesto que en la fiesta no pudo hablar con nadie antes de la pelea.

—Linda camisa— le dijo señalando con su mirada la prenda que vestía el castaño.

Eddie sintió que se burlaba de su camisa favorita con el logo de la serie que le gustaba, por lo que se mantuvo serio. Aunque no es como si lo pudiera tomar en serio.

—Lindas esposas.

El chico de lentes amplió su sonrisa y dejó caer su cabeza hacia atrás.

—Noche difícil— mientras Eddie lo escuchaba hablar más se hacía notorio su estado de embriaguez.

—Por decir poco.

A Richie le estaba empezando a gustar esa breve conversación.

—No es la primera vez que me detienen. Aunque no te quiero dar una primera mala impresión— el de lentes se levantó de su asiento para ahora sentarse junto al otro chico, le extendió su mano derecha hasta donde le permitían las esposa y volvió a sonreír—. Richie Tozier, un placer.

Eddie no sabía si debía tomarle la mano o no, al final había sido arrestado borracho por quién sabe qué. Antes de decidir qué hacer la presencia de su padre se hizo notar apenas entró a la sala, dejando escuchar su despedida hacia el oficial Anderson.

—Eddie, ya te puedes ir. Tu mamá te está esperando afuera.

Eddie se levantó rápidamente de su asiento, alejándose de Richie para no hacer enojar a su papá por hablar con alguien como él.

—¿No vendrás?

—Alguien tiene que tomar este turno. A menos que los papás de este chico no tarden en llegar no podré irme.

Eddie asintió poco convencido. Se colgó su mochila en su hombro y se despidió de su papá con la mano.

—Nos vemos mañana— le dijo, a pesar de que no quería volver.

Vio a su papá dar vuelta para volver a su oficina, por lo que también se giró para tomar el pomo de la puerta y salir, no sin antes escuchar de nuevo la voz de Richie.

—Buenas noches, Eddie.

El castaño asintió con la cabeza a modo de despedida y caminó hasta encontrar el auto de su madre estacionado fuera de la estación.

Hasta mañana, Richie.

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Esta historia será corta, diez capítulos y un extra, además de que ya está escrita y no tardaré en actualizar.

Espero les guste y le den una oportunidad. 

:)

Chico problemas // (Reddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora