Capitulo 2

445 43 16
                                    

En año en curso se pintaba de gris luego de la muerte de Maximiliano de Austria. El arduo cotilleo en las diferentes esferas sociales se encumbra al rededor de dos hombres que estaban escribiendo la historia mientras las agujas del reloj corrían sin parar

Mucho se hablaba de la posibilidad de que Carlos I de España accediera a la corona imperial con el nombre de Carlos V de Alemán y de la futura excomulgación Martin Lutero.

Las diversas apuestas en la alta elite sobre un Carlos demandando nuevos créditos para financiar su coronación y abandonar la Península en dirección a Alemania, para ser proclamado como líder de la cristiandad, eran parte del día en cualquier reunión.

Sin embargo, el hecho de que Carlos V recibió tres herencias que le habían convertido en el dueño de un dominio sin igual en Europa, llenaba de incertidumbre a los nuevos seguidores de Lutero.

Las ideas del futuro emperador de unificar los 400 Estados alemanes, corroer las "libertades germánicas" ya se propaga en bocas de todos.

La divulgación de los pensamientos para extender más aún su poderío territorial y, por último, su anhelo de regir en la cristiandad católica, estableciendo su hegemonía sobre los demás príncipes de Europa; levantaron banderas de precaución en los jóvenes cuyos valores iban en contra de ideas cerradas y tradicionalistas del actual gobierno.

A pesar del gélido temporal que colmaba la tarde, la reunión en la vivienda del Graf* Albert Ardley, en su casa de Wittenberg; esta se llenaba de luces y lujos para dar la bienvenida a un grupo selecto de invitados que, sin motivo alguno, se reunían a compartir y entretenerse mientras se ponían al día en las noticias que arropaban las buenas nuevas de la sociedad.

La servidumbre corría de un lado a otro del salón de reuniones, llevando platos y bebidas a las manos del grupo de jóvenes que expresaban su descontento ante lo que vivía la sociedad. A pesar de las normas sociales, tanto las damas como los caballeros compartían horas de charlas e historias que ayudaban a matar el tiempo.

Sentado junto al gran ventanal, estaba Neal Lagan, quien no poseía título alguno, pero por ser nuevo rico, había logrado escalar en grupos de la alta sociedad del lugar y casar a su hermana menor con un Graf de las tierras del sur y ahora, el, ostentaba conquistar a Candy, quien ya le había rechazado dos veces las ofertas de casamiento hechas por el joven, no obstante, el no perdía el deseo de convertirla en su esposa, costara lo que fuese necesario.

El pelirrojo miraba a su alrededor mientras colocaba un tabaco y sonreía de medio lado ante las desfachateces que escuchaba de boca de su amigo Albert. «Estaba mordiendo el anzuelo completo y sin él tener que jalar la soga», pensó, mientras volvía su mirada a su rubia obsesión.

Candy sentía molestia cada vez que avistaba a Neil y hallaba en sus ojos destellos de sentimientos que no le agradaban. Algo en el hacía que ella sintiese la necesidad de alejarse, y de lo posible poner barreras entre ambos. Miró, a su hermano y callada contemplaba como este dejaba a la luz su sentir ante lo que ocurría en Alemanía.

El Graf se encontraba de acuerdo con los cambios que proponía Lutero, enaltecía lo hecho el 31 de octubre de 1517 por Martin, donde publicó su crítica contra la Iglesia católica y su centro de poder en Roma, lanzando lo que se conocía como la Reforma.

Las 95 tesis escrita por el fraile dejaban a la iglesia católica muy mal parada frente a una sociedad que se abatía por el alto costo de los impuestos exigidos por el Santo Papa para mantener su estatus económico y sus fiestas desenfrenadas. En estas tesis Lutero desacredita la doctrina papal sobre las indulgencias y da inicio a la Reforma.

Esta publicación —clavada por Lutero, de acuerdo a la tradición, en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517— comenzó un debate teológico que desembocó en la Reforma y el nacimiento de varias tradiciones dentro del cristianismo. Las acciones de Lutero eran su respuesta a la venta de indulgencias por parte de Johann Tetzel, un sacerdote de la Orden de los Hermanos Predicadores (Dominico), comisionado por el Arzobispo de Maguncia y por el Papa León X.

La iglesia católica había pasado de ser la consoladora; anunciando un paraíso prometido a través de la compra de las indulgencias, a convirtirse en la institución más poderosa de la tierra. "Con unas pocas monedas el creyente ya no tenía que arrepentirse de sus pecados, puesto que el documento prometía perdón para todos ellos y más."

El clero era corrupto y tirano, pero se tambaleaba ante un hombre que osaba en abrir los ojos frente a las estafas que se realizaban.

— ¿Entonces estás de acuerdo con el cobro de indulgencias? —inquirió el rubio a Michael, un joven comerciante, logrando que se levantara del lado de su esposa Lucy y caminará a atestar nuevamente su vaso de cerveza*.

— No malinterpretes mis palabras —comentó mientras tomaba un sorbo y ponía toda su atención en lo que traía en sus manos— Creo que los cambios son importantes, siempre y cuando se mantengan los fundamentos que nos han llevado a donde nos encontramos hoy en día —respondío sin volver la mirada, concentrado en elegir las palabras exactas que le evitaran un problema en el futuro.

— ¿Pagar a la iglesia por el por el perdón de los pecados de los muertos te hace sentido? —cuestionó en un tono molesto ante la falta de empatía de su amigo con los valores que Martin había expuesto— La fe se ha mercantilizado al extremo, mediante la venta tarifada de indulgencias que permitían, a nosotros los vivos, y a los muertos acortar el tiempo del purgatorio y ganar el cielo—apuntó frustrado por los comentarios sin entendimiento de la realidad que vivía en este momento Alemania.

Ver como la iglesia mantenía el control de tantos y alardeaba de poder abrir las puertas del cielo mediante sus reglas y preceptos le asqueaban. Albert había aprendido de su amigo Lutero a leer entre líneas lo escrito, a estudiar la Palabra y a defender sus ideales de libertad ante una sociedad que callaba por el miedo fundado por la iglesia.

— No veo nada de malo el pagar para liberar el alma de mi familia que ha muerto –comentó Patricia, tratando de aplacar un poco el ambiente que se había producido– Yo misma he pagado por la salvación de mi abuela Martha.

— ¿Y crees que con unas cuantas moneda de plata su alma descansará en paz y fuera del purgatorio? –arremetió el rubio una vez más, tratando de que por primera vez pensaran por sí mismos y dejaran de ser títeres de las altas esferas.

— Albert —intervino Stair al ver como su esposa se sentía incómoda ante la presión que le generaba el rubio en su pregunta– ¿No pensarás que la iglesia, en especial el Santo padre, nos mentiría con algo tan importante como es la salvación de nuestra alma?

— Tu amistad con Martin te han segado –espetó Archival, fiel amigo de del Graf y quien había compartido junto a el y Lutero en la universidad.

Luego de la muerte de tres mejores de sus compañeros a causa de la peste, el castaño prefirió alejarse de él por miedo a ser castigado por Dios al no seguir lo que la iglesia pedía. No obstante, estas muertes habían creado cambios radicales en la vida del rebelde Fraile, que después de un evento junto a una tormenta eléctrica, decidió modificar su vida.

En año en curso se pintaba de gris luego de la muerte de Maximiliano de Austria. El arduo cotilleo en las diferentes esferas sociales se encumbra al rededor de dos hombres que estaban escribiendo la historia mientras las agujas del reloj corrían sin parar

Mucho se hablaba de la posibilidad de que Carlos I de España accediera a la corona imperial con el nombre de Carlos V de Alemán y de la futura excomulgación Martin Lutero.

Las diversas apuestas en la alta elite sobre un Carlos demandando nuevos créditos para financiar su coronación y abandonar la Península en dirección a Aquisgrán (Alemania) para ser proclamado como líder de la cristiandad eran parte del día en cualquier reunión.

Sin embargo, el hecho de que Carlos V recibió tres herencias que le habían convertido en el dueño de un dominio sin igual en Europa, llenaba de incertidumbre a los nuevos seguidores de Lutero.

Las ideas del futuro emperador de unificar los 400 Estados alemanes, corroer las "libertades germánicas" ya se propaga en bocas de todos.

La divulgación de los pensamientos sobre extender más aún su poderío territorial, con la orgullosa divisa y, por último, su anhelo de regir en la cristiandad católica, estableciendo su hegemonía sobre los demás príncipes de Europa; levantaron banderas de precaución en los jóvenes cuyos valores iban en contra de ideas cerradas y tradicionalistas del actual gobierno.

A pesar del gélido temporal que colmaba la tarde, la reunión en la vivienda del Graf* Albert Ardley, en su casa de Wittenberg, se llenaba de luces y lujos para dar la bienvenida a un grupo selecto de invitados que, sin motivo alguno, se reunían a compartir y entretenerse mientras se ponían al día en las noticias que arropaban las buenas nuevas de la comunidad.

La servidumbre corría de un lado a otro del salón de reuniones, llevando platos y bebidas a las manos del grupo de jóvenes que expresaban su descontento ante lo que vivía la sociedad. A pesar de las normas sociales, tanto las damas como los caballeros compartían juntos horas de charlas e historias que ayudaban a matar el tiempo.

Neal Lagan, que no poseía título alguno, pero por ser nuevo rico, había logrado escalar en grupos de la alta elite del lugar y casar a su hermana menor con un Graf de las tierras del sur y ahora el, ostentaba conquistar a Candy, quien ya le había rechazado dos veces las ofertas de casamiento hechas por el joven, no obstante, el no perdía el deseo de convertirla en su esposa, costara lo que fuese necesario.

El pelirrojo miraba a su alrededor mientras colocaba un tabaco y sonreía de medio lado ante las desfachateces que escuchaba de boca de su amigo Albert. «Estaba mordiendo el anzuelo completo y sin él tener que jalar la soga», pensó, mientras volvía su mirada a su rubia obsesión.

El Graf se encontraba de acuerdo con los cambios que proponía Lutero, enaltecía lo hecho el 31 de octubre de 1517 por Martin, donde publicó su crítica contra la Iglesia católica y su centro de poder en Roma, lanzando lo que se conocía como la Reforma.

Las 95 tesis escrita por el fraile dejaban a la iglesia católica muy mal parada frente a una sociedad que se abatía por el alto costo de los impuestos mandatarios por el Santo Papa para mantener su estatus económico y sus fiestas desenfrenadas.

La iglesia católica había pasado de ser la consoladora; anunciando un paraíso prometido, convirtiéndola en la institución más poderosa de la tierra.

Más que la misma realeza; el clero era corrupto y tirano, pero se tambaleaba ante un hombre que osaba en abrir los ojos frente a las estafas que se realizaban.

— ¿Entonces estás de acuerdo con el cobro de indulgencias? —inquirió el rubio a Michael, un joven comerciante, logrando que se levantara del lado de su esposa Lucy y caminará a atestar nuevamente su vaso de cerveza*.

— No malinterpretes mis palabras —comentó mientras tomaba un sorbo y ponía toda su atención en lo que traía en sus manos— Creo que los cambios son importantes, siempre y cuando se mantengan los fundamentos que nos han llevado a donde nos encontramos hoy en día —respondío sin volver la mirada, concentrado en elegir las palabras exactas que le evitaran un problema en el futuro.

— ¿Pagar a la iglesia por el por el perdón de los pecados de los muertos te hace sentido? —apuntó frustrado por los comentarios sin entendimiento de la realidad que vivía en este momento Alemania.

Ver como la iglesia mantenía el control de tantos y alardeaba de poder abrir las puertas del cielo mediante sus reglas y preceptos le asqueaban. Albert había aprendido de su amigo Martin a leer entre líneas lo escrito, a estudiar la Biblia y a defender sus ideales de libertad ante una sociedad que callaba por el miedo fundado por la iglesia.

— No veo nada de malo el pagar para liberar el alma de mi familia que ha muerto –comentó Patricia, tratando de aplacar un poco el ambiente que se había producido– Yo misma he pagado por la salvación de mi abuela Martha.

— ¿Y crees que con unas cuantas moneda de plata su alma descansará en paz y fuera del purgatorio? –arremetió el rubio una vez más, tratando de que por primera vez pensaran por sí mismos y dejaran de ser títeres de las altas esferas.

— Albert —intervino Stair al ver como su esposa se sentía incómoda ante la presión que le generaba el rubio en su pregunta– ¿No supondrás que la iglesia, en especial el Santo padre, nos mentiría con algo tan importante como es la salvación de nuestra alma?

— Tu amistad con Martin te han segado –espetó Archival, fiel amigo de del Graf y quien había compartido junto a el y Lutero en la universidad.

Luego de la muerte de 3 mejores de sus compañeros por la peste, el castaño prefirió alejarse de el por miedo a ser castigado por Dios al no seguir lo que la iglesia pedía. No obstante, estas muertes habían creado cambios radicales en la vida del rebelde que, luego de un evento junto a una tormenta, decidió transformar su futuro.

— Mientras no tenga que ensuciarme el vestido, no veo ningún problema en dar unas cuantas monedas para liberar mi alma del infierno. –comentó Elisa mirando fijamente a quien deseaba más que a su vida propia.

Anthony Brawer, despertaba los suspiro de la pelirroja; sus intensas miradas molestaban al rubio, pero al mismo tiempo le alagaban, sin embargo, los ojos del joven se mantenían enfocado en Candy.

Deseaba con toda sus fuerzas poder pedirla en casamiento, pero su abuela tenía la última palabra en su futuro.

— ¿No dirás que comparte las ideas rebeldes del pobre fraile? —inquirió Neal a sabiendas de la respuesta de quien esperaba fuese su futuro cuñado.

— ¿El abuso del poder del papa es aceptable? —refutó a su amigo ganando las miradas acobardadas de los allí presente. El silencio se lució por unos segundos mientras las damas se abanicaban y los hombres cambiaban miradas interrogantes.

— ¿No dirás que comparte las ideas rebeldes del pobre fraile? —inquirió Neal a sabiendas de la respuesta de quien esperaba fuese su futuro cuñado.

— Porque no dejamos que alguien con más objetividad nos de su opinión —propusa Susana, la hija del matrimonio Marlow, nuevos ricos que buscaban posicionamiento a costa de la belleza de su hija– ¿Qué opina usted
Markgraf*** de Granchester?

Continuará...

OoOoOoO

Hola, bellezas... Enemigo en la casa del Graf y no se ha dado cuenta... ¿Creen que Albert ha hablado de más?

* Graf: Título nobiliario alemán correspondiente a conde.

**La cerveza de Alemania es una tradición. Se tomaba en algunas tribus germanas del sur de Alemania en el siglo VI a. C. Y aunque no me gusta esta bebida, es la que va con la zona donde se desarrola la historia

Markgraf***: Marqués

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 02, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un Noble Amor: Tiempo de reformaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora